Sí, Guayaquil tiene Alzheimer
Trampa. Esta no es la crítica de una película, es la revisión y reactualización personalísima de un documental concebido para exhibirse por al menos 14 canales de televisión pública de Latinoamérica.
¿Cómo se logró volver a ver dicho filme si su transmisión televisiva oficial fue el 11 de noviembre de 2012 -y la madrugada del 12 de noviembre en ECTV- y se reestrenó apenas los recientes martes 14 de mayo y miércoles 15 de mayo de 2013 en el marco de los EDOC12, en salas de cine de Quito y Guayaquil?
Gracias a la tecnología de grabación de los modernos dispositivos de televisión por satélite. Así reapareció en el formato y en las condiciones de exhibición que obligatoriamente debe tener el documental ecuatoriano “La bisabuela tiene Alzheimer” del músico, editor, guionista y director de cine Iván Mora Manzano.
Este documental se trabajó paralelamente a la ópera prima de ficción del guayaquileño radicado en Quito, “Sin otoño, sin primavera”.
Además fue el segundo documental nacional ganador del primer lugar en el concurso DOCTV Latinoamérica, por lo cual se volvió a exhibir en salas de cine, incluidos foros con el director, para realizar el lanzamiento oficial de la cuarta edición de DOCTV Latinoamérica, la tercera para Ecuador.
Los otros dos finalistas en el último capítulo Ecuador del certamen fueron los guayaquileños Pedro Villegas y Diana Varas.
Guayaquil y la posibilidad de que sea un paciente aquejado por el Alzheimer, son dos de los ejes del poético y concentrado documental de Mora Manzano, coescrito y coproducido por su esposa, Isabel Carrasco, y producido también por Alfredo Mora Manzano, su hermano y uno de los pilares de Cinememoria, grupo organizador del Festival Internacional de Cine Documental Encuentros del Otro Cine (EDOC).
Pero hay que discrepar con el realizador: Guayaquil es más bien un paciente con Parkinson.
La fragilidad de la memoria y de la perenne búsqueda de la identidad que Mora Manzano plantea desde la reconstrucción de la vida de su abuela materna -la doctora, pianista y escritora Carmen Vela de Manzano- y su eterno interés en grabar todo lo que ha sido la vida de su hija mayor, Olivia Mora Carrasco, llevan al espectador a detenerse también en las múltiples tomas de paso, y otras indispensables para el documental, de Guayaquil.
En varias se aprecia una cámara rápida de la actividad por las calles de la ciudad con las que se interroga el director, y el espectador que acompaña su mirada filtrada por una cámara, sobre la cambiante e inestable historia de Guayaquil.
Si uno se para a reflexionar sobre la historia alternativa del documental, en la que Mora Manzano conversa con su amigo, el filósofo, músico y compositor Juan Carlos González, quien es también responsable de gran parte de la música original en “La bisabuela tiene Alzheimer”, se da cuenta de que Guayaquil tiene Parkinson.
El mismo Mora Manzano, en su papel de narrador, reconoce que dejó Guayaquil a los 17 años, pero cada vez que regresa se siente de esa misma edad.
Hay un momento en que Juan Carlos González, en cámara, invita a su pariente y profesor de guitarra a entonar juntos una canción.
En un primer instante, el pariente de González demuestra su agudo talento para el ukelele, pero deja de tocarlo porque asevera que ya está viejo, y en el segundo instante en que este personaje incidental está en cuadro, canta a dúo con González una hermosa y llena de nostalgia melodía.
Pero para cuando el guitarrista deja de tocar, y señala que ya no se acuerda. Es entonces que González le reprocha con dulzura, “pero algo se acordó” o algo por el estilo.
Por ello, se puede decir que Guayaquil tiene Parkinson, porque no olvida progresivamente, sino que simula esa dejadez en su memoria para evitar que otros noten la involución de su motricidad.
Al pensar en Olivia Mora Carrasco, uno se da cuenta de que ella tampoco ha olvidado nada, simplemente que en su primera infancia absorbía información y repetía casi toda para luego almacenarla, y en el momento presente del documental, ya está en la edad suficiente para elegir qué recordar y qué olvidar.
Retomando el personaje de la bisabuela, Carmen Vela de Manzano, y la reconstrucción visual que Mora Manzano hace de la vida de ella, uno se entera de que por haber sido escritora, al padecer Alzheimer por al menos 15 años, ella olvidaba su biografía, pero empezaba a recrearla mediante invenciones que la hacían más interesante como persona y personaje de un documental.
Cuando Iván Mora Manzano recorre áreas de la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas para reconstruir la intermitente memoria literaria que hay sobre su abuela, apenas encuentra un libro escrito por ella, pero con fotogramas acordes reconstruye un fragmento del otro libro de su autoría que él esperaba reencontrar, “El río que suena” (reeditado en 2012), lo que demuestra que ella escribió a partir de anécdotas e historias de su infancia.
En otro instante de “La bisabuela tiene Alzheimer”, Mora Manzano reconoce que no le interesa la historia como se la cuenta oficialmente, sino la que nace de las anécdotas, tal vez lo mismo que pensó su abuela al escribir “El río que suena”.
Ver el documental con los comerciales que tuvo en su primera emisión es otro impacto porque no se aprecia un ejemplo de telecine ni un telefilme, sino un teledocumental de autor, algo que pocos sabrán digerir.
Es posible que no haya nada que digerir, sino, como nos recuerda Mora Manzano que su esposa dice sobre Guayaquil, dejar que todo fluya como el río Guayas, que el desorden adquiera sentido.
El mismo director, coeditor, coguionista y autor de la música original en piano de “La bisabuela tiene Alzheimer” lo reconoce al final: La película quiso ser muchas cosas que no consiguió, desde hablar de todos los bisabuelos de Olivia y su hermana Violeta, uno por uno, hasta contar la historia de los muralistas de Guayaquil cerrándola en cómo el poder quiso censurar a Daniel Adum Gilbert.
Es en esos intentos de ser más de lo que podía ser que uno valora más la calidad estética y las virtudes cardinales cualitativas de “La bisabuela tiene Alzheimer”.
Si se considera que cuantitativamente, y por razones de cumplimiento con las reglas oficiales de DOCTV Latinoamérica, alcanza apenas los 52 minutos de duración. Tiempo en el que reinan la fotografía de Simón Brauer y Michael Aguirre y el diseño y posproducción de sonido a cargo de Estebanoise Brauer.
La realidad de que si Guayaquil vive con Alzheimer o no puede ser debatida y rebatida hasta el hartazgo, pero como se ha dicho, lo que se ve en cámara es una urbe con Parkinson.
Una ciudad poco a poco degenerándose en su capacidad motriz, siempre en pos de ser recordada como algo más grande de lo que realmente es, algo así como lo que hizo Ronald Reagan para esconder el estado avanzado de su Parkinson.
Una ciudad que no olvida prefiere actuar como si lo hiciera todo el tiempo, mientras que en realidad exuda historia, memoria, patrimonio y tradición.
Carmen Vela de Manzano fue una mujer ilustre de Guayaquil y Ecuador. Su bisnieta Olivia Mora Carrasco es la prueba de la feliz unión de cuatro familias, los Mora, los Manzano, los Carrasco (de Cuenca) y Escobar, a la par de que su nieto Iván Mora Manzano, es uno de los tres principales editores del cine ecuatoriano contemporáneo y parte de la camada de nuevos músicos cineastas que llenan las multisalas con público que quiere ver cine nacional.
Todo ese bagaje personal, familiar, social y cultural confluye en el teledocumental.