Schubert Ganchozo, portavoz de la música ancestral
Era fines de los años 80 e inicios de los 90. Un ritmo musical que llegaba desde el lobby del Banco Central, en Guayaquil, captó la atención de un veinteañero, Schubert Ganchozo, quien laboraba en el museo de arte de la institución y que movido por la curiosidad vio que se trataba de un grupo tsáchila que ejecutaba la marimba, invitado por el antropólogo Robert Mix.
Aquel ritmo invadió su cuerpo y poseyó su espíritu.
“Desde entonces comencé a cuestionarme que somos una cultura milenaria que tiene música preciosa y que existen tradiciones marimberas. Cuatro años después ingresé a estudiar Arqueología”, comenta Ganchozo, hoy con 57 años y especializado en Etnomusicología.
Luego de las clases de Antropología de campo en Santa Elena, se internó en tierra chachi, grupo étnico indígena de la zona selvática de Esmeraldas. “Con los afroecuatorianos aprendí a tocar la marimba y cuando egresé comencé a hacer música popular contemporánea con estructuras musicales de tradición marimbera”. Entre 1991 y 1992 empezó a montar espectáculos vinculados con las tradiciones.
El ritmo de aquella marimba que el veinteañero Ganchozo escuchó marcó el inicio de una prolífica carrera dedicada a la investigación de la música ancestral de las culturas vivas, a la construcción de instrumentos musicales en caña guadúa para la ejecución de sus ritmos, y a la transmisión de ese legado en las actuales generaciones.
¿Pero qué tan difícil ha sido cultivar esa cultura en una sociedad que aún reniega o poco conoce de sus raíces? "Todavía es cuesta arriba. Es feo decirlo, pero lo que hacemos es como un concepto contracultura".
Pese a todo, Ganchozo ha trabajado con las distintas culturas como la tsáchila, huancavilca, entre otras. “Nuestra filosofía está enmarcada en el hecho de ser portadores de legados y generadores de nuevas formas de pedagogía musical”. Una muestra son los talleres de lutería en Santa Elena, donde aspira a conformar la Orquesta Guancavilca.
Su deseo es también llegar a los estudiantes de colegio para la conformación de músicos integrales que investiguen, construyan los instrumentos, compongan desde la “nube espiritual” para hacer música y los sepa interpretar, como lo hace su pupila Angelita Zambrano, quien es parte de la orquesta Macolla.
Con su grupo musical, Ganchozo ha llevado el ritmo de los instrumentos de bambú que fabrica en su taller a todos los públicos. Son casi 200 entre los de cuerda, viento y percusión. El músico ejecuta, vibra y se mete en la piel de las diferentes culturas.
“Es como que yo soy Ecuador, a través del tsáchila, epera, afro o montubio. Eso es lo que queremos insistentemente proponer a las nuevas generaciones: que amen su legado, sus tradiciones. Nos preparamos para eso y queremos que continúe”. (I)