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El wingsuit, un deporte extremo que inquieta a Francia

El wingsuit, un deporte extremo que inquieta a Francia
21 de agosto de 2013 - 00:00

El “wingsuit”, un deporte de alto riesgo que consiste en planear sobre el perfil de una montaña a unos 160 kilómetros por hora, con un traje que incorpora membranas a modo de alas, ha sembrado inquietud en Francia tras la muerte de cinco de esos “hombres-pájaro” este verano, tres de ellos en los últimos días.

“Es muy espectacular, produce imágenes muy bonitas, pero es muy peligroso”, resumió Jean-Michel Poulet, director técnico de la Federación Francesa de Paracaidismo, organismo que no reconoce el “wingsuit” entre sus disciplinas.

Un alemán, un polaco, un británico y dos franceses han perdido la vida en Francia desde el pasado 26 de julio, a los que se suma la muerte del paracaidista que dio vida al agente secreto James Bond en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Mark Sutton.

La práctica de esta disciplina provoca la muerte de una veintena de personas en todo el mundoEl doble volador de 007 se estrelló el pasado 14 de agosto contra una colina rocosa de los Alpes suizos, tras saltar de un helicóptero a 3.000 metros de altura, lo que ha generado dudas sobre un deporte desconocido para el gran público que causa una veintena de muertos al año en todo el mundo.

Los planeadores de “wingsuit” practican el salto desde base, es decir, se dejan caer desde un acantilado o desde una cumbre enfundados en un traje que les hace parecer murciélagos y que cuesta desde unos 500 euros el modelo más sencillo a unos 1.500 por un diseño para expertos (entre 650 y 2.000 dólares).

Parte de la belleza del salto, que dura unos dos minutos a velocidades que pueden alcanzar los 200 kilómetros por hora, reside en volar muy cerca del contorno de la montaña a lo largo de varios kilómetros, antes de aterrizar con un paracaídas. “Planean muy cerca del suelo y de los árboles, como pájaros”, explica Poulet.

El “wingsuit” (traje alado) solo es apto para quienes acrediten una sólida experiencia como paracaidistas, con al menos 500 saltos de caída libre convencional o 200 saltos en los últimos 18 meses, esto para quienes quieran hacerlo desde un avión bajo y el paraguas de la Federación, que no ampara los saltos desde acantilados y montañas, en los que se registra la mayoría de los accidentes.

Su origen se remonta a 1930, pero la práctica moderna de este deporte la inventó a mitad de los años noventa del pasado siglo el francés Patrick de Gayardon, fallecido en Hawai en 1998 probando una nueva versión de su traje.

Desde entonces ha ido ganando adeptos y en Francia se calcula que hay unos 300 aficionados. Algunos de ellos buscan saltos en otros países, como Suiza, Noruega, China, Estados Unidos o España, donde también se practica.

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