El parasailing los hace sentirse dueños del cielo
José Mejía se alista para enfrentar a sus dos mayores miedos: la altura y el mar. Lo hará volando por unos minutos al hacer parasailing sobre la hermosa playa de Montañita.
“Siempre les he tenido temor, pero ahora me he llenado de valor, luego quizá me arrepentiré”, lanza este colombiano de 45 años, quien se encuentra en el balneario ecuatoriano disfrutando de sus vacaciones.
Mejía, quien es chef de profesión y vive en Miami, EE.UU., prefirió visitar Ecuador en lugar de su país natal, debido a las buenas referencias que recibió en los últimos años de Montañita.
“Esto es un paraíso y estoy listo para conocerlo desde las alturas, ya me pegué mi rezadita y ando listo para tirarme”, indica el chef mientras revisa que todos los seguros del arnés, que lo sujetan al paracaídas, estén bien.
Llega el minuto cero y la lancha que jala el paracaídas arranca… “¡ay marica, esto está feo!”, exclama Mejía con su característico acento colombiano.
Todo apunta a que la sensación de miedo desaparece del “cafetero”, ya que pocos segundos después de salir extiende los brazos y empieza a sentir la brisa playera con total comodidad. No se ve que esté asustado…, está disfrutando.
Mejía lo confirma al bajar. “Esto ha sido espectacular, me siento renovado y pude ver toda Montañita y el resto del Ecuador, creo”, dice José, entre risas.
Está excitado tras salir del agua, no sabe cómo describir el recorrido que solo duró 10 minutos, pero respira y empieza a hablar.
“Me sentí un dios… allá arriba se terminan los problemas, los miedos, se acaba todo. El viento chocaba con mi cara y era como si el cuerpo se me desprendía del arnés y empezaba a volar solo, realmente es una experiencia inolvidable, que espero repetir… no me arrepiento”.
El siguiente en lanzarse es Santiago Capo, bonaerense de 19 años, quien viajó a Montañita con un grupo de amigos, al igual que decenas de argentinos, para conocer el considerado “boom” sudamericano de la temporada playera 2012.
“Acá vengo a hacer cosas que en Argentina no me atrevo ni loco”, dice rápidamente Capo, quien poco después es arrastrado por una cuerda que lo eleva hacia el cielo, que ya no es tan celeste como hace unos minutos. Los primeros rasgos del atardecer empiezan a aparecer… el color lila predomina cuando baja el sol.
Mientras que Capo está en el aire, recorriendo la milla náutica y media, las gemelas Betania y Mariana De Luca cancelan los 25 dólares que cuesta realizar el viaje por persona. Junto con ellas está su inseparable amiga Florencia Núñez. Son tres argentinas que viajaron a Montañita en busca de aventura y nuevas emociones.
“Esto es loquísimo, de seguro me subo hoy y mañana repito”, comenta Betania, la más desenvuelta del trío. Justamente, es ella quien agarra el arnés que deja Capo.
A su bajada De Luca compara la experiencia del paseo con la canción de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996: “Puedes Llegar”. “Arriba me acordé cuando Gloria Estefan cantaba ‘puedes volar alto, sobre las alas de la fe…’. Fue lindo y como dije”.
El parasailing en Montañita es una actividad que se realiza comercialmente desde la temporada playera del año anterior. Víctor Cagua, uno de los ayudantes del negocio y quien explica a los usuarios los pormenores que debe hacer durante el trayecto, dice que este negocio ha tenido gran acogida en el lugar.
“Por lo general lo alquilan más turistas, ya que ellos aprecian más este tipo de diversión. No importa el día que sea, siempre hay quien desea subirse”, comenta Cagua, quien además destaca, entre risas: “los de afuera pagan nomás los 25 dólares, pero los ecuatorianos siempre piden rebaja”.