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Salud, arte de pensar

Salud, arte de pensar
29 de septiembre de 2013 - 00:00

Salud, arte de pensar (editorial Mar Abierto, Manta, 2013) de Fernando Donoso, es un libro que me abre varias interrogantes, entre estas la de un eventual parentesco con el autor (un médico quiteño nacido en 1953; mi padre también nació en Quito, de un tronco familiar riobambeño, pero salió muy joven del país y cuando regresó se domicilió en Guayaquil).

Otra es la estructura ideológica de Fernando Donoso quien siendo especialista en Cirugía digestiva y laparoscópica, ligado a Hospitales de la Policía, la Fuerza Aérea y el Ejército, se plantea una revisión filosófica de las ciencias médicas y un sentido más profundo del concepto de salud.

Desde esta coyuntura, Fernando Donoso afirma que “salud es un estado de equilibrio afectivo entre el ser humano, familia, sociedad y naturaleza” cuya base es el respeto a la dignidad humana y al medio ambiente, un acto mutuo de generosidad. Tras lo cual agrega que “ninguna forma de vida sobrevive sola” sino que se mantiene “gracias a la solidaridad y la satisfacción de necesidades vitales”.

Y subraya que “razas, etnias y culturas hemos precisado satisfacer tres necesidades para subsistir: comer con gusto y equilibrio, movernos para mantener el cuerpo y la mente sanos, pensar para resolver problemas, inventar y progresar”, lo que ha mejorado la calidad de vida desde la aparición del homo sapiens”.

Entonces concluye: “La convivencia humana solidaria, basada en el amor, los afectos y, sobre todo, en el respeto a la dignidad humana y a la naturaleza es la garantizadora de la vida. La vida es un acto de generosidad”.

Finalmente enfatiza que “ciencia, tecnología y desarrollo son solo actitudes y aptitudes humanas inmanentes que deben estar al alcance de todos para que sobreviva la raza humana”.

La ausencia de esta generosidad vital, más la indefensión y la desesperanza inducidas nos hacen ver la oscuridad donde debería estar la luz, y aquellos hechos alentadores –mayor ciclo vital, mejores posibilidades médicas- se tornan amenazantes por el miedo de perderlo todo, porque los intereses de esa industria del temor nos dominan.

Así, el autor de “Salud, arte de pensar” revisa, hace un recorrido por el desarrollo de las ciencias médicas, de los medicamentos convertidos en una necesidad (más aún, en una enfermedad), y nos lleva por una argumentación que explica por qué es más fácil creer que pensar, nos acerca a la evolución de conciencia en la medicina, con bibliografías de este tenor: Historia de la farmacia, Historia universal de la medicina, etcétera, hasta llegar a ignorancia, miedo, superstición y estupidez, completando así una visión de los pro y contra del devenir histórico de los conceptos de salud y enfermedad.

Libro inteligente y de grata lectura (ameno y lleno de información), cumple con su propósito: nos enseña a pensar respecto a la salud y sus complejos parámetros, lo cual ya es algo Maferefún Changó. Por siaca, no se vaya a enojar el viejo Garañón.

Y ahora a parir chayotes, una fruta envuelta en espinas, hasta que le ganemos a Uruguay y clasifiquemos para ir al mundial de fútbol en Brasil.

¿Dije ganamos? ¿Si? Dios me oiga. Y me conceda el deseíto.

Sin embargo, tal vez este sea un sueño de opio y no ganemos ni perdamos sino todo lo contrario, es decir, empatemos, con lo que estaríamos out, usando jerga beisbolera, sin esperanza que nos reconforte, nada que nos consuele, ni siquiera una reina del banano, que no es la gran cosa, y a lo peor resulta reina del orito, un platanito para el chiquito.

Exigir postre sería aquí como pedirle peras al olmo o uvas al tamarindo, lo que sería más lógico, pero no menos loco.

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