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El Telégrafo
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“Enlodado hasta la cabeza y sucio hasta los dientes terminé la carrera”

“Enlodado hasta  la cabeza y sucio hasta los dientes terminé la carrera”
12 de junio de 2012 - 00:00

El sol pega fuerte, tanto que la tierra bajo mis pies parece emitir pequeños destellos. El sudor rueda por mi frente, y eso que aún no he empezado a correr.   Estamos todos en el punto de partida,  en el Cerro 507, km 11,5 vía a la Costa (entrando por la urbanización Torres del Salado) y el calor que emiten los cuerpos de la gente que me acompaña antes de arrancar con la “Lodiza” es brutal.

Son las 08:00 de un sábado y el pitazo del juez desencadena la salida acelerada  de los corredores. El primer obstáculo consiste en subir a una volqueta de color verde. Algunos comienzan a caerse en el intento por escalar el camión, pero se levantan y continúan sin importar los raspones y moretones. Luego ascendemos una montaña, reto que me lleva  como 15 minutos. Ya han quedado algunos compañeros atrás.

El camino nos conduce a una cantera, allí la tierra es más fina y se vuelve resbalosa. El terreno es irregular, con subidas y bajadas,  lo que  causa un desgaste  considerable.

Tras 10 minutos más trotando  y tomando un atajo lodoso, me topo con la “trampa de oso”, una especie de red de pesca levantada a 40 cm del suelo, paso  por debajo como comando.  Enlodado  hasta la cabeza y sucio hasta los dientes, corro en plano hasta el primer punto de registro en el 507, en ese lugar realizo diez saltos “burpees alegres”, que son  sentadillas en las que hay que   sonreírle al juez que   lleva la cuenta.

Ahí me entregan un zuncho negro que certifica que he completado gran parte del recorrido, luego me toca saltar sobre unas piedras redondas en  una especie de río seco hasta llegar a un sendero de cañas... y otra vez esas grandes  rocas. Es imposible no  sentir un punzante dolor en las piernas a ese  ritmo.

Corro 15 minutos y debo pasar en medio de dos tubos metálicos gigantes que me llevan a la “trinchera del diablo”, algo parecido a la “trampa del oso”, pero en vez de una red sobre mi cabeza hay una malla de alambre de púas, luego otra volqueta se cruza en mi camino, pero lo bueno es que el balde está lleno de agua y uno puede refrescarse.

El siguiente desafío es la “monkey bar” (pasamanos). Si te caes, debes pagar con flexiones. Acto seguido llegas a un lago, hay que nadar 50 m y tras correr 10 minutos se debe atravesar una cortina con electricidad de bajo voltaje. Ahí se llega al mismo punto de partida... ¡Uff!

El ganador fue Pedro Nuques, con 44.42.9. Nosotros, el equipo Maori 5, marcamos un tiempo de 1:18.

Carlos Proaño-El Telégrafo

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