Que “Ecuador es un país pirata”, dicen productoras extranjeras
La historia va más o menos así: Hace dos años el IEPI (Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual) junto con la Fiscalía emprendieron controles para evitar que las tiendas de venta de discos ilegales, los llamados piratas, sigan expendiendo el producto.
Hubo clausuras, decomisos y, en casos, resistencia de los vendedores que aupaban en su defensa un discurso del derecho al trabajo. No obstante, no se detuvieron los operativos. Luego, a las cansadas, los vendedores informales decidieron agruparse, con la idea de alcanzar alguna tregua vía diálogo y detener las incautaciones y los cierres de sus negocios. Fue un caos.
Ahora, si se mira atrás esta historia parecería ilógica. De los gremios que se conformaron, alrededor de cinco operativos en el país legalizan ahora su condición de trabajadores. Pero más allá de eso, ellos son los responsables de que los cinco tirajes que ha tenido A tus espaldas, película de Tito Jara, hayan sido en copias legales. Es decir, al director quiteño le compraron los derechos de autor para reproducir su trabajo. Así se evitó que fuera pirateado. Ganaron todos, dicen.
Y la semana anterior, en Quito, lanzaron una segunda aventura comercial y otro cineasta ecuatoriano surgió beneficiado: Pescador, de Sebastián Cordero, subió a las perchas, asimismo, en copias legales.
Santiago Cevallos, director nacional de Derecho de Autor y Derechos Conexos (e), cuenta cómo fue el proceso para que esto sucediera. Además, detalla cómo se han operado las licencias, tanto nacionales como internacionales, en Ecuador.
El IEPI es uno de los auspiciantes de la circulación del filme Pescador y otras películas más en copias legales. ¿Cómo se logró?
La primera experiencia de esto fue A tus espaldas, de Tito Jara. Esta película, hace cuatro semanas, lanzó la quinta edición. Hasta el momento se han vendido más de cincuenta mil películas de copias legales autorizadas por el titular de los derechos, a través de Asecopac y de Asaviv (dos de los grupos de vendedores). En esta quinta edición se está produciendo, incluso, en Blu-ray.
Esa fue la primera experiencia que existió. Es más, en ese punto, se vendió la pura propiedad intelectual. ¿A qué me refiero con esto? Que Tito Jara entregó la autorización para que se reproduzca su obra, entregó la matriz y en ese momento Asecopac y luego Asaviv y otras organizaciones se encargaron de realizar la reproducción, el embalaje, la distribución de absolutamente todo. Tito Jara no hizo nada más que entregarles el máster de la película y empezó a recibir las regalías por las ventas.
Aquí se normaliza la cadena de valor del cine ecuatoriano donde, incluso ahora, el autor no tiene que hacer las veces de vendedor, de agente de marketing... ¿Qué otras ganancias se generan en este escenario reciente?
Lo que buscamos en la actualidad es acceso legal a la cultura. Porque en la actualidad en el Ecuador sí existe acceso. Aquí tú puedes ver cualquier película: Avengers, Avatar, cualquiera que esté estrenada. Pero qué es lo que sucede: es un acceso ilegal porque accedes a una copia que no es autorizada por el titular de los derechos. En el momento en el que tú compras una película que es autorizada estás accediendo a una obra legal.
Es legal la actividad que realiza el comerciante, tú estás accediendo de forma legal a la cultura. El autor se beneficia de la obra que realizó y la piratería desaparece. Ese es el fin. La experiencia nos dice que hace dos años no encontrabas una sola película original en las perchas de los locales, ni nacional ni extranjera. En este momento calculamos que existen alrededor de 70 u 80 licencias que ya han sido entregadas, entre películas y música, a las diferentes asociaciones. Tienen en las perchas filmes nacionales con licencias.
¿Pero antes no hubo un sistema idóneo de distribución?
Hemos estado acostumbrados a que el artista llegue a vender, incluso, de forma sui géneris, sus obras: a través de Twitter, de Facebook, de descarga gratis en Internet, de video publicitario, de ventas de entradas a un concierto, del periódico y ese tipo de cosas.
Eso no deberían hacerlo los autores, ellos deberían dedicarse a lo que saben: componer, interpretar y grabar. A ello debería dedicarse el sistema de los comercializadores. En el país el canal de comercialización más grande existente ahora es el de los denominados piratas. O sea, si tú pones una película en cada uno de los locales piratas, por así decirlo, del Ecuador, tienes un éxito.
¿Tienen registrados cuántos son a escala nacional?
Son alrededor de tres mil locales de ventas de discos en el país.
Que ahora existan cinco gremios de vendedores que estén pensando en la venta de discos nacionales en copias legales, ¿es un logro del IEPI?
