Dos enormes telas blancas colgadas sobre las paredes del complejo de Carcelén sirvieron para proyectar las imágenes que trasladaron a la distancia el triunfo del Deportivo Quito 1-0 ante Emelec, ayer en la primera final por el título 2011.

Cerca de 350 personas se dieron cita en esas instalaciones, donde la cerveza, el cigarro y las papas con fritada recrearon el ambiente de estadio entre los hinchas que soportaron la incomodidad de ver parados todo el encuentro. Pero eso no importó, la emoción de festejar la media corona superó cualquier inconveniente.

Solo en la cancha de squash de nueve metros cuadrados y totalmente cerrada, los hinchas vieron sentados el compromiso con  una temperatura cercana a los 35ºC, muy similar a la que vivieron en Guayaquil los jugadores, ya que no había ninguna ventana para refrescar el intenso ambiente.

En el exterior un enorme parlante con el volumen en alto llevaba a través de la radio las incidencias del compromiso en el Puerto Principal.

El “Dale Quito dale” sonó a cada instante, mientras los sorbos de la cerveza helada dieron mayor entusiasmo a los seguidores, que convirtieron las instalaciones de la institución quiteña en una fiesta.

El carnaval se instaló cuando llegó la primera y única anotación del compromiso, obra de Fidel Martínez (29’). Ahí todo líquido fue esparcido entre los presentes y el abrazo entre desconocidos no faltó, como tampoco los gritos de euforia incontenible.

Hasta las mujeres y niños que tomaban sus clases de natación en la piscina, que queda en el interior del complejo, paralizaron sus movimientos para unirse al festejo, aunque muchas no sabían de qué se trataba. Fueron incesantes los coros de “Desde la Plaza saldrá el nuevo campeón. Vamos AKD”, hasta la finalización del primer período.

Entonces, fue el momento oportuno para refrescarse fuera de las instalaciones y respirar el frío viento que soplaba a esa hora en el norte de la ciudad. Las gotas de sudor rodaban por los rostros de los aficionados, que incluso sin camisetas salían para abastecerse de cervezas heladas que se expendían a $1.50.

Otros prefirieron dar unos pasos más, salir del complejo y adquirir cada cerveza en la tienda a 0.80 centavos y hasta un dólar. Tras el primer período se habían consumido 10 jabas de esa bebida.

No importó que el rival les haya privado de presenciar en vivo toda la emoción de esa final, al no entregarle los boletos para el Capwell. Al contrario, lucieron felices porque lo hicieron con toda la tranquilidad de encontrarse entre conocidos.

Ya bien abastecidos, retornaron a sus lugares para continuar con el apoyo a través de la TV. El intenso humo de los cigarrillos por momentos dificultaba la respiración de los presentes, por lo que varias veces salieron para sentir un aire menos contaminado y continuar el aliento.

Las llegadas del dueño de casa aceleraban los latidos de los hinchas, que cruzando los dedos esperaron el desvío de la pelota en cada ataque y solo volvían a su latir normal cuando el peligro pasaba y era la pelota controlada por sus jugadores.

Apenas concluyó el cotejo  se desató la euforia y fue ahí cuando retumbó el grito de “Somos campeones carajo”, que luego lo trasladaron hasta la avenida principal del complejo Carcelén, Clemente Yeroví, donde algunos seguidores se tomaron la vía, mientras los automotores con sus bocinas apoyaban la emoción de los seguidores del cuadro de la “Plaza del Teatro”, que están muy cerca de conseguir su quinta corona. 

El sábado a las 12:00 en el estadio Atahualpa se cumplirá el cotejo de vuelta en el que esperan dar la vuelta olímpica sin seguidores del equipo rival, como muestra de reciprocidad. (VNH)