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Patricia: “Cuando llega de viaje lo premio con pizza”

Patricia: “Cuando llega de viaje lo premio con  pizza”
27 de julio de 2012 - 00:00

Cuando Esteban Enderica empezó en la natación, a los 5 años, le tenía temor al agua. Pese a que había visto a sus hermanos mayores, Juan Fernando, Xavier y Santiago, destacar en este deporte, no estaba preparado para lanzarse a la piscina y nadar con normalidad. Su madre, Patricia Salgado, fue quien lo impulsó a ir a los entrenamientos. Ella lo transportaba hacia la piscina Olímpica de El Batán, Cuenca, para que realizara sus primeras brazadas.    

“Cuando empecé le tenía pánico al agua, solo la presencia de ella (su madre) me motivaba para nadar. Una vez vi que no estaba, empecé a alborotarme y quise salir de la piscina, pero ella solo había ido a pagar la inscripción. Luego regresó y me tranquilicé”, contó el azuayo, quien junto a su madre recibió a El Telégrafo en su hogar, en el sector de Misicata, al oeste de Cuenca.

Dos años después, gracias a la ayuda de su progenitora, el atleta, que será uno de los primeros ecuatorianos en debutar en los JJ.OO. -mañana (04:00) en los 400 m combinado- dejó los temores al agua, pero luego tuvo que luchar con un obstáculo muy grande: superar lo hecho por sus hermanos mayores, quienes habían destacado en competencias nacionales e internacionales.

“Cuando era pequeño, los otros deportistas me decían que Esteban nunca iba a alcanzar buenos resultados, sobre todo por la técnica, pero increíblemente él superó a los hermanos. Siempre les he inculcado a mis hijos la confianza y la  lucha, para que nunca desistan de alcanzar sus objetivos. Eso fue importante para que Esteban esté donde está”, sostuvo Patricia.   

El valor moral fue uno de los aspectos en los cuales la madre del nadador ve más claramente el desarrollo de Esteban. “Lo hacía despertar a las 05:00 cuando tenía que madrugar para los entrenamientos, y cuando no, dormía hasta las 06:30. Las comidas siempre fueron balanceadas;  de todo. Cuando llegaba de viaje casi siempre le  preparaba una pizza para premiarlo”, comentó Patricia, y entre risas agregó que “ha tenido que batallar para que consumiera legumbres”. (ACG)

27-07-12-deportes-janet-ochoaJaneth: “mi niño lleva dos maletas, ropa y caramelos”

Iván Enderica, que participará en los 10 km de aguas abiertas en los JJ.OO., el próximo 10 de agosto, a las 06:00  hora local, siempre sintió el apoyo de sus padres para crecer en la natación. Sus inicios se dieron a los 5 años, pero su despunte recién se produjo cuando tenía 15.

“A mediados de 2006, Iván nos dijo que quería retirarse de la natación porque veía que  su hermano Gabriel (24), hasta los 12 años ya había participado internacionalmente  y él tenía 15 y no había salido del país, se sentía desmotivado”, contó Janeth Ochoa, la madre, quien reside junto al atleta olímpico en su casa de Puertas del Sol, al oeste de Cuenca.

La progenitora del azuayo, al sentirse impotente por las palabras del segundo de sus tres hijos -tiene a Gabriel (24) y Mateo (11)-, conversó con el estratega David Martínez, quien estará instruyendo a Iván en Londres, para contarle lo que sucedía. “Nos dijo (también a su esposo Hernán) que le diéramos seis meses para trabajarlo y que luego veríamos los resultados. Y así fue, porque Iván fue por primera vez a un evento Internacional (Copa del Pacífico) y ganó”.

Desde los inicios de Iván en el deporte, Janeth ha tenido una clave para incentivar a su hijo de cara a las citas nacionales e internacionales. Y es que antes de cada competencia le ofrecía comprar algo a cambio del esfuerzo que hiciera dentro de la piscina, en primera instancia, y luego en los diversos escenarios de aguas abiertas.

Uno de los regalos más “gordos” que Janeth ofreció a Iván fue para su primera cita fuera de Ecuador en 2006. Allí el nadador obtuvo  oro en 400 m combinado y bronce en 400 m libre, en un torneo en Viña del Mar. “Recuerdo que me dijo que si ganaba le tenía que comprar un cuadrón, y lo hice, pero de juguete, porque hay gente que muere en esos aparatos”, rememoró.

Otra de las costumbres que tiene la madre del cuencano, previo a los viajes, es comprar golosinas, pues a Iván, desde pequeño, le han fascinado las galletas y los chocolates. “Para cada viaje mi niño lleva dos maletas: una de ropa y otra de caramelos”. (ACG)

27-07-12-deportes-lucy-jaramilloManuelita: “No tenía ni carne, pero corría duro”

Con su tradicional cintillo multicolor, una blusa  fucsia, licra ploma y zapatillas celestes, Lucy Jaramillo, atleta carchense, quien junto a otros 35 deportistas representarán al Ecuador en una nueva cita olímpica, confesó que no puede viajar sin antes visitar a su “mamá” -realmente es su abuela- en San Vicente de Pusir.

“Yo no me voy sin que mi Manuelita me dé la bendición”, expresó Lucy al terminar su entrenamiento en la pista atlética del estadio olímpico de Ibarra, días previos a su periplo hacia tierras inglesas. Y es que su abuela ha llenado  el vacío que le dejó la muerte de su madre en un accidente de tránsito en 1994 y la pérdida  de su padre en 2006, tras luchar contra un cáncer fulminante.

Antes de emprender el viaje de 90 minutos desde Ibarra hasta San Vicente de Pusir, Lucy decidió despedirse también de su hermana Amparito, quien se encontraba en el puesto número 7 del mercado Amazonas que le pertenece.  Al llegar a este centro de comercio minorista, Lucy fue recibida como una heroína por sus compañeras vendedoras.

Entre aplausos y abrazos se escuchó: “Qué viva nuestra campeona”. Era un grupo de expendedoras de quesos, ubicado  en la calle Obispo Mosquera de Ibarra,  que aseguró  haber compartido alegrías, tristezas y necesidades con la atleta.

Después se dirigió a la casa de doña Manuela Gallegos, su abuela paterna. “Yo sí sabía que algo bueno iba a pasar este día. Por eso no hay ni una nube en el cielo”, exclamó con emoción la mujer de 70 años. Luego de 4 meses Lucy volvió a pisar las polvorientas calles de su natal Pusir Grande. Los 900 habitantes de esa localidad la recibieron como a una embajadora.

Un abrazo fuerte y la cruz de bendición dibujada en su pecho y hombros fueron las primeras muestras de cariño que recibió  de su abuela. Y allí, sentadas en un muro frente a la casa donde creció y vivió sus primeros 11 años, Lucy conversó con Manuelita. “Cuando era chiquita solo se la pasaba corriendo de un lado al otro. No tenía ni porte, ni carne, pero corría bien duro”, comentó entre risas la abuela. (CT)

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