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La secretaría técnica para la erradicación de la pobreza (SETEP) efectuó una estimación

El 85,8% de las mujeres realiza alguna forma de trabajo no remunerado

El 85,8% de las mujeres realiza alguna forma de trabajo no remunerado
09 de marzo de 2016 - 00:00 - Redaccion Economía

Como una colaboración especial a propósito del 8 de marzo, Andrés Mideros, secretario Técnico para la Erradicación de la Pobreza, elaboró un diagnóstico sobre ‘la cuestión social’ en Ecuador. Mediante comparaciones entre 2007 y 2015, el estudio permite apreciar también cambios en las principales variables de la ‘economía del cuidado’.

Este ámbito incluye modalidades de elaboración de bienes y  servicios imprescindibles para la sociedad. No obstante, aquellas no suelen ser reconocidas como ‘actividades productivas’ ni, tampoco, suelen recibir una remuneración monetaria.

La apreciación de esos otros aspectos de la economía ecuatoriana, sin embargo, ofrece indicios sobre cuáles podrían ser los principales retos a abordar a futuro como país.

Educación

En los últimos 9 años, los indicadores de asistencia a la educación mejoraron para toda la población ecuatoriana. Entre 2007 y 2015, la tasa de asistencia a educación básica (5 a 14 años) aumentó de 91% a 96% tanto en hombres como en mujeres. También la tasa de asistencia al bachillerato (15 a 17 años) subió de 48% a 66% para hombres y de 55% a 70% para mujeres.

Si bien aquellos incrementos evidencian una reducción de la brecha de asistencia entre géneros, las diferencias subsisten en otros aspectos y sentidos. Según datos a 2015, en el rango de edad ente 15 y 17 años, no asisten al colegio el 34% de los hombres y el 30% de las mujeres. Por otra parte, según datos de la Enemdu (2015), la educación superior aparece como el nivel de instrucción en el 23% de mujeres y en el 21% de hombres.

En el grupo de personas que no asisten a instituciones de estudios superiores, se observa que la falta de recursos económicos es la principal razón para la inasistencia en ambos géneros.

A pesar de las opciones abiertas por las políticas educativas, la realización de quehaceres y la oposición familiar permanecen todavía como razones para la inasistencia de las mujeres a los estudios superiores. En los hombres, los motivos de inasistencia principales son la edad y el fracaso escolar.

Empleo

Entre 2007 y 2015, el empleo adecuado en la población masculina aumentó en 2,6 puntos porcentuales, pasando del 50,5% al 53,1% de la PEA. En el caso de las mujeres, el empleo adecuado aumentó de 32,4% al 36,9%. Por tanto, la brecha de género en este indicador también disminuyó de 18 a 16 puntos porcentuales.

Con respecto al empleo inadecuado, se observó a su vez una mejora para toda la población. Entre 2007 y 2015, aquel disminuyó de 59,8% a 56,5% en los hombres y de 44,6% a 42,3% en las mujeres. Es decir, para 2015 se mantiene una brecha de género en empleo inadecuada de 14,2 puntos porcentuales.

Según el estudio de la Setep, el porcentaje de empleo inadecuado experimentado por las mujeres estaría relacionado con las dificultades existentes para conjugar el trabajo productivo y reproductivo. Esta circunstancia les conduciría a las mujeres a optar por empleos relativamente más flexibles pero con menores remuneraciones.

Por otra parte, entre 2007 y 2015 el desempleo disminuyó de 6,7% a 6% para hombres; no obstante se mantuvo fluctuando alrededor de 3,8% para mujeres. A nivel nacional, para toda población, el desempleo llegó a 4,77% en 2015.  

Ocupación

En Ecuador, la estructura de la ocupación parecería haber experimentado ligeras modificaciones en sus patrones tradicionales. En 2015, mientras el 28,7% de los hombres y el 21,13% de las mujeres trabajaba en el sector primario, el 24,13% de los hombres y el 10,35% de las mujeres trabajaba en actividades secundarias. En cambio, el 47,18% de los hombres y del 68,52% de las mujeres proporcionan servicios.

Esta preeminencia de las mujeres en el sector terciario expresaría, de manera indirecta, una cierta tendencia hacia la ‘feminización’ de las ocupaciones que persiste en el país.

“Las actividades mayormente feminizadas son aquellas que pueden ser consideradas como una extensión de las labores de cuidado en el hogar. Entre estas, por ejemplo, se encuentran los servicios sociales, los servicios de alojamiento y los servicios de salud y enseñanza”, indica el estudio de la Setep.
Ingresos

Hasta 2015, en la mayoría de actividades económicas, las mujeres perciben un ‘ingreso por ocupación principal’ inferior a aquel obtenido por los hombres.

En comparación con las mujeres, el ingreso de los hombres es 2,2 veces mayor en la actividad de electricidad y gas; 2,2 veces superior en ‘otras actividades de servicios’ y 1,8 veces mayor en agricultura y ganadería. En el lado opuesto, las diferencias de ingresos entre géneros son menores en actividades inmobiliarias, construcción y transporte.

Según la Setep, la discriminación y la segmentación del mercado laboral explicarían aquella diferenciación de sueldos entre trabajadores y trabajadoras con ocupaciones supuestamente homogéneas. A su vez, la brecha de ingresos estaría condicionada por una circunstancia persistente: las tareas del hogar efectuadas por las mujeres las inducen a buscar empleos informales que podrían facilitarles un mejor manejo de horarios.

Acceso a la seguridad social

Entre 2007 y 2015, el acceso a la seguridad social aumentó significativamente para toda la población: a nivel nacional, la cobertura incrementó de 26,3% a 44,2%. Pero se observa todavía una brecha entre géneros: en ese mismo período, la cobertura aumentó del 25,6% a 42,4% en el caso de las mujeres y de 26,7% al 45,4% en el caso de los hombres.

Al interior de los distintos estratos de la población femenina, se verificaron avances importantes. En 2015, 321.962 mujeres de un total de 1’730.902 amas de casa estaban afiliadas a la seguridad social. Esta cifra equivale al 18,6% de las mujeres pertenecientes a la PEA.

Trabajo no remunerado

En Ecuador, la participación de las mujeres en el trabajo no remunerado es 1,4 veces mayor que la participación masculina. Y ello en razón de que, de manera habitual, el 85,8% de las mujeres realiza alguna forma de trabajo no remunerado.

La situación de pobreza genera un sesgo adicional en la inequidad del trabajo y de las remuneraciones. Según proyecciones basadas en datos sobre el uso del tiempo a 2012, el 55% de los hombres pobres realiza trabajo no remunerado y el 86,9% de las mujeres pobres efectúa trabajo no remunerado. Es decir, la proporción de mujeres pobres que hacen trabajo sin remuneración es 1,58 veces mayor.

Por otra parte, en comparación con las mujeres de otros grupos étnicos, las indígenas tienen una carga extra de 10 horas en promedio por semana. “El trabajo no remunerado realizado mayoritariamente por las mujeres ha absorbido las ineficiencias del sistema económico capitalista. Y lo ha sostenido a costa de la salud, el bienestar y la calidad de vida de muchas de ellas”, expresó el secretario técnico Mideros (I).

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