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En 2 fechas se realizaron 3 mesas y 2 clases magistrales

Una pausa para analizar el estado del cine de no ficción (VIDEO)

Luz Elena Arismendi y Pedro Restrepo en una protesta frente a la Comandancia de Policía. Fotograma de ‘Con mi corazón en Yambo’. Foto: Cortesía
Luz Elena Arismendi y Pedro Restrepo en una protesta frente a la Comandancia de Policía. Fotograma de ‘Con mi corazón en Yambo’. Foto: Cortesía
30 de mayo de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

El director ejecutivo del Consejo Nacional de Cine (CNcine) y autor del documental El lugar donde se juntan los polos, Juan Martín Cueva, situó momentos fundamentales para el desarrollo de este género cinematográfico.

Empezó por el Cinema Verité, estilo que surge en Europa a fines de la década del 50 y que liberó al cine documental de estructuras férreas, con base en el desarrollo de tecnologías videográficas. Para Cueva, la sustitución de las cámaras de bobina por casetes de 30 minutos de duración, permitió visualizar la grabación y controlar los contenidos.

Señaló a continuación otro de los momentos fundamentales en el desarrollo del cine documental: el Nuevo Periodismo norteamericano del 60, en la medida en que demostró que se pueden escribir reportajes tan entretenidos como la ficción.

Su ponencia derivó posteriormente hacia el uso del punto de vista. Dijo que existen documentales en los que el autor cuenta una historia hablando de sí mismo, como Sin título, de Cristina Mancero; Cinco caminos a Darío, de Darío Aguirre, y Con mi corazón en Yambo, de María Fernanda Restrepo, entre otros.

Señaló también trabajos en los que se narra una historia hablando con el otro, como Alfaro Vive Carajo, del sueño al caos, en el que Isabel Dávalos empieza hablando de su pasado para volver a Ecuador y confrontarlo. En este punto se refirió a la infancia como el tema que permite establecer un nexo entre la memoria y la identidad.

En tercer y último lugar citó documentales que hablan sobre el otro desde la experiencia personal, pero que requieren conocimientos previos y compromiso del espectador, como La muerte de Jaime Roldós, de Lisandro Rivera y Manolo Sarmiento.

Francoise ‘Coco’ Lasso, fotógrafo de cine y miembro de la Universidad Latinoamericana de Ciencias Sociales/Paradocs, dijo que era necesario detenerse a pensar en el modo en que se está haciendo cine documental con base en su experiencia como fotógrafo de El Comité, documental de Mateo Herrera que recreó la vida que tenían los reclusos en el expenal García Moreno.

Dijo que un lente gran angular les permitió mostrar el minúsculo lugar en que los reos vivían, y establecer una distancia mínima entre los cuerpos y mostrarlos en toda su claridad, sobre todo en aquella época (mediados del 2000) en que había rechazo hacia lo marginal. “Establecimos tanta cercanía, que en una sesión de consumo de drogas, terminé con la heroína en la nariz”, bromeó.

VIDEO

Para concluir, Lasso señaló que el documental permite que pensemos y fortalezcamos nuestra identidad. El último en intervenir fue Alejandro Aguirre, catedrático de la Universidad Andina. Dijo que el documental busca el recuerdo de lo que no fue, “el pasado que invade el presente, la nostalgia que somos. Lo cual es fundamental en una sociedad como la nuestra, de verdades a medias, que oculta no solo sus apellidos, sino la totalidad de sus rasgos indígena en todo momento, pero especialmente en las Fiestas de Quito, en que todo se hispaniza”.

Para Aguirre, los  documentales juegan un papel clave en la construcción de nuestros imaginarios y memoria pública. Concluidas las intervenciones, Christian León, docente de la universidad, quiso saber por qué la ficción no ha alcanzado en Ecuador el desarrollo del documental.

Juan Martín Cueva señaló que probablemente se debe a que la ficción requiere mayor desarrollo de la industria de la producción, en tanto que el documental, salvo excepciones, es más artesanal y casero.

Lasso dijo que la ficción no se acopla del todo a nuestra idiosincrasia, en tanto que el documental desarrolla formas narrativas más cercanas a nosotros.

Por su parte, Santiago Ron señaló que el documental nos permite reconocernos como ecuatorianos y que ha ocupado el lugar de los grandes reportajes porque contrasta fuentes y cuenta las historias cotidianas, en tanto que a la ficción le falta conectarse con los públicos y sus imaginarios.

También se desarrollaron las mesas: Relatos alternos: lo popular, lo comunitario, lo militante, e Historia, política y derechos humanos. Hubo clases magistrales.

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