El teatro apuesta a lo sensorial e inclusivo
Todo es oscuridad. La puerta se abre y un cautivante olor a eucalipto invita a pasar. Rostros y manos son acariciados por lo que parecen ser hojas de plantas. Las pisadas se sienten blandas, pero gestan un fuerte sonido de quiebre de hojas secas que se confunde con el silbido de pájaros y voces de personas.
El escenario montado es el de un bosque donde empieza a desarrollarse Los sueños de Ani, una obra de teatro sensorial que se centra en una niña que quiere ser escritora e invita al público a recorrer lo que sueña, empleando su imaginación.
La segunda edición de esta pieza se presentó entre el miércoles y viernes pasados en la Casa de la Cultura del Guayas. La primera fue en 2018, convirtiéndose en una de las primeras obras de teatro sensorial de Guayaquil. Además, forma parte de varias actividades que realizan los estudiantes de la Universidad Casa Grande (UCG), como parte de su Proyecto de Aplicación Profesional.
El teatro sensorial es una representación en la que se interactúa con las personas por medio de los sentidos. Conforme se cuentan historias o se viven experiencias sensoriales, los espectadores reciben estimulaciones por medio de alimentos, olores, colores, sonidos y texturas.
En esta ocasión los asistentes son alumnos de la Escuela 4 de Enero, de 7 a 13 años, con discapacidad visual. A medida que avanzan ellos escuchan atentos el diálogo y siguen las instrucciones de las hadas y los asistentes de Ani que los cuidan de la temida Leo Malevoleo y del Cazador. Ellos se los quieren llevar para quitarles el tesoro.
La historia sigue su curso entre sonidos que asemejan disparos y otros ruidos sin tornarse angustiantes para los menores. Sin embargo las voces de los actores logran el efecto de protección (en el caso de las hadas) y de miedo (en el de los personajes antogónicos).
Los chicos suman su diálogo en la obra y el clímax llega cuando Leo Malevolevo y el Cazador “secuestran” a un grupo de ellos para darles una poción mágica (gelatina) que resulta tener un sabor dulce que gusta a los chicos. Con la aparición de Ani en el sueño los personajes “malvados” vuelven a la tranquilidad.
María Cristina Andrade, docente en el proyecto de titulación, señala que la necesidad de una propuesta de teatro sensorial en Guayaquil la motivó a ofrecer este proyecto con la asesoría de Marina Salvarezza y dirigido a personas con discapacidad visual porque explota el resto de los sentidos y no necesita la vista. “En primera instancia se pensó hacer algo solo para personas no videntes, pero también tenemos con discapacidad intelectual”.
Foto: José Morán / El Telégrafo
El proyecto de aplicación está integrado por cinco alumnos del grupo Quinto Acto. Uno de ellos, Adrián Aguayo, explica que consiguieron financiamiento y se encargaron del montaje de la obra, las estructuras, la convocatoria de actores y la dirección.
Los actores que participaron este año en la obra son 7 de los 10 estudiantes de Artes Escénicas de la misma universidad, que estuvieron el año 2018, indica Andrade. Una de ellas es Marthita Ampuero, joven con discapacidad intelectual que interpreta a Ani. “Me encantó participar. Ani sueña mucho, le gusta ser escritora. Las hadas la protegen”. La intérprete de Leo Malevoleo, Martha Rázuri, logra el efecto terrorífico por la fuerza de su voz. “Una niña lanzó la poción porque creyó que iba a tener pesadillas”.
Foto: José Morán / El Telégrafo
Los sueños de Ani tiene el apoyo de la DACE del Municipio y de niños y adultos de la Escuela Cuatro de Enero. El proyecto de los estudiantes incluye un seminario de capacitación sobre teatro inclusivo que se realizará el 3 y 4 de septiembre en la UCG, con expositores internacionales que fueron los precursores del teatro sensorial en Latinoamérica.
Adicionalmente se desarrollarán más actividades inclusivas, como cine para personas no videntes, una experiencia sensorial como un baile a ciegas y el tacto con texturas diversas. El objetivo es impulsar en Guayaquil el incremento de propuestas de teatro sensorial adaptadas a personas no videntes y promover una ciudad más inclusiva en términos de actividades culturales, a través del teatro. (I)