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El Telégrafo
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El parkour, “arte callejero” lleno de riesgos y obstáculos

El parkour, “arte callejero” lleno de riesgos y obstáculos
17 de julio de 2012 - 00:00

“No somos ladrones, como la gente piensa cuando nos ve entrenando en el Parque Rojo”, fue lo primero que expresó Luis Iriarte, líder de la agrupación parkour Guayaquil, al preguntársele sobre la práctica de este deporte.

El atleta busca que la disciplina atraiga a más personas, y es por ello que ahora entrena con su grupo de 20 chicos en el Maori Crossfit, los fines de semana, para que quienes acudan al lugar conozcan más sobre el parkour y se animen a integrarse. 

Y es que desplazarse de un punto a otro lo más “fluidamente” posible, usando las habilidades del cuerpo humano, es la rutina diaria de los aprendices del parkour, a quienes se los puede observar saltando sobre llantas de camión, sillas y algunos obstáculos que se ponen por delante. Aquí el factor común es la concentración para evitar fuertes caídas.

“Tenemos dos años practicándolo en Guayaquil, empezamos con tres amigos, pero este año se integraron más personas. A ellos les hemos dado consejos para que no sientan miedo cuando realizan algún salto. Acá demostramos lo que  nuestro cuerpo es capaz de realizar”, añadió Luis, quien es estudiante de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol).

A su lado estaba Mario Robalino, quien vive en Quito y enseña sus destrezas a los capitalinos. El deportista contó que admiran a David Belle, fundador de esta disciplina cuando tenía 15 años (1988).

Este “arte”, como lo llaman sus seguidores, es considerado como una filosofía de vida para ellos, ya que el  practicarlo les ha ayudado a superar desafíos y miedos en su vida personal. “Para realizarlo necesitas un exigente entrenamiento físico, aparte de la concentración y tener siempre la cabeza fría. Debes tener en cuenta que el único obstáculo fuerte y pesado es tu mente”, indicó Robalino.

Para los practicantes más experimentados, como Luis Enrique Guzmán, el parkour constituye una “ideología” adaptable a cada persona, ya que  para cada practicante significa una cosa distinta.

Para unos simplemente es un deporte con el que se entretienen y pasan momentos de relajamiento con sus amigos; pero otros pueden sentirlo como un arte con el que se expresan, con el que demuestran un afán de autosuperación, o también recorrer caminos diferentes al resto de la gente.

A los aficionados de este deporte se los llama “traceurs”. Iriarte enfatizó que nuncan molestan a nadie y que tampoco ponen en peligro su propia vida, puesto que siempre están seguros de que conseguirán un salto casi perfecto.

También destacó que el parkour no es competitivo, es individual y cada cual establece sus propios parámetros. Algunos traceurs optan por hacer reuniones masivas en las que se muestra a los demás el progreso, la técnica y otras características. Esto es muy común en los parques del sur de Quito.

El objetivo del parkour es el movimiento libre y fluido. No existe ninguna regla y su lema es: “Ser y durar”. Otra de las ventajas para quienes realizan esta actividad es que, para entrenar, no necesitan un uniforme especial,  instrumentos ni cancha. Tan solo es necesario un calzado deportivo cómodo, que tenga un buen agarre y amortiguación. Esto es importante, dado el gran número de impactos que recibe todo el cuerpo durante la ejecución de los saltos.

Por lo general, pantalones largos y camisetas cortas son la ropa que se utiliza. No se recomienda usar guantes, para que las manos se acostumbren a las recepciones y agarres.

Movimientos

Uno de los desplazamientos básicos de parkour es el “speed”, que consiste en sobrepasar el obstáculo de la forma más rápida y fluida posible, apoyado en una mano. Otro es el “pasavallas”. Se corre de frente hacia el obstáculo, para apoyarse con la mano izquierda o derecha y el pie contrario a la mano para que el movimiento sea cómodo.

El “ladrón” es como el “pasavallas”, pero termina en posición de rompemuñecas para impulsarse más lejos con los brazos. Este es uno de los trucos que más práctica requier  para evitar una lesión al ejecutarlo, debido a que todo el peso recae sobre la mano.

El ejercicio más complicado es el “giro de 180 grados”, que se desarrolla con un desplazamiento en el que se da media vuelta con las manos. Este se usa para acabar de espaldas al otro lado de un muro o valla, terminando en posición de salto.

Uno de los más divertidos es el “gato”, un salto en el que se flanquea un obstáculo apoyándose en él con las manos en paralelo, para después pasar las piernas juntas y flexionadas entre el hueco que dejan los brazos en su apoyo sobre el obstáculo.

En Guayaquil, para las personas que deseen observar o unirse a la práctica de este deporte pueden asistir de martes a viernes al Parque Rojo, ubicado frente a la Universidad Estatal, de 19:00 a 21:00. (AP)

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