A Carini le preocupan los 2.850 metros de Quito
Son las 15:00 del viernes 4 de enero. La temperatura en Quito registra 19 grados centígrados. Después de bajar del avión que lo trajo desde Uruguay, el arquero internacional Fabián Carini se instala en su primera casa en Quito: la habitación 422 del Hotel Akros.
Conoce la zona donde está ubicado (avenida 6 de Diciembre y calle Checoslovaquia). El hotel se encuentra a cinco cuadras del estadio Olímpico Atahualpa.
Recuerda muy bien ese mítico escenario. Jugó en él en dos ocasiones: el 7 de noviembre de 2001 y el 8 de octubre de 2005, cuando defendió el arco de la Selección de Uruguay frente a Ecuador, por las eliminatorias mundialistas.
Carini se enfrenta a un día ajetreado. Llegó a las 13:00 al aeropuerto Mariscal Sucre. En el vuelo lo acompañó el “Cabeza” Ureta, miembro del Grupo Casal, que representa a futbolistas.
No tiene tiempo para comer. En el hotel recibe a varios uruguayos que decidieron pasar a saludarlo y a ofrecerle su respaldo en la campaña 2013 con el cuadro “chulla”.
Antes de las 17:00 debe estar listo para la presentación oficial. Pese a su experiencia, parece que fuera su primera vez. Pero es natural, pues Ecuador es un “territorio” nuevo entre los países (cinco en total) en los que ha jugado: Uruguay, Italia, Bélgica, España y Brasil.
Luego de la presentación se reúne con algunos directivos. Ellos, después de darle la bienvenida, le indican que el sábado (anteayer) debe presentarse en el complejo Ney Mancheno para su primera práctica con su nuevo equipo.
Está un poco preocupado. Los 2.850 metros de altitud de la capital no lo afectan aún, pero sabe que al segundo o tercer día sentirá los efectos, sobre todo durante los exigentes entrenamientos programados para la pretemporada.
En fin, sabe que es parte del proceso de adaptación. “Lo más importante es la salud, después viene lo demás. Quiero vivir un gran año en Deportivo Quito”, dice sin ocultar que tiene hambre y que no tuvo tiempo para almorzar.
Carini se autocalifica como un hombre que come de todo. No sabe mucho sobre la gastronomía ecuatoriana, pero augura que le va a gustar.
En Uruguay su alimentación era variada: comía carne, pescado, pollo. Le gustan los asados. Al citar esos platillos no pudo evita acordarse de Virginia Ferreira, su esposa, con quien lleva 13 años de casado.
Todavía no tienen hijos, pero están en el intento. Apenas le quede algo de tiempo buscará un departamento para vivir con ella. Buscará estabilidad antes de que ella llegue. Por ahora se encuentra en Montevideo (Uruguay).
De pronto recuerda a alguien más. Antes de viajar a Ecuador habló con Lorenzo Carrabs. El ex preparador de arqueros de la Selección Nacional le habló maravillas del país. Hasta le recomendó un sector de Quito muy “bonito” para vivir: los alrededores del Parque La Carolina.
Le contó que por ahí suelen residir los jugadores foráneos. El lugar está cerca de todo: centros comerciales, cines, restaurantes...
Carrabs añoraba con frecuencia su paso por el fútbol ecuatoriano: en 2006 fue campeón con El Nacional, antes de trabajar junto al DT Luis Fernando Suárez en la “Tricolor”.
Carini ve al balompié ecuatoriano como un “lindo desafío”. Dice que es la oportunidad para volver a sentirse el número 1. Después de hacerlo cita que sus mejores años fueron el 2002 en el Standard Liège de Bélgica, y el período 1999-2006, cuando fue golero titular de Uruguay.
Jugar en Deportivo Quito le significará su segunda experiencia con jugadores ecuatorianos; en 2010 compartió camerino con el defensa Jairo Campos y el volante Édison Méndez, los tres militaban en el Atlético Mineiro de Brasil.
Carini deja atrás una inactividad de 4 meses en Peñarol. Tuvo problemas con la dirigencia de ese club, por lo que fue relegado al equipo de reservas. Pero en Ecuador espera que la historia sea distinta. Quiere que su paso por el Deportivo Quito sea una de las mejores experiencias de su carrera.
El arquero, de 1,89 metros, debutó profesionalmente en el Danubio de Uruguay en 1997. Tres años después fue contratado por la Juventus de Italia. En el 2003 jugó en el Standard Liège de Bélgica. Después se fue al Inter de Milan, al Cagliari y al Real Murcia de España. Luego, en el 2011, fue transferido a Peñarol.
La dirigencia del Deportivo Quito lo ve como un “imán” para convocar a más hinchas. Por eso, pese a la crisis económica y al déficit que atraviesa el club, harán un esfuerzo para pagarle un sueldo mensual de 20 mil dólares. La cifra fue confirmada por Diego Pabón, presidente de la Comisión de Fútbol.