Orden y mucha tranquilidad se vivió ayer en los alrededores del estadio Atahualpa, previamente al duelo por el título 2011 que protagonizaron  Deportivo Quito y Emelec.

Pese al frío de la mañana, 10 grados, los quiteños madrugaron para asegurar un buen puesto en la final. Desde las 07:00 la hinchada de ambos planteles se encolumnó en las cuatro puertas de acceso al escenario deportivo por el lado norte. Unos vestían de “azulgrana” y otros la azul “eléctrica”. Se encontraron en instantes, pero sin ningún inconveniente entre ellos.

Toda la atención estuvo centrada en la preferencia y general noroccidental, los lugares característicos para las dos aficiones. En el resto de localidades hubo muy poco movimiento, por eso los revendedores comercializaron las entradas a los mismos valores: la general: $15, tribuna $30 y palco $60; incluso con el transcurrir de los minutos los precios disminuyeron.

El ambiente se prendió con el “Vamos AKD, que la vuelta queremos dar, AKD de mi vida no me podés fallar”, cántico con el que llegaron los miembros de la “Mafia Azulgrana” al estadio y provistos de todos los instrumentos para impulsar al plantel a la quinta corona.

En cartones se acomodaron 10 mil rollos de sumadoras y las 100 astas y telas de las banderas. El ritmo lo impusieron los 15 tambores, 2 trompetas e igual número de güiros, instrumentos que fueron los primeros en ingresar al graderío.

En menos de 30 minutos la preferencia se engalanó con las extensas banderas que cruzaron todo el ancho de ese sector.

Similar situación ocurrió en la general noroccidental, donde los visitantes pintaron de azul y plomo aquel sector del estadio.

Precisamente aquí hubo el mayor control policial. Cada aficionado era revisado hasta tres veces por los gendarmes para evitar que objetos de vidrio y botellas ingresen al estadio.

Inclusive se prohibió la entrada de aficionados con aliento a licor. Por eso los hinchas visitantes, que llegaron en cuatro buses desde Guayaquil, dejaron las botellas de alcohol en el suelo y disimuladamente dejaron caer su contenido sobre el parterre.