Fue uno de los primeros en llegar al estadio Atahualpa y desde el palco, el técnico español de El Nacional, Manuel Tomé, registró en su libreta  cada uno de los movimientos de sus nuevos jugadores.

Existe un dicho que asegura que la primera impresión es la que cuenta cuando dos personas se conocen o enfrentan alguna situación. Y la que se llevó Tomé ayer fue positiva. Los “puros criollos vencieron 3-1 al Deportivo Cuenca, en Quito. 

“Manolo”, como lo conocen, compartió sus criterios todo el tiempo con el gerente deportivo, Iván Vásconez. Incluso observó el accionar del elenco de reserva que cayó 3-0 también ante los “morlacos”, en el inicio de la programación.

Pero eso no lo inquietó tanto, como sí la ventaja que tomó el rival, en el partido estelar, a los 11 minutos. Se sorprendió por la facilidad que dio la zaga para que el delantero visitante, Miller Castillo, concretara con eficacia su remate.

Los cuencanos manejaron con eficacia el balón en la media cancha. En ese sector, el argentino Damián Manso tuvo  facilidades para habilitar a los atacantes.

Los locales se desesperaron, mas las indicaciones del asistente Orlando Narváez pronto surtieron efecto y cambiaron totalmente su despliegue en la cancha.

El espigado atacante, Eber Caicedo, en reiteradas ocasiones llegó sobre el arco de Marcelo Ojeda, pero careció de la puntería y fuerza para definir.

Fue el volante Miguel Bravo, quien ejecutó de forma perfecta un tiro libre que terminó en el fondo de las redes visitantes e igualó el marcador a los 43 minutos. Así se fueron al descanso.

“Veo que los jugadores manejan bastante bien el balón, pero creo que hay que corregir el accionar en la cancha cuando no tienen la pelota, en eso hay que trabajar”, puntualizó Manuel Tomé.

En la segunda etapa, el juego de los dueños de casa mejoró y los goles llegaron de inmediato para la tranquilidad absoluta.

Primero fue el cumpleañero de la jornada, el esmeraldeño Juan José Govea, quien se autorregaló en su aniversario 22 una anotación, que la coreó a todo pulmón, a los 57’.

A jugada seguida, apenas ingresó a la cancha, Édison Preciado, estuvo “fino” para empujar el balón y poner la tercera conquista, a los 59 minutos, para el triunfo final.

En el graderío el delirio fue total entre los cerca de 4.000 aficionados que se dieron cita en el escenario.

Con esa ventaja, el elenco de las Fuerzas Armadas bajó su velocidad, dosificó sus energías y jugó con la desesperación del rival, que no pudo componer su accionar y su producción ofensiva.