U. de las Artes ya genera debate entre los docentes
La futura Universidad de las Artes ha generado múltiples reacciones en quienes dirigen o dictan clases en las carreras de artes de las 23 universidades, entre públicas y privadas.
Algunos asumen el ente de estudios superiores como un articulador de las artes locales con proyección regional sin un matiz político; quienes están a favor apuntan que una universidad debe mantener diálogos permanentes con el resto de facultades para impulsar el arte nacional en su diversidad de manifestaciones.
“Siempre será un aporte para el desarrollo de una población generar espacios para el aprendizaje y la práctica del arte, valorar las manifestaciones estéticas, expresivas, es un signo de una sociedad que se valora a sí misma”, sostiene Jaime Garrido, director de la Escuela de Arte Teatral Universidad del Azuay, sobre la pertinencia de la creación de la universidad de las artes.
Jorge Álvarez, gestor cultural, sostiene proyectos de aprendizaje de arte en Cuenca, e indica que “más que enseñar, (la universidad debe) promover en los jóvenes la investigación de nuestra cultura, lo cual los ayudará a fortalecer su identidad, lo que a su vez les posibilitará proyectarse hacia otras expresiones venidas de culturas diferentes, lejanas y extrañas”.
Saidel Brito, docente del ITAE, aplaude el proyecto, pero deja ver “que es una idea que ya tiene un recorrido más o menos importante, que ha estado en la preocupación de algunos artistas por algunos años, es un proyecto esperado”.
“El Estado, que en este momento enhorabuena se preocupa, o está desarrollando desde la propia Ley de Educación Superior proyectos prioritarios como la Universidad de las Artes en Guayaquil, ese Estado no puede desconocer el trabajo realizado previamente, por ende lo que la experiencia de las facultades, institutos y programas de arte hayan desarrollado en esta región creo que mínimamente necesita un diálogo con los que están dirigiendo desde la política este proyecto”, dice Brito.
Para Billy Navarrete, catedrático de artes y humanidades de la U. Católica, es preciso que la universidad genere libertad artística con sólidas bases teóricas.
Garrido le encuentra reparos al proyecto incluso antes de lanzar cuáles serán las aportaciones que deben plantearse desde las facultades a la futura universidad.
“El aporte tendría que haber sido previo a la idea de realizar la universidad, el diagnóstico tendría que haberse hecho técnicamente, ahora con la inminencia de la consolidación de la propuesta, es mucho más complejo aportar”, analiza.
Por ello, la socialización es necesaria, apunta Garrido: “Existe un alto riesgo de que termine siendo la imposición de una sola idea”.
Este proyecto tiene dos retos: la articulación del sistema de enseñanza artística y atender el vacío que ha existido en esa enseñanza del arte, propone Brito.
Puntualiza que en el país se han generado profesionales que han trabajado ya sea en la enseñanza del arte o en disciplinas afines, y que necesitan procesos de capacitación. Esas generaciones de artistas también puedan tener un diálogo dentro de lo que hoy se considera la educación superior.
“Por sobre todo (la U. de Artes) debe ser un espacio de libre expresión, sin imposición ideológica, política, espiritual, racial, exenta de censura y abierta a la crítica. Basada en el trabajo artístico serio, técnico, que genere un cúmulo de inquietudes a la sociedad, no soluciones”, precisa Garrido.