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El Telégrafo
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“Que sea la gente la que le dé otros significados”

“Que sea la gente la que le dé otros significados”
09 de octubre de 2012 - 00:00

A pocos días del estreno de “Sin otoño, sin primavera”, primer largometraje que dirige, Iván Mora Manzano habla sobre la película, su experiencia, los actores, el cine ecuatoriano. Con 35 años, tiene un currículum más bien extenso: en la última década ha trabajado, sobre todo como editor, en las películas que se convirtieron en las más vistas del cine nacional. Ahora, se estrena como director de largometraje.

Ha estado involucrado en la producción de varias películas, entre esas, algunas de las más comentadas de los últimos años de producción de cine nacional. A veces, la mayor parte, en la edición, otras, en la fotografía, y otras, en la música. Precisamente tuvo una formación musical previo a entrar en el cine. A “Sin otoño, sin primavera” la han llamado “una balada punk”. ¿Siente que el vínculo entre el cine y la música se ha estrechado en la producción de las películas nacionales?

Creo que lo que ha pasado es que hay más producciones cinematográficas ecuatorianas y eso hace que también conozcamos más sobre sus bandas sonoras. Hay “soundtracks” muy buenos en el cine local como la de Sensaciones o la de Ratas en la década del 90. Personalmente, la mezcla entre imágenes y música es de los momentos que más me gustan en el cine. La música es un elemento narrativo en el cine muy poderoso. Por esto para mí era importante tomarme el tiempo necesario para crear la banda sonora de “Sin otoño, sin primavera”. Lo de balada punk es una frase que pega muy bien en el estilo de la película y que, además, ha generado polémicas y ha creado una interesante expectativa alrededor de la misma.

En esa misma línea, Ángela Peñaherrera (Paula), la protagonista, también viene de la música, con su grupo, ahora desintegrado, The Cassettes. ¿Qué tan importante fue eso a la hora de elegirla a ella y otros actores?

El casting tomó casi dos años, a medida que avanzábamos en su proceso fuimos creando nuestro propio sistema para hacerlo. Así decidimos llamar a varios cantantes y artistas locales, ya que de plano sabíamos que ellos tenían experiencia frente a un público. Además creo que los músicos de rock, como el caso de The Cassettes, crean sus personajes en el escenario y esto, finalmente, fue clave al momento de las actuaciones frente a cámara. No creo que todos los músicos tengan la capacidad de actuar en una película, por eso el proceso fue largo. Finalmente se escogieron a quienes de verdad para nosotros tenían el talento necesario para actuar.

Y siguiendo la línea de seguir la línea: las actuaciones de Peñaherrera y Paulina Obrist (Antonia), son, a vista de tráiler, muy convincentes. En una entrevista para otro diario, Peñaherrera explicó que se siente como su personaje, y Obrist que “no soy Antonia, pero sería una buena amiga mía”. Usted dijo que en el casting buscaba actores naturales... ¿Siente que logró encontrarlo en todos?

En el país no hay una larga tradición cinematográfica, aunque se ha avanzado mucho, todavía faltan profesionales en todas las áreas, una de ellas es la actoral. En la película hay varios actores profesionales como Alejo Fajardo, Paola Baldión (actriz colombiana que ha ganado importantes premios internacionales), Andrés Crespo, Lucía Moscoso por nombrar a algunos. Fue necesario entonces hacer este casting en busca de actores no profesionales o naturales. Estoy contento con el trabajo que hicimos con ellos, de verdad siento que logré encontrar a todos los que buscaba. Todos además tienen un gran potencial actoral, estoy seguro que los veremos en otras producciones.

¿Cómo ha sido esta primera experiencia como director de largometraje? ¿Se les ha complicado algo en el rodaje?

La experiencia ha sido buena, hemos aprendido un montón porque hacer cine solo se aprende haciéndolo. Han sido cinco años desde que inició el proceso, es un tiempo largo y por supuesto que hay algunas etapas que han sido más fáciles que otras. Sin duda el tema del levantamiento de fondos es un tema complicado, tenemos una ley de cine todavía bastante básica y por ejemplo, el involucramiento de la empresa privada todavía es un tema que cuesta mucho. Otro tema es la distribución, si bien hay apertura en los cines locales nuestras películas tienen que competir con todo el aparataje mediático y marketero de las “pelis” de Hollywood, entonces así las cosas no son muy justas. En todo caso creo que el cine ecuatoriano cada vez tiene más público por su calidad y eso es positivo.

Ha trabajado en varios proyectos con Mateo Herrera. Se sabe que son amigos y que, en ocasiones, crean música el uno para los proyectos del otro. ¿Pensó en invitarlo a participar en “Sin otoño, sin primavera”?

Yo tuve un proyecto de “noise” con Mateo hace unos años llamado Norman Bates. Si bien hablamos alguna vez sobre la música de “Sin otoño, sin primavera”, la película pedía otro tipo de música.

Ya se ha hablado mucho de la denominación que recibe la película, una frase que se lanza en una escena. ¿Podría definir qué es una balada punk y qué significa creer en la anarquía de la imaginación?

Lo de balada punk es una frase muy buena que la dijo mi amigo Javier Andrade después de leer el guión. Estamos tan mal acostumbrados a que toda expresión artística sea encajada por géneros, que decidimos usar esta frase para la promoción de la película. También tiene que ver con que en la trama hay historias de amor y también violencia, esa violencia cotidiana que a veces pasa hasta desapercibida, pero que está. La anarquía de la imaginación es una frase que dice el personaje de Lucas, es una frase de Fassbinder. Es mejor que la gente que  vea la película saque sus propias conclusiones.

Tras un breve vistazo, “Sin otoño, sin primavera” tiene una estética distinta a otras producciones nacionales. Pero eso es sólo un breve vistazo de este espectador. En sus palabras: ¿Qué aporta de nuevo la película al quehacer cinematográfico en el país?

De verdad creo que cada director aporta algo al cine ecuatoriano. En el caso de “Sin otoño, sin primavera” hablo de lo que conozco: de una clase media guayaquileña, y como resuelven sus conflictos de vida, sus amores, sus relaciones. No pretendo hacer una reflexión sociológica ni nada por el estilo, simplemente cuento una historia que me importa a mí como cineasta. Más bien espero que la gente la vaya a ver y sea esa gente la que le dé otros significados.

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