La agrupación registra lo que va desapareciendo
Quito Eterno, guardiana de la memoria cultural
Quito Eterno nació hace 15 años de la misma forma en que nace todo proyecto cultural: como un grupo de amigos entusiastas que se han mantenido activos hasta ahora en esa tarea de convertirse en narradores orales de la ciudad y en guardianes de su memoria. A través de la educación y las artes escénicas, quienes conforman el grupo han devenido en una suerte de cronistas de la capital, sobre todo de su Centro Histórico, ese lugar lleno de tensiones y posibilidades.
En el segundo piso de una casa ubicada en La Ronda funcionan las instalaciones de Quito Eterno. Entre libros de historia, literatura, leyendas o antropología, Lucía Yánez, actual directora de la fundación, reconoce que todo lo que hacen está vinculado con su memoria personal, con sus afectos más íntimos.
Una de las metodologías que el grupo usa para crear sus rutas teatralizadas de leyendas se denomina Llactayuk, que implica recurrir a la memoria personal de cada uno de los integrantes. “Además de contar datos históricos que pueden resultar educativos o entretenidos, nosotros narramos una historia más familiar, más sensible, relacionada a los oficios y a los pequeños personajes del centro que resultan invisibles para la historia normal”, añade Lucía, quien es la primera mujer directora del colectivo; ha interpretado a Quilago y Manuela Espejo.
Durante este período de trabajo no solo han hecho rutas de leyenda con personajes cada vez más personales, sino obras de teatro en las que reflexionan sobre el mestizaje o la situación de las mujeres en el tiempo, proyectos editoriales y talleres para transferir sus procesos de creación en otras ciudades. Quito Eterno no está relacionado con el turismo, sino con la educación del patrimonio cultural.
“Siempre afirmamos que el Centro Histórico no puede ser convertido en un escenario, en un espacio ficticio. Lo que proponemos a la gente es reflexionar sobre la vida real del centro, por eso decimos que este lugar está vivo, porque las comunidades todavía habitan en las arquitecturas patrimoniales y buscan cómo reinventarse para no ser comidas por el turismo predador. En Cartagena, por ejemplo, el antiguo convento de Santa Clara ahora es hotel de lujo. Contra eso luchamos y resistimos, remarcamos el valor de estos espacios, de que la gente se mantenga”, señala Natalia Dávila, responsable del área académica y quien ha encarnado a Marieta de Veintimilla y a una chichera.
Javier Cevallos Perugachi, encargado de la dirección artística y quien ha representado al diablo, al danzante de Zámbiza, a un estudiante jesuita y a Carlos Montúfar, dice que lo que intentan es hacer comunidad: “Contamos con la amistad, el respeto y el cariño de un montón de habitantes del centro. Nuestro paso por el espacio no solo es una cuestión utilitaria, sino de relación humana con las congregaciones religiosas, los directivos de museos, pero, sobre todo, con sus habitantes”.
"Entre ellos están los artesanos, los comerciantes, los vecinos -añade Cevallos-. A veces nos reímos y decimos que el centro es como nuestro enorme barrio. Además, terminas siendo como un cronista de las cosas que van desapareciendo. La parada del metro de San Francisco, por ejemplo, acabó con toda una cuadra de tiendas, de mercerías a las que entrabas y parecía que el tiempo se había detenido durante 30 años”.
El resto de integrantes está conformado por Lorena Oñate Gavilánez, quien representa al alma del purgatorio y trabaja en el área de ventas; Andrea Fonseca, dedicada a la atención al cliente y, en ocasiones, interpreta a María Angula; Gabriela Rueda representa a Manuela Sáenz y está en el área financiera; Adrián Gutiérrez es un barbero del siglo XVIII y un poeta del XX; Carmen Ruiz interpreta a una panadera del siglo XVIII, una beata y una yerbatera atemporal, además de pertenecer al área de ventas y promoción; y Francisco Vásquez es el encargado de la logística. Cada cierto tiempo un voluntario alemán los acompaña dándole vida a Humboldt.
El espacio que actualmente ocupan es pequeño y les resulta insuficiente, por lo que la fundación está trabajando con colectivos de arquitectos jóvenes para materializar el proyecto ‘La república de excepción’, el cual acogerá en una casa patrimonial del centro a 25 organizaciones culturales de la ciudad. El próximo viernes 27 de octubre, Quito Eterno hará el lanzamiento de las actividades por su decimoquinto aniversario, que incluye un festival internacional de narradores del patrimonio cultural, tertulias de la memoria, la activación de la escuela Llactayuk y un proyecto de cocina (en el que participará Santiago Pazos) que comparará la manera tradicional y actual de preparar alimentos. (I)