Limpieza, otra carencia del Atahualpa
La última remodelación de la parte interna del estadio Olímpico Atahualpa fue antes de la Copa América de 1993. Se pintaron paredes, se cambiaron algunas baldosas de los baños y se trazaron las gradas del escenario. Desde entonces hasta la actualidad, las mejoras han sido menores y solo se ha hecho un trabajo en los graderíos.
En el sector de palco se ubica el bar El Quinde desde hace 50 años. Cuatro generaciones han pasado por el lugar que vende tortillas con hornado, guatita, papas con cuero, seco de pollo, empanadas de morocho y sánduches de pernil.
En la actualidad, 5 puestos operan en el lugar, pero existe una mayor capacidad. Sin embargo, Roberto Salas, encargado de un puesto, aseguró que muchos optaron por dejar el lugar porque allí solo tienen acceso las personas de palco y de las cabinas.
Cada uno es responsable de la limpieza de su lugar, pero por el tiempo y el uso las baldosas verdes y blancas del piso están manchadas. A pesar de que existen ductos de succión para evitar que los olores se propaguen, es inevitable que se perciba el olor de las comidas en las gradas de acceso hacia los palcos VIP y las cabinas de prensa.
“La comida es buena y es verdad que no se encuentran empanadas de morocho como las de aquí, pero la imagen debe cambiar. Todo es como antiguo y algo oscuro. Los que venimos siempre al estadio sabemos que el bar está ahí, pero no existe señalización”, dijo Marcelo Vela.
La Asociación de Trabajadores de Espectáculos y Eventos Públicos de Pichincha tiene un convenio con la Concentración Deportiva de Pichincha y cada usuario de los puestos debe cancelar entre $ 10 y $ 30, dependiendo de la importancia del partido. En un cotejo de la selección un puesto puede vender unos 150 platos, mientras que en uno del torneo nacional llegan a 50.
Esa es la área más grande destinada para las comidas en el estadio, mientras que en el resto de ubicaciones existen 29 quioscos de alimentos y 8 bares más pequeños.
Esos puestos, que expenden una comida similar al del bar, además de los expendedores de cerveza y otros comerciantes menores, están en todas las áreas del estadio. Ellos transitan por las gradas de las localidades y en muchos casos dificultan la visibilidad de los aficionados hacia la cancha.
Eso cambió hace algunos años en la localidad de palco, pues los vendedores no pueden ingresar a ese lugar mientras se dispute el encuentro y solo pueden hacerlo en el entretiempo.
Los desechos que quedan de los recipientes de comida, los vasos usados de cerveza y el papel picado, entre otros elementos, se ven desperdigados en todas las localidades. Apenas termina el partido, recicladores ingresan al escenario y recogen, sobre todo los vasos plásticos, que pueden recibir un tratamiento posterior.
El resto de basura queda acumulado en las gradas y enseguida empieza un operativo de limpieza a cargo de cinco trabajadores de la CDP. Ellos deben dejar listo el escenario para el siguiente encuentro y tardan por lo menos tres días en limpiar los graderíos, si se trata de un encuentro sin tanta concurrencia. Si es uno con estadio lleno, demoran cinco días y el número de personal se incrementa a ocho.
“Trabajamos entre 8 y 11 horas diarias para dejar listo el escenario. Cuando se trata de un partido con asistencia regular, sacamos 40 fundas grandes de basura, pero si es uno de la selección, por lo menos salen 300”, aseguró Dixon Guarnizo, encargado de limpieza del Atahualpa.
Otro aspecto en cuanto a la limpieza son los baños públicos del lugar. En total son 14 -entre todas las localidades- y cada vez que una persona usa las instalaciones debe cancelar $ 0,10.
La CDP tiene un convenio con un grupo de madres desempleadas. Ellas realizan la limpieza de las baterías sanitarias desde hace 5 años.
Laura Silva es quien dirige a un grupo de 20 madres, la mayoría de la tercera edad, enfermas y con pocas posibilidades de encontrar un trabajo mejor por su condición. “La CDP nos abrió las puertas, sin un compromiso laboral. Estamos agradecidas porque es algo necesario para nosotras porque no tenemos algo fijo”.
Lucila Velasco es una de las trabajadoras. Ella tiene problemas del corazón que no le permiten hacer labores de mucho esfuerzo físico.
Ellas reciben lo que la gente les entrega, pero con la nueva ordenanza será prohibido que se cobre por ese servicio.
En el artículo 13 de la Ordenanza sobre Regulación y Control de Espectáculos Deportivos Masivos se determina que el propietario del escenario debe encargarse de que el uso de las baterías sanitarias sea gratuito y, además, que tengan mantenimiento permanente.