Rodrigo Castro inauguró Territorios en tránsito, la muestra de un grupo de artistas chilenos, en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), en “mapudungun”, el idioma de los mapuches.

Su obra, como gran parte de las piezas que conforman esta exhibición, intenta unir lo chileno y lo mapuche, y lo mestizo. Su madre le enseñó a tejer y su padre, a hacer muebles porque era carpintero. Su obra es un tejido sobre sillas, sobre los cimientos de su mestizaje.

Luis Prato y Francisco Gallardo generan una obra a partir de conversaciones, entre un artista y un arqueólogo. Este último investiga hace 25 años Quillagua, un lugar en la región de Antofagasta, Chile, donde sus habitantes están de manera milenaria entre el mar y el desierto y a pesar de la ola de minería se resisten a salir.

El artista junta retazos de hallazgos y piezas metálicas para hacer referencia a la minería, a la que se resiste este pueblo.

Iván Zambrano genera un cruce entre figuras antropomorfas de madera y las materialidades de la cultura mapuche, como las hierbas medicinales, y otras plantas. “Somos y estamos constituidos de los materiales con los que vivimos”, dice Zambrano.

Mónica Bengoa usa el tejido y una frase en español, traducida por una comunidad mapuche a su lengua. La volvió a traducir y el significado es totalmente distinto. Las palabras y la concepción del mundo cambian. Con ello construyó un telar en tres etapas, en tres colores.

Danilo Espinoza reconstruye en humo, ese símbolo ancestral de los pueblos originarios de Chile, los cuerpos de los desaparecidos. Hace el álbum de Aurelia Huina sobre papel, una mujer que tuvo que migrar a la ciudad, en la que la llaman negra e india para desprestigiarla, pero en su zona de origen es sabia, es quien transmite los conocimientos a sus descendientes.

Al mismo tiempo presenta la historia de los desaparecidos mapuches en la era de la dictadura. En su país se habla de desaparecidos, pero aquellos que pertenecieron a estos pueblos originarios constan sin distinciones en la lista.

Aunque se registran 170 desaparecidos, aún hay quienes no denuncian la desaparición de los suyos, por miedo a represalias.

Esta muestra, que parte de un proyecto desarrollado hace cinco años por académicos y artistas de la Universidad Católica de Chile, salió por primera vez de su país. El año pasado varios de los artistas que conforman la exhibición montaron sus obras en el Museo Nahim Isaías y presentaron el proyecto al MAAC.

La obra logró instalarse después de que el Museo Nacional de Bellas Artes otorgó la autorización; proceso aplicado para todas las piezas en Chile. La empresa de transporte contratada para el traslado llegara a Quito por avión, porque allá la aduana hace la gestión más fácil que en Guayaquil.

Para Mónica Bengoa, una de las curadoras de la muestra, era importante reconocer los puntos de unión, más que pensar en las culturas por separado. “Esa mezcla nos representa a pesar de las cercanías o no que se tengan”, dice.

Para el curador Danilo Espinoza, “está la idea de generar conocimiento a través de la práctica, es un vínculo con las ciencias sociales, usamos metodologías”.

Bengoa agrega que estas “obras de arte, no tienen como objetivo ser educativas. Su principal valor sigue siendo ser piezas artísticas que detonen distintas sensaciones”.

Resalta que “no pretendemos que haya una sola visión sino valorar la capacidad del arte como la relación multicultural”. (I)