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Rafael Díaz Ycaza, botella al mar

Rafael Díaz Ycaza, botella al mar
31 de agosto de 2013 - 00:00

¿Quién es? Nombre completo: Rafael Díaz Ycaza (24 de octubre de 1925 - 27 de agosto de 2013). Profesión: Poeta, narrador, catedrático y periodista de opinión. Nacionalidad: Ecuatoriana. Trayectoria: Su columna Botella al mar fue extensa como conocida

Para llegar hasta Luis Urdaneta 1912 entre Tulcán y Carchi, en pleno Barrio Orellana, hay que desbrozar algo de las tupidas hebras de sol que las tardes destinan para Guayaquil.

Allí, en su sala, Rafael Díaz Ycaza aguarda con su mirada humana pero firme. Han sido varios los días en que hemos intentado comunicarnos con él pero, al fin, las circunstancias lo permitieron.

Hace unos años, en la Universidad de Adelphi tuvo lugar el panel titulado “Is Poetry a dying art?” (¿Es la poesía un arte que fenece?); preocupación similar a la de David Lehman cuando se pregunta si será la compuesta por poetas la única audiencia de la poesía. ¿Qué nos puede decir usted al respecto?
Me he atrevido a trazar una raya divisoria entre los gustadores de poesía y los que son ilustres espectadores de poesía. Estos últimos crecen más en número, lamentablemente.

Dice usted “hemos de ser solo esto:/ una palabra a cuestas…”, ¿cuánto pesan para nosotros la tradición, los padres?
Pesan, como pesan bella y trágicamente los afectos…

¿Cuál es la zona prohibida, si existe, en el terreno de las letras?
La poesía en general, como todas las artes, no tiene zona prohibida y menos aún existe ella en el terreno de las letras, en donde todo es posible.

En una suerte de poética, hemos escuchado a Rafael Díaz considerar a la lírica para orar y para maldecir, para congeniar mente y corazón, hasta eliminar las fronteras entre el autor y su obra. ¿Cómo aprehender la honestidad en literatura?
Siendo la poesía de tal vuelo que sirve para orar y para maldecir, ella todos los días se salta los muros para vencer las fronteras entre el autor y su obra. Para aprehender la honestidad o deshonestidad en literatura trataríamos vanamente de determinar primero qué es honesto y qué no lo es.

Entonces, Rafael, ¿sigue siendo la poesía ese caballo loco, ese pájaro niebla, ese muslo centella?
Sí, poeta, las artes siguen siendo el mismo caballo loco como nosotros calificamos al pájaro niebla de las artes.

Usted ha cultivado la narrativa de corto aliento y ha obtenido en género cuento el Aurelio Espinosa Pólit. ¿Cuán complejo resulta al poeta volcarse a narrador  y viceversa?
Pregunta muy compleja, ¿cómo se pasa de la creación poética a la narrativa  y viceversa?, no lo sé. Es un impulso natural. La línea es muy fina. Creo, que en esencia, el narrador de verdad es un poeta maquillado.

Recordemos los años ocupados en la cátedra. ¿Qué otorga el proceso de enseñanza-aprendizaje a sus actores?
Sin exagerar, digo que los años ocupados en la cátedra están presentes en cada día vivido con intensidad. Mis estudiantes me dieron muchísima vida poética.

El título Botella al mar se convirtió en la denominación de su columna del diario. ¿Qué significa aquel poemario en su obra?
A veces el poeta intenta darle vida a un poema subyacente en una creación de otro género. Se intenta así dar una especie de nueva vida a algo más prosaico. ¡Qué bueno que usted considere la importancia de ese título entre las obras mejores!

En Las llaves de aquel país usted homenajea a un segmento de nuestra historia y a personajes como Joaquín Gallegos Lara. ¿Qué le traen aquellos tiempos?
El homenaje rendido en el libro a personajes como Joaquín Gallegos Lara es simplemente la admiración de hoy y siempre para un maestro. Me traen la nostalgia de un pasado en donde descubrí quién soy, para qué he estado aquí; me marcaron esos tiempos como un animal errante, pero con mucha certeza de su cruz y su dicha a cuestas.

