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“Un Palacio que se edificara y que se arruinara a mi placer”

“Un Palacio que se edificara y que se arruinara a mi placer”
03 de diciembre de 2012 - 00:00

Luis Carlos Mussó suma a su trayectoria literaria el reciente Premio de novela Joaquín Gallegos Lara por su primera obra en ese género, Oscurana. Entre los galardones que ha recibido se destacan la Bienal de Cuenca, en 1999; y el Premio César Dávila Andrade, en 2000.

¿Qué importancia tiene para usted recibir este reconocimiento teniendo en cuenta que es su primera novela?

A la hora de incursionar en otro género, me invadió la duda. A los 8 meses que invertí escribiéndola siguieron dos años de corrección. Quería afinar cada arista del texto, para que me convenciera y, luego, pudiera convencer al otro, a ese otro que la leería cuando se publicara. La novela, cuando era inédita, obtuvo un premio nacional y, ahora que está entre las tapas de cada ejemplar que se empercha en librerías y llega a los lectores, otro. Lo que hace este reconocimiento es darme confianza. Y me sirve, pues me ha quedado la viada narrativa.

Desde el mito que representa la figura de Pablo Palacio, ¿qué aportes o cuáles son las búsquedas (personales) que  reveló el resultado de esta obra?

Los guiños, por un lado, y los detalles de la ficción, por otro, se trenzan en el discurso. Quiero decir que a la base la tomé en cuenta, pero me debía a mí y a los lectores una relectura e interpretación de Palacio como correlato del mito. Un Palacio que se edificara y que se arruinara a mi placer. 

La estructura de la novela sitúa al lector en dos realidades guayaquileñas (1947-1996) ¿De qué manera esta exploración etnográfica está al servicio de la narración y de la recreación del espacio?

Desde varias perspectivas me he servido de este recorrido para horizontalizar espacios, no solamente tiempos. Los marcos deben corresponder, me interesa la verosimilitud de la novela. El relato ofrece al lector la oportunidad de leer y leerse, dependiendo de su situación. Nunca ha querido ser “la” o “una” novela de Guayaquil. Además (hay otros espacios que son pintados). La idea es que todo sea operativo y gire en función de la narración.

Un gran personaje femenino es Carmela, la esposa de Palacio. ¿Cómo fue la creación de dicho personaje a través de la dicotomía ficción y realidad?

Qué curioso, Cecilia Ansaldo también siguió de cerca a Carmela. Me guié por referentes librescos y reales sobre el personaje, pero como verán, la fuerza y la caracterización se deben a la ficción. Quise ofrecerle al personaje una existencia en varias dimensiones. O sea, materializarla para que se brinde a los lectores con la evolución de una carrera abatida por el infortunio y que, a pesar de eso, se muestra sólida.

¿De qué manera se sirvió de la poesía para Oscurana? ¿Cómo fue la experiencia de habitar otro género literario?

La poesía es un marco de fondo, siempre. Pretendo construir un relato, así que me pregunté si tenía algo que contar. Lo siguiente fue consultarme cómo contar ese algo. La respuesta la pueden leer; un texto que ambiciona abarcar aspectos varios de sus personajes pero que, básicamente, desea exponerse como construcción con ese material que todos manejamos que es el lenguaje. 

¿Hubo un contacto con los familiares del escritor lojano que sirviera como información o testimonio y material de elaboración de la obra?

Ninguno. Se me ocurrió en algún momento acercarme a los hijos de Palacio, pero preferí relatar a mi personaje y que este no se convirtiera en una pieza tal cual la sintieron los suyos. Al contrario, quise elaborar cada faceta de mi personaje con imaginación y trabajo.

¿Oscurana es una novela de búsquedas y derrotas (como referencia, las historias personales de Palacio y Alejandro)?

Puede ser leída como una novela en la que sus personajes se movilizan por calles y avenidas, pero principalmente a través de sus deseos. Empujan, y son empujados, en un campo que demostrará si la dignidad es algo que aún conservamos. O si los precios terminan por pagarse, temprano o tarde.

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