Sándor Márai, el burgués que se opuso a la guerra
A mediados del siglo XX sus novelas eran prohibidas por los regímenes totalitarios, aún así la pluma del escritor Sándor Márai seguía moviéndose, y como diría Milan Kundera sobre el oficio del escritor, continuaba tomándole la temperatura a la realidad con sus obras.
Ciertamente, Márai, nacido en 1900 en Kassa, ciudad húngara, y de vida acomodada –por lo que muchas veces se lo criticó, específicamente por parte de los simpatizantes del régimen soviético-, no vivió inmerso entre las trincheras, una bomba no estuvo al lado suyo, ni balas penetraron en su cuerpo, tampoco formó parte de un batallón en la guerra; sin embargo, la desolación, la nostalgia y el dolor sufrido entre los conflictos bélicos de 1914 y luego en 1939 fue de donde nutrió su obra y también su postura y ojo crítico como periodista.
De joven Márai vivió en Francia y Alemania, lugares en los que frecuentaba los círculos intelectuales y artísticos, y donde fue construyendo ciertas ideas en torno a lo que estaba sucediendo, siempre vivió cerca a la literatura y lo que sucedía coyunturalmente. A sus 18 años ya trabajaba como editor y crítico literario en el “Budapesti Napló”.
Hasta los años 30 ya había escrito un sinnúmero de novelas y obras de teatro, y esto lo posicionó al mismo nivel –más que en fama, en calidad artística- de Stefan Zweig y Thomas Mann. Fue también el primero en reseñar y criticar la obra de Kafka.
Márai tenía olfato y visión aguda para penetrar en lo esencial del ser humano, sus sentimientos y también sus relaciones, aquello lo plasmaba en sus escritos. La visión y aproximación del autor hacia el mundo fue clave para convertirse en uno de los máximos opositores –intelectuales- de los regímenes fascistas, en especial cuando Hitler llegó al poder.
Fue uno de los primeros en pronunciarse en los periódicos en contra del nazismo y el estalinismo, cosa que no le costó su fama –que poco le importaba- sino más bien todo el halo que se formaba alrededor de él en cuanto a su calidad de escritor. Hungría, donde residía en aquel tiempo, fue ocupada por los soviéticos y el régimen comunista provocó una serie de críticas en torno a él, empezando por llamarlo “decadente, burgués y cosmopolita”.
Su primera y única opción fue migrar a Italia, en 1948, pues las críticas que se le hacían también le costaron una separación y digresión con el gremio de artistas y escritores –colegas suyos- que habían sido ya adoctrinados bajo los parámetros del régimen. De la misma manera, sus obras fueron prohibidas y vetadas en ese tiempo.
Entre sus trabajos más relevantes está “Liberación”, décima novela de Sándor, escrita en 1945, y que hasta 2000 permaneció inédita y en 2012 fue reeditada por Salamandra.
Considerada por Avvenire -un importante periódico italiano- como “uno de los textos cardinales de la obra de Márai”, la novela se centra en los hechos acontecidos en el cerco de Budapest, en plena Segunda Guerra Mundial; los enfrentamientos en el lugar duraron alrededor de 40 días, desde finales de diciembre de 1944 al 13 de febrero de 1945.
Los muertos fueron muchos: 40.000 civiles, 80.000 soldados del Ejército Rojo y 38.000 defensores que formaban parte de las fuerzas del Tercer Reich. La crudeza de este episodio más la sensibilidad de Márai para acoger la tragedia y la muerte en sus escritos desembocaron en la historia de Erzsébet, quien días antes de la navidad de 1944 buscó un lugar para escoder a su padre.
Permaneció en un sótano que daba a la calle, junto con otros ciudadanos; estuvo ahí alrededor de cuatro semanas, durante la invasión del Ejército Rojo Budapest. Erzsébet esperaba la llegada de los rusos con la ilusión que le prometía una efímera y casi inexistente liberación, pues el primer soldado soviético en tocar la puerta del sitio donde se alojaba no representó para nada el cumplimiento de sus anhelos de una nueva época.
El estilo de Sándor Márai está marcado por las frases rítmicas que en los momentos de mayor reflexión logran una gran sutileza.
Hace 24 años Márai acabó con su vida. Cuando residía en Estados Unidos, un tiro en la cabeza fue testimonio de su desesperanza, que brotó mucho más al vivir en un hospital y depender siempre de otra persona. Pero esta desolación tiene toda una trayectoria que si se quiere conocer, su biografía sola no basta ni es argumento para atravesar por su pensamiento; es principalmente su obra la que recogió reflexiones y anécdotas devastadoras, en las que se notaba al autor profundo, introspectivo y siempre, siempre humano.