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Puños para dejar la timidez, forjar el carácter y la entrega

Puños para dejar la timidez, forjar el carácter y la entrega
07 de abril de 2013 - 00:00

Jesenia Macías

No consideran al boxeo un deporte enteramente varonil. Al contrario, la poca inclinación de las chicas hacia esta disciplina fue la chispa que las llevó a aceptar el desafío.   

Así la quevedeña Jesenia Macías decidió unirse hace 3 años al boxeo. Lo practicó cerca de 6 meses, pero la férrea oposición de su familia  y el poco tiempo que tenía la obligaron a abandonar la disciplina.      

Sin embargo,  hoy ya superó la mayoría de edad, tiene 20 años y toda la capacidad para decidir sobre sus gustos. Por eso volvió al cuadrilátero y rápidamente entró en la rutina del gimnasio del norte de Quito al que acude todas las noches.   

Ahora su familia, aunque con cierto recelo, se resignó a esa inclinación y trata de apoyarla, sobre todo porque se convirtió en una de las  representantes de la provincia de Pichincha al Campeonato de esta disciplina que se desarrollará en mayo, en la provincia de Chimborazo. 

Será su primer desafío nacional y se siente muy preparada para ello. Entre bromas comenta que parte de su éxito es su mediana estatura y “ser costeña”. “Mi físico me ayuda mucho y algunos dicen que también ser de la Costa porque tengo más pegada... no lo sé”.

Su fuerte es el golpe de derecha y también la seguridad que muestra cada vez que sube al ring. Aprendió con precisión y mucha facilidad lo que en boxeo se conoce como la parada de combate, que  requiere algo de inclinación en los pies y mucha armonía entre los brazos para lograr cubrirse bien el rostro y sobre todo la nariz.

“Ese es el punto más vulnerable al que se debe atacar desde el inicio porque un buen golpe te hace sangrar. Ahí el rival descuida su defensa y es más propenso a perder”, refiere Jesenia.   

La pugilista combina los puños con su tarea como asesora de seguros. Por eso sus jornadas con los guantes son solo nocturnas. Por falta de recursos económicos abandonó el segundo semestre de Auditoría en la Universidad Central.

Hoy la Concentración Deportiva de Pichincha (CDP) le ha ofrecido ayudar para que retome sus estudios.

“Espero que pronto se concrete esa ayuda porque uno debe tener una carrera; si bien el box me gusta, no se puede vivir en este país solo de eso”.

 

Katherine Oviedo

Es sencilla y muy natural. No necesita ningún cosmético para mejorar su apariencia. A simple vista Katherine Oviedo tiene una cara angelical que se ilumina cada vez que la sonrisa asoma a su boca. Era algo tímida, pero a raíz de su ingreso al boxeo, hace cuatro meses, se hizo más espontánea y su comunicación ahora es muy fluida.                     
La puntualidad es una de sus virtudes principales. Siempre está minutos antes de la hora fijada en el gimnasio y cumple estrictamente las enseñanzas que le imparte el técnico Vinicio Cobo, aunque en un inicio estuvo a punto de desistir.    
“Mi mayor dificultad era poder pegarle a mi oponente. Nunca antes lo había hecho, he sido siempre muy tranquila y eso me costó, pensé que esto no era para mí, pero luego me di cuenta de que era un desafío al que no podía rehuir”, indicó la boxeadora de 16 años.
 En su familia, como en la de las otras deportistas, no cayó muy bien la noticia de que la primogénita quería ir al gimnasio y darse de golpes con otras muchachas de su edad.   
“A mi mamá no le agrada que me peguen, sobre todo en la cara, pero poco a poco comprendió que esos golpes son parte del entrenamiento diario, peor cuando se enteró de que incluso teníamos enfrentamientos con hombres. Ahí se preocupó mucho, pero luego de que habló con el técnico se tranquilizó”. “Kathy” es estudiante del quinto año en el colegio Rumania y tras cumplir sus tareas escolares se dirige a las prácticas vespertinas y nuevamente a su casa.
 Ahora su alimentación se incrementó por la exigencia del entrenamiento, aunque  la preocupación de su madre, por la obesidad que en algún momento la acompañó, ya no tiene cabida.       
“Ella posee mucha fuerza de carácter, por eso aunque en un inicio no me agradaba su decisión, hoy estoy más tranquila porque tiene condiciones y a ella le gusta lo que hace y como es buena estudiante toca apoyarle. Es mejor a  que esté deambulando como otros chicos de su edad”, contó su madre Rosa Zárate.     
 En el gimnasio de Cotocollao, norte de Quito, a diario perfeccionan su técnica. La pera y el saco que cuelgan del techo de la instalación son sus primeros adversarios.    
 Hoy los domina con mucha inteligencia. No le preocupan las intensas jornadas desarrolladas, pero sí que su institución educativa le dé facilidades para el desplazamiento hacia la región oriental. Por los deberes no se preocupa, los hará y los enviará por Internet. Cumpliendo como siempre.

 

Jéssica Caicedo

Es la más experimentada del grupo de boxeadoras que irá a suelo amazónico y la más pequeña en estatura (1.54m). Jéssica Caicedo, de 16 años, lleva 12 meses practicando a diario sus pegadas, sobre todo el gancho de derecha y el cruzado, que son sus fuertes y mayores referencias, según  quienes la conocen en el gimnasio de Cotocollao, al que acude en horario nocturno tras la jornada estudiantil vespertina.   

Esa fama y recorrido espera demostrarlo en territorio oriental, para lo que se ha preparado intensamente en las últimas semanas. Es la mayor promesa de medalla dorada de la provincia de Pichincha.      

“Tiene mucha pegada y su trayectoria nos da para pensar que ella es seguro la esperanza de una presea de oro”, expresa el entrenador Vinicio Cobo.  

Por sus conocimientos y trayectoria, Jéssica sabe que  sus principales rivales son las representantes de Guayas. 

“Ellas tienen muy buen nivel por la serie de topes locales e internacionales que desarrollan, pero nosotros también nos hemos preparado y estoy decidida a regresar con mi primera de oro”.

En sus desafíos anteriores participó en competencias en Puerto Quito y Tulcán. De momento lleva en su registro solo una medalla de plata.

Jéssica ingresó al mundo del cuadrilátero por sugerencia de su amiga Jeimy Palacios y en un inicio se sintió atemorizada por la forma de golpear que veía entre las practicantes.

“Tenía miedo, pero poco a poco lo superé. Ahora creo que no hay nada que me detenga para seguir ascendiendo y eso lo voy a demostrar”.

Cursa el quinto año en el colegio María Angélica Carrillo y está totalmente acoplada a realizar las dos actividades simultáneamente, sin restar a ninguna la importancia que se merece.      

“El boxeo es una afición que me distrae mucho. He aprendido a ser muy organizada y sobre todo disciplinada. Ese aspecto exige mucho el entrenador aquí”.

Por el tiempo que comparte con sus colegas ha logrado acercarse mucho a ellas y establecer una gran amistad.
“Con todas me  llevó bien, nos une el mismo gusto y el deseo de superación. Veremos con el transcurrir del tiempo cómo nos va en este deporte”.
 Como ya ha ocurrido antes, tendrá toda la colaboración de su colegio en el período en que no estará por su participación deportiva. Sus amigas le ayudarán con  esas tareas.

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