Desde los inicios (p.e. “Canto a Guayaquil”), la ciudad puerto fluvial y marítimo ha estado registrada en sus poemas. ¿Cuánto sabor local imprime el poeta en su obra? ¿Qué opina acerca de la brecha entre universalistas y localistas?
No creo que haya esa diferencia fundamental entre el sabor impreso a algunos poemas dividiéndolos entre universalistas y localistas.

En Bestia pura del alba tenemos un panorama de su obra que incluye textos que habían permanecido inéditos. ¿Guarda aún sorpresas para sus lectores?
Sí: tengo algunos poemas que podríamos llamar “de agache”. Sí, guardo sorpresas de poemas inéditos que irán en el próximo libro. Y también tengo unos que van y vienen y que se pierden en la belleza del cotidiano, o el dolor de él, que pueden ser más grandes que la misma poesía.

En “Testamento” ha legado el mundo a las hornadas futuras. ¿Qué espera, en cambio, de los que toman el testigo?
Espero sensatez y pasión desbordada.

El periodismo de opinión ha ocupado un importante espacio en su carrera. ¿Sintió la misma libertad que con sus proyectos de creación?
Sí, mucha libertad, y una enorme posibilidad de llegar a   más gente. La gente me ubica más por mi columna en El Universo, que por mis libros. Y he podido vincularme con personas no solo del “mundo cultural”, sino con el ciudadano común, el hombre multitud, como yo lo he llamado.

Usted no ha sido amigo de las flores mutuas entre escritores, ni ha llevado una vida de cafetín. ¿Qué es lo importante para el escriba?
Lo importante es solo la escritura. No los galardones, no el reconocimiento. La escritura como única vía de autoconocimiento, como una forma de violentarse a sí mismo con respecto a todas las estructuras de pensamiento, como una forma de aclararse y confundirse en la humanidad propia.

¿Cómo aplicar el olfato para detectar las promesas en la palestra de las letras nacionales?
Pues la palabra lo dice todo… Es un tiempo en donde hay más buenas intenciones, que buena poesía; al menos, a la vista.

¿Cómo enfrenta el poeta la política?
La enfrenta decididamente como una de las expresiones mayores de la existencia, aunque considero que a veces se nos va la mano al tener la impresión de que podemos resolver temas políticos, me refiero a la política macro. Creo que los poetas debemos trabajar en las políticas cotidianas, en las que se edifica el espíritu del hombre.

¿Qué males conjura la poesía?
Su conjura es de un amplio espectro: mal de ojos, pata fría y otros similares, ja, ja, ja. También el mal de quien ama…

Dejamos descansar a Rafael. Con un sabor de boca que va entre lo letrado y lo guayaco, nos disponemos a partir de su casa; no sin antes dar la vuelta y ojear por última vez su biblioteca.

GALLEGOS LARA FUE SU “MAESTRO EN HUMANISMO”

El poeta y escritor Rafael Díaz Ycaza, presidente de la Casa de la Cultura, núcleo del Guayas en más de una ocasión, nació en Guayaquil el 24 de octubre de 1925.

Era amigo del novelista Enrique Gil Gilbert, y a través de él conoció a Joaquín Gallegos Lara, al que consideraba su “maestro en humanismo”, según el historiador Rodolfo Pérez Pimentel en su Diccionario Biográfico del Ecuador.

Influido en su obra por el pacifismo propio de los autores de los 60, Díaz Ycaza acudió en los 70 a varias asambleas por la paz en Europa y América Latina. Una de las más importantes fue su participación en el Congreso Mundial de Fuerzas de Paz en Moscú, en 1973.

Formó parte del grupo Madrugada, fundado por Galo René Pérez (Guayaquil), un colectivo literario no institucional, donde coincidió con César Dávila Andrade.

Prolífico poeta, entre su obra se encuentra  Botella al mar, su quinto poemario, con ilustraciones de Enrique Tábara. En 1969  obtuvo el premio de cuentos José de la Cuadra, con Tierna y violentamente.

Entre 1979 y 1981 fue presidente de la Casa de la Cultura del Guayas, y publicó más de 100 títulos de la Colección Letras del Ecuador. En 1985 ganó el Premio Aurelio Espinosa Pólit por  Prometeo el joven y otras morisquetas.

La Biblioteca de la Asociación de Ecuatorianos en Chicago lleva el nombre de Rafael Díaz Ycaza.

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