Tres horas antes de que se iniciara la séptima edición de la Copa El Retorno, Kevin Freire, de 15 años, arribó al punto de concentración de los nadadores, ubicado aproximadamente a 10 metros de la orilla de la laguna de Yahuarcocha, en Ibarra.

Lo acompañaban sus padres. Tenía puestas unas gafas que protegían sus ojos, un calentador negro y una camiseta celeste que lo identificaba como miembro del equipo Regatas, de Quito. En su mano derecha sostenía un bastón que diariamente le ayuda a caminar sin tropezar.

A pesar de su discapacidad visual, sin ninguna dificultad se colocó la indumentaria para atravesar nadando un circuito de 500 metros.

Muy concentrado comenzó su rutina de calentamiento, pues desde hace varios meses, según Carlos, su padre, se propuso el objetivo de bajar su marca personal impuesta en la sexta edición del certamen. En  esa ocasión Kevin registró un tiempo de 15 minutos y 13 segundos.

La categoría especial, donde participaron 13 atletas con capacidades diferentes, fue la primera en saltar al agua. Nadadores con síndrome de Down, autismo, ceguera y problemas de aprendizaje mostraron su habilidad  durante 8 minutos.  

Luego de dos meses de intenso entrenamiento, Kevin redujo su marca casi a la mitad, es decir, registró 8 minutos y 21 segundos en los 500 metros y se colocó en el primer puesto. Sin embargo, tanto él como los otros 12 atletas recibieron un trofeo con el que los organizadores los reconocieron a todos como triunfadores. 

El nadador, luego de conseguir su objetivo, aseguró que su próxima meta es llegar a formar parte del equipo ecuatoriano que participará en los juegos paralímpicos. “Cuando estoy en el agua me olvido de mis problemas y  de mi discapacidad. Ahí me siento vivo”.

Minutos más tarde llegó el turno de más de 100 nadadores federados de las categorías infantil, juvenil, máster, militar y policial. Ellos debían recorrer 2.500 metros en las heladas aguas de Yahuarcocha, cuyo nombre  en quichua significa “lago de sangre”.

Desde un bote impulsado con un motor fuera de borda, uno de los jueces marcó el inicio de la travesía con un disparo al aire. Nadadores de todas las edades intentaron  mantener el ritmo del imbabureño Kevin Granada,  de  13 años, quien se desprendió del pelotón cuando había recorrido apenas 100 metros.

Pero Emily Manosalvas, de 11 años, miembro del equipo de la Federación Deportiva de Imbabura (FDI), con su estilo libre, impidió que Granada, del club Elege, se le escapara. Durante toda la competición conservó una distancia de tres metros. En la recta final, Emily remató e intentó ponerse por delante de Granada, quien imprimió mayor velocidad y llegó a la meta antes que Manosalvas.

Granada registró un tiempo de 37 minutos y un segundo,  con lo que se convirtió en el ganador de  los 2.500 metros y en el campeón de la categoría juvenil masculino. “Esta es la quinta vez que participo en la travesía a la laguna de Yahuarcocha y, asimismo, es el quinto triunfo que consigo”, manifestó Kevin Granada, catalogado por sus entrenadores como una promesa de la natación ecuatoriana.

Por su parte, Emily Manosalvas, además de su segundo puesto en la clasificación general de los 2.500 metros, obtuvo la victoria en la categoría juvenil femenina. La representante de la FDI registró un tiempo de 37 minutos y 2 segundos. El podio lo completaron Génesis Rodríguez, de la FDI, y Samanta Castillo, del club Elege.  

Quince minutos después de la partida de los competidores de los 2.500 metros, saltaron al agua los más de 90  participantes de la categoría élite. Cuando recién habían transcurrido 5 minutos, el guayaquileño Jhonatan Vivero y la imbabureña Mishel Tixe se habían separado del pelotón al menos 10 metros. A partir de ese momento comenzó el duelo entre los dos atletas, de 15 y 21 años, respectivamente.

Luego de 70 minutos de competencia, Jhonatan Vivero, del equipo Coello, se proclamó campeón de la categoría élite  con un tiempo de 1 hora 10 minutos y 30 segundos. El segundo lugar en esta clase lo ocupó Santiago Proaño, del Club Varadero, con un tiempo de 1 hora y 12 minutos.