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“Felipao” y Castillo nos hacen soñar

“Felipao” y Castillo nos hacen soñar
13 de octubre de 2012 - 00:00

El estadio Atahualpa continúa invicto y la selección nacional ha conseguido algo que no había logrado: cinco triunfos al hilo en la Eliminatoria, los mismos que lo encaminan al Mundial de Brasil 2014.

Esta vez Cristian Benítez definió como los grandes atacantes, pero en frente estuvo el arquero Miguel Pinto, el defensa Felipe Seymour y el horizontal para salvar a Chile. Todas esas jugadas llegaron tras centros de Renato Ibarra, el llamado a reemplazar a Antonio Valencia.

El jugador del Vitesse holandés lució nervioso al inicio, pero conforme avanzó el partido realizó jugadas de peligro.
Ya a los 10 segundos avisó Joao Rojas con un tiro desviado que hacía pensar que las llegadas no demorarían en aumentar. Sin embargo, los chilenos empezaron a dominar el balón con más efectividad, pero sin atrevimiento para llegar al arco de Alexander Domínguez.    

La hinchada visitante, regada en el palco, tribuna y general norte, se animó por el juego de su selección. El clásico “Chi-Chi-Chi, Le-Le-Le, viva Chile” era opacado por las pifias de los locales. Ellos lucían inquietos por la poca presencia en el ataque.

Y “paciencia” pidió durante la semana el DT Reinaldo Rueda a varios jugadores, lo que al final resultó, pues la “Tricolor” llegaba con prudencia, como calculando el golpe para derribar al contendor.     
La hinchada, que nunca se desesperó, despertaba por momentos, eso sí, estuvo pendiente de que no lloviera.

Todo el “arsenal” de paraguas, ponchos de agua y abrigos estuvieron de más, pues los pronósticos de lluvia una vez más fallaron.  

El ritmo era lento por parte de la selección local, hasta que encontró por la banda derecha a Ibarra, a quien no le pesó ser el reemplazo de Valencia y  superó varias veces a su marcador para buscar el centro.
Así llegaron tres jugadas casi calcadas: centro de Ibarra y cabezazo de Benítez, que el golero, un defensor y el horizontal no tardaron en impedir.    

“Ya llega el gol” era el comentario constante que hacían los aficionados después de esas acciones. Pero lo impensado llegó.    

Chile, que poco o nada había mostrado, se encontró con un gol a los 25’. Mauricio Isla lanzó un centro sin dirección ni destinatario, con mala fortuna para Juan Carlos Paredes, que pensó que a sus espaldas entraba un chileno y en su intento de rechazar la mandó adentro.

El mundo se le vino encima y solo atinó a llevarse las manos al rostro. Enseguida llegó Segundo Castillo para levantarlo y animarlo.

A Ecuador le costó despertar; haciendo una analogía, fue como si un boxeador cayera a la lona por primera vez y se levantara sin ánimo para seguir con la pelea. Pero ese letargo fue corto. El invicto de goles terminó en el estadio Atahualpa, pero algunos bromeaban con que el gol lo hizo un ecuatoriano. 

Un toque de suerte y también el talento de Felipe Caicedo le permitieron igualar el encuentro apenas 8 minutos después del infortunio (33’). Luis Fernando Saritama quitó un balón con fuerza y salió despedido hacia los pies de “Felipao”.

Con velocidad arrancó hacia la puerta rival, eludió a Miguel Pinto y de derecha su pierna menos hábil marcó el empate.

La gente se prendió y tenía confianza de que en la segunda parte del partido se lograría el triunfo. Incluso Segundo Castillo se animó a hacer unas fintas, ajenas a su estilo.  

El “Chucho”  ahora no desperdició las que tuvo. Más bien definió de la mejor forma y antes de que terminase el primer episodio intentó una vez más, cuando un remate suyo se desvió y salió a centímetros del vertical.

Ya en el segundo tiempo, Paredes levantó su juego y no se dejó vencer por su error. En varias ocasiones se animó a pisar el área rival, combinando con Ibarra.  

Jaime Vera, asistente de Claudio Borghi, daba las indicaciones a los gritos. Los suplentes calentaban detrás del arco norte y desde las gradas de la general los hinchas lanzaban rollos de papel con dirección a los chilenos. La policía controló rápidamente esta actitud para que no se dañase el espectáculo.

Ibarra continuaba con su gran labor y en una jugada con velocidad llegó al área, siendo   derribado por Pablo Contreras, que fue expulsado.

Caicedo quería su segundo tanto y ya había marcado de penal en los dos juegos anteriores.
Antes de ejecutar el disparo pasaron cinco minutos, pues el juez de nacionalidad brasileña, Heber López, no estaba satisfecho con la ubicación del balón.     

Pinto atajó el penal, pero el rebote le quedó al mismo Caicedo, que solo la empujó para concretar la remontada en los primeros minutos.

Rueda quería cerrar el partido con otro tanto, pero a la selección le costó  a pesar de que Chile tenía para ese momento  a  10 hombres. 

Los  chilenos empezaron a atacar y lejos de cuidarse de no recibir más goles,  pusieron a Junior Fernández, Eduardo Vargas y Mark González para llegar con más contundencia al arco de Domínguez. 

Fueron 10 minutos de nerviosismo por las corridas constantes de Alexis Sánchez y la habilidad de Vargas; sin embargo, nunca se animaron a rematar al arco.

El premio final llegó en el último minuto adicional: Ecuador cuidaba con recelo el esférico y llegó un tiro libre cerca del área. Fue entonces cuando Montero lanzó el centro y apareció Castillo para anotar.

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