Sus sueldos no son elevados, como los que perciben los jugadores del primer plantel. Por ello, en su mayoría, los empleados administrativos del Deportivo Quito no tenían reservas monetarias para cubrir los meses impagos que afrontaron, aunque no quisieron precisar el tiempo que permanecieron así.

Simplemente reconocieron que  se las ingeniaron para poder afrontar el día a día. Fiar en la tienda del barrio o en el micromercado y pedir dinero prestado a los familiares o amigos cercanos fueron sus fuentes de financiamiento. “Cuando es mínimo el dinero que se recibe como sueldo, uno sabe aprovecharlo al máximo. Y hay que apretarse el cinturón, privarse de algunos gustos, pero nunca de la comida. A los pobres siempre nos fían porque saben que pagamos”, contó un empleado de la “AKD” que labora desde hace una década allí.  

Por ello, el último miércoles, cuando junto a los jugadores recibieron un abono a la deuda, en el complejo de Carcelén, lo primero que hicieron es trasladar esos rubros a sus acreedores. “Este dinero solo lo veo en este momento, pero enseguida pasará de mis manos. Lo bueno es que con este monto puedo mantener el crédito para los víveres”, expresó una empleada del complejo que prefirió reservarse su nombre.

Ella lleva 25 años de laborar en el club, reside en el interior del complejo y entre sus funciones está el mantenimiento de las habitaciones de la concentración. “Aunque en estos últimos meses la situación se ha complicado, no puedo dar mayores detalles por respeto a la institución”.

Esa misma razón esgrimió el kinesiólogo Ramón Chiriboga, a quien, según Insúa, le adeudan siete meses de sueldo. “Ramoncito”, como lo conocen, lleva casi medio siglo de vida unido al elenco “azulgrana”. Siente un cariño especial por esta institución y por ello prefiere guardar silencio.

Por la falta de dinero,  ya no existe la guardianía privada que estaba en el ingreso directo a las habitaciones de la concentración y que, además, cuidaba  los  automotores de los jugadores.

La situación fue más llevadera para Mario Galárraga, ex jugador de la institución “azulgrana”, quien tras dejar el balompié trabajó en el complejo de Carcelén y a la par en otra institución que le permitió jubilarse.  “Afortunadamente, aunque no estén al día en los salarios aquí, yo no tengo problemas porque recibo mi pensión del IESS y con ello solvento los gastos que tengo”.

En las divisiones formativas de 10 y 12 años, gracias a los dineros que cancelan los padres, no hubo mayor problema con  los ingresos que perciben los estrategas.

En la reserva los problemas son latentes. Hasta el año pasado a varios jugadores les entregaban entre 40 y 50 dólares mensuales como una ayuda para sus gastos. Pero desde este año dejaron de percibir ese rubro. Ellos aguardaban también que ese apoyo económico se mantenga y llegue pronto.

Como admitió en días anteriores, el estratega Rubén Insúa sacó de su bolsillo dinero para comprar medicinas para los jugadores del primer plantel y hasta puso los lubricantes que requería la podadora para cortar el césped de la cancha.

Se crea una cuenta de ahorros

Como una fuente para mejorar la situación económica de los trabajadores del Deportivo Quito, ex presidentes del club abrieron una cuenta de ahorro en el Banco  Pichincha denominada “La hinchada no abandona”.

En la cuenta Nº 2200729397, los seguidores “chullas” podrán hacer sus depósitos y acceder al sorteo de dos viviendas, una de ellas donada por la Prefectura de Pichincha.

El dinero que se reciba será administrado a través de un encargo fiduciario a Produfondos. “Ellos garantizarán que el uso de los fondos sea el adecuado”, indicó Santiago Rivadeneira, uno de los gestores de esta iniciativa, quien aseguró que al momento ya existen 80 mil dólares depositados.

Ese monto no contempla lo que ya fue entregado a los jugadores, que sirvió para pagarles el 60% de un  salario. De los tres que restan, al menos uno más esperan cancelarlo a fin de este mes.