Cierre de cooperativa alarma a sus clientes
La Cooperativa de Ahorro y Crédito Makita Kuk, que funcionaba al margen de la regulación de la Superintendencia de Bancos, no abrió sus puertas al público desde el jueves anterior.
Su sede principal, situada en la zona de Bastión Popular (junto a Peca), y la sucursal de las calles Primero de Mayo y Machala, ayer no abrieron sus puertas, como lo habían prometido los administradores el último día laborable de la semana anterior, previo al feriado del 10 de agosto.
La semana anterior los clientes de la cooperativa habían acudido a la sucursal de Primero de Mayo, encontrando sus puertas cerradas. Sin embargo, en la sede principal aún había personal que simplemente respondía que “no había sistema y por eso que regresen el lunes”.
Los rostros de indignación y desesperanza se notaron en las decenas de personas que no saben el destino de sus dineros, cuando ayer definitivamente se hizo realidad el rumor de que la cooperativa no iba a abrir las puertas.
El modo de operar de esta cooperativa era de captar clientes de varios mercados de la ciudad. Empleados de la entidad acudían a los puestos de trabajo y recababan el llamado “ahorro” y se les entregaba un papel; luego, en cualquier momento el comerciante acudía a las agencias referidas y actualizaba el dinero entregado, que era registrado como depósito.
Feliciano Sagñay, afectado con el cierre de la cooperativa, relata que Makita Kuk gozaba de gran aceptación entre los comerciantes minoristas de todos los mercados que hay en Guayaquil. “Era tal la seriedad de los administradores que toda mi familia mantenía depósitos. Mi hermana María tiene 500 dólares; mi hermano Agustín 2.000 dólares, y mi papá Felipe también tiene, aunque no sé cuánto es el monto”, relató. Makita Kuk, en idioma quichua significa “Dale la mano al pueblo”.
José Guamán, otro afectado por la cooperativa con un monto de 1.000 dólares, señala que la paciencia de todos se está agotando. “Estamos parados afuera de las oficinas y no llega nadie a decirnos que va a pasar con nuestro dinero, ni las autoridades, ni nadie se pronuncia”.
Con sollozos y la voz entrecortada María Guacho Buñai sostiene en su mano la libreta de los depósitos realizados a la cooperativa. “Ellos nos han estafado y solo queremos nuestros dinero, que con mucho esfuerzo hemos logrado reunir. Usted sabe que somos gente de trabajo, que en el día a día queda muy poco. Y, es eso, justamente, lo que ahora nos han robado”, dijo la pequeña comerciante.
José Guamán, otro afectado, por momentos incitaba a los demás, quienes mantenían guardia fuera de la cooperativa, a que a la fuerza abran las puertas y así poder recuperar los valores que han perdido. “Es una medida radical, pero qué podemos hacer en este momento”, pregunta.
Funcionarios del Departamento de Comunicación de la Superintendencia de Bancos aclararon a este medio que la cooperativa no estaba regulada por esta entidad, por lo que operaba ilegalmente. Tan solo las entidades supervigiladas por la Superintendencia tienen permitido recaudar dinero, como lo venía haciendo ésta. Sin embargo, la cooperativa pudo haber tenido permiso del Ministerio de Inclusión, pero para otros fines, señaló la funcionaria.