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El Telégrafo
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Fisicoculturista Freddy Obando tiene una rutina para ejercitar su sonrisa

Fisicoculturista Freddy Obando   tiene una rutina para  ejercitar  su   sonrisa
16 de diciembre de 2012 - 00:00

“¿Contar cachos?, para nada. No los cuento, los pongo”, dice  Freddy Obando antes de soltar una  carcajada. La sonrisa en el rostro del campeón mundial de fisicoculturismo, categoría 65 kilos, contrasta   con la rudeza de su cuerpo. Para él no es nada complicado bailar en media calle o esconderse tras una pared con el propósito de asustar a alguien. Si bien llama la atención por sus músculos, nadie diría que en esa figura de “He-Man” de 1,62 metros, cabe un diestro mecánico automotriz, talentoso bailarín, instructor deportivo, aficionado al buen fútbol y empedernido mujeriego. 

Freddy alguna vez quiso ser futbolista, pero no pasó de las ligas barriales.  Recuerda que hace 16 años fue compañero de Franklin Salas en uno de los equipos de la Liga  Jaime Roldós. La última vez que “peloteó” fue hace 5 años, en el club Conquistador de La Floresta (centro norte de Quito)  A los 18 años  se graduó como mecánico  automotriz y ese oficio lo ejerció hasta 2009, cuando le dijeron que tenía condiciones para competir en fisicoculturismo, disciplina a la que ingresó por hobby.

Ese fue, a la vez,  el inicio de su carrera como instructor. “Antes sabía de máquinas a motor, ahora el motor de las máquinas del gimnasio soy yo”, comenta y vuelve a reír. Todo va bien hasta cuando le toca hablar de  su   familia. Antes de hacerlo,     respira profundo,  calla  y  “calibra”  en su  mente las palabras que piensa “disparar”. 

Su memoria proyecta a Dolores Ordóñez y a Samy. En 1999 Dolores, su madre, murió en labores de parto. Fue triste, la ilusión de la progenitora era tener una hija, mucho había lidiado ya con sus cinco varones. Lastimosamente Samy, su hermana,  tampoco sobrevivió.Nueve años después también se quedó sin hermano, Cristian desapareció sin dejar rastro. Se tramitó una  denuncia, pero hasta el momento  no se sabe nada de él.

En la actualidad Cristian habría tenido 32 años, dos más que Freddy.Otro momento duro fue separarse de Liseth Estefanía, pareja con quien convivió seis años. No se queja, sus hijos Anthony, de 6 años y Anahí de 4, aplacan ese dolor. Con Liseth mantiene una buena amistad.  Ahora vive solo, con el tiempo a “full”. Además de entrenar a otros se entrena a sí mismo. Tanta ocupación le deja 4 horas para dormir. Ese ritmo le definió nuevas preferencias en los fines de semana. Los sábados y domingos duerme, duerme mucho; ve películas de acción y, si se anima, sale a bailar. Prefiere la salsa, en especial la de Maelo Ruiz. 

El mal humor

No comer bien lo pone mal genio. Un día su entrenador le reclamó por romper la dieta. En fisicoculturismo este régimen  es básico ya que  comerse un chocolate, por ejemplo,  puede echar a perder el trabajo de cuatro días. Freddy entendió, dice su mejor amigo.

Por eso, el título mundial que obtuvo en noviembre pasado  es fruto de ese esfuerzo.Para  quien le gustan los secos, una dieta es el equivalente a  no consentir a su  estómago. Aunque de vez en cuando, dice,  es bueno también  alimentar el orgullo.

Y esa noche, la del sábado 10 de noviembre de 2012, Freddy Obando nutrió la autoestima de los ecuatorianos, por lo menos el de la mayoría.Hace dos años, Luis Tenorio conoció a Freddy en un  gimnasio, fue su alumno y ahora es su amigo y compañero de labores. Ambos trabajan como instructores en el  Stronger (Carapungo), cuyo propietario es  Jorge Troya, asesor técnico de Freddy.

Luis labora en la  sucursal de la vía a Marianita; Freddy, en la que está ubicada en el centro de la urbanización. Luis aprecia mucho al campeón, admira su sencillez y ese gran sentido del humor que, cuando se distancian, termina por acercarlos. Es que a veces Freddy toma a mal las sugerencias sobre la organización del gimnasio, no le gusta que lo subestimen. El buen humor lo pierde en épocas de preparación. Las dietas lo someten a sacrificios que le borran la sonrisa, pero nada imposible de recuperar con algo que le entretenga. Freddy es muy hábil para arreglar artefactos, instalaciones eléctricas.  

Como   todos,  Obando  relaciona una afinidad con otra. Le encanta la mecánica y  le fascinan los autos. Le gusta que sus novias  se preocupen por  mantenerse en forma, por eso no escatima detalles cuando de conquistar a una “belleza” se refiere. Las mujeres son  su debilidad. Constantemente Luis le aconseja retomar los estudios, más ahora que es un deportista de alto nivel. Sugerencia similar es la de Jorge Troya, quien reconoce en Freddy a un  tipo honesto, pero falto de capacitación en nuevos métodos de nutrición. Jorge Matute es su  principal adversario, a escala nacional,   en la división 65 kilos.

Él lo califica de “honorable y ocurrido”. Cuando se enfrentan son verdaderos duelos, lo bueno es que se respetan. Gane quien gane siempre se buscan para darse la mano. La rivalidad es relativa, opina Matute. Se mantiene cuando compiten por intereses particulares, desaparece cuando representan a Pichincha o al país. El Mundial que se efectuó en Guayaquil en noviembre pasado  les dejó muchas  experiencias, nunca antes dos ecuatorianos ganaron en el mismo peso primer y segundo lugares. Pese a ser rivales, la  presea de plata de Matute fue otro motivo de felicidad para Obando.

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