Mireya: “Siempre imaginé ver a Emilio en los JJ.OO.”
A las 7 de la mañana de un fin de semana ya estaba despierto y listo para entrenar con su bicicleta. Así recuerda Mireya Buchely a su hijo Emilio desde los 4 años: disciplinado, responsable y comprometido con el deporte. Fue en una Navidad de 1990 que Emilio recibió una “bici” como regalo.
En ese momento se montó en su juguete y empezó a darle vueltas a la sala, hasta que después de unos minutos le pidió a su madre que le sacara las ruedas de apoyo logrando así mantener el equilibrio hasta el final.
“Me siento muy bendecida, ya que desde pequeño nació con esta cualidad. Es un compromiso que tiene las 24 horas, de lunes a domingo. Emilio y sus hermanos ponían rampas en la casa y así empezó su constancia. Un día su papá lo llevó a una competencia de bicicross en Quito y le encantó. Allí se puso a llorar y dijo que quería ser como ellos”.
Mireya extraña mucho a su hijo cuando no está en el hogar por sus continuos viajes al exterior, ya sea por entrenamientos o competencias, pero ese tiempo lejos de casa lo ha recompensado con los logros obtenidos.
Los de Londres serán los segundos JJ.OO. para él, puesto que ya asistió a los de Beijing 2008. A ese evento, Mireya y su esposo, Eduardo, lo acompañaron, tal como lo harán ahora, pues ya tienen la visa y los pasajes comprados para Inglaterra. “Por el compromiso que tiene siempre imaginé verlo en unos JJ.OO.
Así como hemos disfrutado de sus hazañas, hemos sufrido con los accidentes, como el que tuvo en los Juegos Panamericanos de Guadalajara (sufrió un hematoma renal de un centímetro en su muslo izquierdo). Fue terrible, yo por skype veía que no se movía”.
Ese episodio quedó en el pasado y ahora se prepara para observar a Emilio en el evento más importante a nivel olímpico. Él ya está en Londres y antes de armar su maleta Mireya le mostró los 4 dedos de una mano para recordarle las cosas que no puede olvidar: pasaporte, dinero, casco y chompa. “Sus uniformes se los lavo con el detergente que le encanta porque a veces los olores comunes lo ayudan a acercarlo a la familia”. (APS)
Ximena: “Me levanto a las 05:30 a hacer el desayuno”
Cuando a Ximena Sánchez, madre de Mauricio Arteaga, quien participará en los 20 km marcha en los JJ.OO., se le pregunta sobre su participación directa en el desarrollo de su hijo como deportista, manifiesta que “es un sacrificio que realizó la familia, pero que a la larga ha dado resultados”.
Y es que la progenitora del atleta de 24 años ha tenido que pasar muchas fechas especiales alejada de su hijo, debido a que él, desde el 2001, por motivos diferentes, se ha mantenido siempre concentrado en entrenamientos y competencias.
“El mayor esfuerzo se daba en época de vacaciones, porque íbamos a alguna parte y él no podía por sus entrenamientos; era complicado. Lo máximo que compartió con nosotros fue una semana”, sostiene la madre, desde su casa, ubicada en el sector de Caguarchimbana, sureste de Cuenca, días antes de que el andarín azuayo viajara a Londres.
Comenta que cuando Arteaga era niño, todos los 8 de agosto le compraba un pastel por su cumpleaños, pero esos festejos terminaron cuando la marcha se “metió” en el interior de su vástago y las competencias internacionales fueron prioridad en su vida.
“Cuando hace 2 años Mauricio estaba en un campamento en Alemania cumplió años, entonces le pedí a Rolando Saquipay (marchista) y Byron Piedra (fondista) que le consiguieran una torta. Luego de la celebración me mandaron las fotos y me hicieron sentir bien”, cuenta.
El inicio de Mauricio se dio en 2001, de la mano de Luis Chocho. Para que su retoño rindiera en los entrenamientos al máximo y mantuviese una alimentación nutrida, la preparación del desayuno iniciaba desde las 05:30.
Mauricio entrenaba al principio en el horario de la tarde, pero después cambió a la mañana (2006). Las prácticas del azuayo cuando está en Ecuador empiezan a las 07:00 bajo la tutela de la entrenadora Miriam Ramón. La progenitora era la encargada de levantar a Mauricio para que no se retrasase. “Tenía un sueño pesado, pero después el tiempo lo hizo más exigente consigo mismo y ahora se despierta solo”. (ACG)