Las Funciones se darán en Quito y Guayaquil
¡Quién me quita lo bailado!, un monólogo para los padres
Don Manuco tiene 90 años pero ignora las cifras que le pueda deparar el destino. Las soslaya repitiendo una frase maravillosa, entonada con la oralidad de su intérprete guayaquileño Lucho Mueckay.
Mezcla de humor y nostalgia, el monólogo en forma de pregunta retórica (“¡Quién me quita lo bailado!”) pretende homenajear a los padres antes de su día, en una función única en Quito que se dará en el Teatro Prometeo, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, a las 20:00, el jueves 11 de junio.
Mueckay, quien promocionó la cultura ecuatoriana en diversas instituciones y países, encarnará a un personaje que evade la vigilancia de la madre superiora, que ausculta a los asilados de un hospicio, para recorrer diversas ciudades del país.
“Sin perro que le ladre, ni mujer que le reclame, se pierde por las calles (...) aunque en la travesía la memoria le juegue chueco llevándolo por lugares, épocas y situaciones absurdas, espasmos y nostalgias”, dice la cartelera que también se colgará en Guayaquil los días 19, 20 y 21 de junio, en la Cafetería La Cusumbera, del Centro Cultural Sarao (calle Oeste 313-A y avenida del Periodista de la ciudadela Kennedy Vieja), colectivo al que pertenece el artista cuyo talento al interpretar la obra anunciada ya se ha demostrado en una temporada pasada, en el capitalino Patio de Comedias.
El actor confiesa que toma con seriedad el proceso de construcción de su personaje, quien, además de ser hilarante, pretende escenificar la sabiduría de los adultos mayores en una interacción directa con los espectadores.
La oralidad guayaca le da sentido a los vericuetos por los que circulará Don Manuco, con variantes para su presentación en la capital y en su ciudad natal, Guayaquil.
Como saben quienes ya lo han visto en escena, frente a la sonrisa del protagonista, sobre una mesa de terciopelo, en soledad absoluta, una frase del filósofo alemán Friedrich Nietzsche estará latente aunque no sea pronunciada: “La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño”. (I)