Los apneístas obtienen su poder de las profundidades
El sonido de un motor fuera de borda acelerado a toda máquina, que acaba con el silencio habitual del océano, es lo único que escuchan los seis apneístas que parten rumbo al islote “El Pelado”, de la comunidad de Ayangue, en la costa ecuatoriana. Sus trajes de neopreno negros (wetsuits) los hacen parecer agentes dispuestos a cumplir una especie de misión secreta.
Pero a ellos no se les ha encomendado desarmar ninguna bomba, ni encontrar ningún tesoro en las profundidades del mar. Su tarea es dar la mayor cantidad de vueltas a un cuadrilátero de 15x15 a 10 metros de profundidad, con solo el aire que puedan contener en sus pulmones y estómago, en la prueba que se conoce como jump blue. Esto acontece un fin de semana x, porque de lunes a viernes el escenario cambia.
Son las 05:00 y estos seis seleccionados para el Mundial de Actividades Subacuáticas, que arranca hoy en Tenerife, ya se encuentran ataviados en sus wetsuits y con sus respectivas máscaras -al estilo Batman- con las que se sumergirán en lo más hondo de la piscina Olímpica.
Pero hacen un “stop” en su entrenamiento, se despojan unos minutos de sus máscaras y sus rostros dejan de ser anónimos. Gilda Rivadeneira, Roberta Arellano, Jennifer Reyes, Alfredo Rosado, Carlos Proaño y Marcelo Sampedro conversan al borde de la pileta con FANÁTICO y lo hacen partícipe de su mundo submarino.
El resplandeciente sol baña con sus destellos una pequeña cadena de plata que Gilda porta sobre su cuello y la hace brillar de manera intermitente, dándole un aspecto mágico. Ella se toca el dije (compuesto de dos delfines; uno grande y otro pequeño) y confiesa que fue un “regalo-petición”.
Al preguntársele, qué es eso, contesta entre risas: “Yo le pedí a un compañero (Benito Bravo) que me lo regalara ja, ja, ja. Lo tengo desde hace dos años y a partir de ese momento no me lo he quitado. Me encantan los delfines, me identifico con ellos, porque son animales inteligentes a los que les gusta el mar”, revela Gilda. En ese mismo elemento es en el que la guayaquileña asegura que le irá mejor.
“Mi fuerte es el mar. Es ahí donde soy yo; sumergiéndome, porque a mayor profundidad no escuchas nada; sientes solo el silencio absoluto y eso me da tranquilidad. Mi meta principal es posicionarme dentro de las tres primeras en jump blue y por qué no ganar y homologar el récord que ya hice en entrenamiento, que es de 144 metros.
En piscina, donde participará en dos modalidades, dinámica con equipos (que consiste en avanzar la mayor cantidad de metros con una monoaleta -aleta en la que se colocan los dos pies juntos-) y estática (que implica aguantar sin respirar lo más que se pueda, agarrado de un borde sin moverse), indica que lo entrenado también se verá reflejado en la alberca. Es más, revela cuál es su técnica.
“Yo canto: Un elefante se balanceaba..., cuando los números se me cruzan, sé que tengo que subir ja, ja, ja. A lo mejor mezclo los números con el deporte, porque soy ingeniera comercial y el trabajo me sigue”.
Por su parte, Alfredo Rosado, quien descubrió la apnea hace 5 años -antes era buzo con tanque y practicaba la pesca submarina-, considera que el mar también es su fuerte. El rival a vencer es su ‘tocayo’, Alfredo Röen, de España, que actualmente tiene la marca mundial.
Pero sin duda Rosado, quien posee el récord panamericano en esta modalidad, dice verse reflejado en una apneísta a quien confiesa admirar. “A mis 46, tengo para dar mucho más, el retiro no está en mis planes, esto te lo digo porque hay gente como la rusa, Natalia Molchanova, que tiene casi 50 años y sigue siendo campeona mundial y rompiendo marcas a cada rato; yo estoy papelito”.
Para este torneo además del trabajo en agua, Alfredo le ha dedicado hora y media diaria a correr y a hacer bicicleta de montaña.
En estática espera mantener su marca de 6 minutos y en dinámica con equipos topar los 200 metros (4 piscinas de 50).
“Hasta los 175 trato de no pensar en la distancia . Ya desde esa marca para adelante, digo bueno, ya estoy a punto de lograrlo: vamos. Cuando das el OK (marca que hace el apneísta concluida la prueba, para indicar que salió sin síntomas de asfixia) sientes que has logrado algo que te ha sido imposible por mucho tiempo, experimentas una satisfacción y un deseo de seguir mejorando. Antes todo se trataba de llegar a los 150, ahora estamos por los 200 y después iremos por más”.
La delegación también la integra Roberta Arellano, quien revela que cuenta con una terapista particular, a cuyas “sesiones” asiste antes de una competencia importante.
“Gladys (su hija) es mi psicóloga en casa. Me dice que me relaje, que me divierta y que me olvide de todo el mundo cuando estoy bajo el agua”.
En piscina actualmente posee el récord panamericano de 175 metros, pero su objetivo en Tenerife es topar los 200 o más. “Como ves, la mayoría usa wetsuits, pero casi yo no, en lo personal entreno en malla, para que cuando el agua se presente fría yo sienta que está temperada, porque ya me encuentro adaptada a temperaturas bajas”.
Asimismo, se siente orgullosa de ser parte del proceso, gracias al cual, Ecuador tiene un nombre a escala mundial.
“Nosotros vamos a ubicarnos en el ‘top ten’, de entre 200 competidores; nos escriben de otros lados para saber si vamos a competir o no; están pendientes de nosotros”.
Otra de las chicas es Jennifer Reyes. Ella fue la última en clasificarse al mundial y lo hizo demostrando que es una “mujer de competencia”. “Solo entrené dos semanas y entré, eso debido a que yo lo doy todo en los torneos, voy más allá de lo que pienso... esa es mi característica”, comparte esta estudiante de educación física, quien afirma que cuando está bajo el agua piensa en tres personas: su hija Dana, su padre William y su entrenador, Freddy Toledo.
“Imagínate la cara que va a poner Freddy si no hago la marca, eso me da más miedo que no cubrir lo que debo, ja, ja, ja”.
Carlos Proaño, infografista de profesión, descubrió esta disciplina hace poco más de un año. Antes de esto hacer deporte para él se resumía en ‘pelotear’, pero cuando se dio cuenta de que ya no le daba el físico, el también guitarrista de una banda de rock de garage (Víbora Julieta), decidió que debía darle un giro a su vida.
Se metió a la apnea y resultó ser que era innato; en poco tiempo ya obtuvo un buen nivel y ahora está en Tenerife.
Marcelo Sampedro completa la delegación. Previamente al viaje fue “bautizado”; le cortaron el pelo, pero no lo hizo un estilista, sino su entrenador. Para no exhibir ese estrambótico “look” con el que quedó, decidió “pelarse” y así asistirá al Mundial, rapado.