No, fue algo espontáneo. Pero es resultado lógico de las cosas. Ellos pueden conseguir las licencias; es más fácil conseguirlas puesto que están aquí la mayoría de ellos. Tú encuentras A tus espaldas, Un titán en el ring. Están vendiendo música como la de Douglas Bastidas, Fausto Miño y en original. Los que siguen vendiendo es porque no están o porque no les interesa estar en el proceso de regularización. Te digo porque me lo han dicho.
¿Cómo?
Hay quienes dicen que las acciones que hace el IEPI van a parar en dos, tres meses y que podrán seguir; o sino: “yo no tengo por qué formar parte de Asaviv, Asecopac o de cualquier asociación, usted está perdiendo el tiempo, dinero...”.
En todas partes del mundo qué es lo que han hecho: represión. Si yo aplicara a rajatabla la ley cuál sería mi deber: ir a cerrar los tres mil locales que existen en el país. Pero qué es lo que sucede en ese momento, causo un colapso cultural por hacer eso en Ecuador. En efecto existen otras alternativas para acceder como Netflix o Itunes. Pero voy y cierro los locales, ¿dónde compras una película?, no habrá ni originales ni piratas.
¿Cómo se da la ecuación para que todos salgan ganando en la venta de discos originales?
Nosotros no podemos regular el precio. Cómo funciona el sistema. Suponiendo que una película cuesta cinco dólares. El autor puede ganar un dólar por los derechos, el comerciante un dólar cincuenta por la venta, que es más de lo que gana por vender un disco ilegal. Es el mercado el que lo regulariza todo. A veces son los consumidores los que dicen: Oye, esa película A tus espaldas, chévere; porque es una realidad del quiteño. La demanda hace que una película surja en las perchas.
¿Podría hacer un análisis de por qué esta cadena de valor nunca funcionó?
Porque antes las autoridades de propiedad intelectual pensaban que la única forma de arreglarlo era exterminándolos. Es más, si tú le preguntas, por ejemplo, a una autoridad en derecho de autor de Estados Unidos sobre cómo puedes solucionar la piratería te dice: Hay que combatirla. Quitarle la mercadería. ¿Qué sacamos nosotros? Si yo mañana cierro un local en el que hay tres mil películas, me las llevo, estoy seguro de que al siguiente día esa persona tiene no tres mil, sino cinco mil, porque tiene que recuperar lo que le decomisé.
Esto, de la elección pirata, ¿es parte de nuestras costumbres?
Es una mala costumbre. Acostumbrados a que mientras no exista control no hacemos nada. Lo que nos impulsa a seguir es que las cosas estén sucediendo. Antes ningún productor, director, ni intérprete ni actor ni compositor tenía la esperanza de vender quizá dos mil copias, en el mejor de los casos. Me refiero a casos no tan exitosos como el de Juan Fernando Velasco, que tranquilamente vende 15 mil. Pero a quienes no se los conoce mucho no tenían, quizás, la esperanza de vender ni quinientos.
¿Cómo se determina el costo de una licencia?
La autorización la da el titular del derecho, él determina el precio.
Decía que la ley de Ecuador no era afín a los tiempos...
Esta ley, nadie dice que es mala, pero en mi criterio no está adaptada a la realidad ecuatoriana. La ley es protectora. Está más arriba de lo que proponen los tratados internacionales, especialmente los de Berna y Adpic que te dicen que la protección al derecho de autor será de 50 años luego de su muerte. Nosotros pusimos 70. ¿Por qué? No lo sé. Se dirá que al autor se lo debe proteger y, me pregunto, ¿dónde está el derecho de las personas a acceder a la cultura? Lo que debería existir es una legislación en propiedad intelectual equilibrada entre los derechos privados del titular y el espectador. Pero hay intereses que se ven desde el propietario de los derechos de la propiedad intelectual.
Usted se refería a que las productoras extranjeras no querían expedir licencias para copias legales de discos en Ecuador, que incluso llevan años pidiéndolas, ¿Eso no genera que la piratería sea una opción sin alternativas?
Aquí no existe ni una sola licencia de Dreamworks, de Disney, de MGM, de esos gigantes de Hollywood no se ha obtenido ni una licencia. Pero es que ellos dicen: Ah, Ecuador es un país pirata. En 10 años que llevo aquí nunca he visto una sola acción de Dreamworks, ni de ningún titular de Estados Unidos que haga algo para combatir la piratería, por ejemplo, con películas como Avatar.
Digo, ¿por qué les protegemos los derechos si ellos no hacen nada? ¿No te parece que primero deberíamos proteger a los nacionales?
Nosotros hemos pedido licencia, lo hemos estado haciendo hace mucho tiempo, pero ellos dicen no y siguen insistiendo en que Ecuador es un país pirata. Y encima nos ponen en la lista 301, la de los países más piratas del mundo. Y allí no hay una lógica posible. Obvio que voy a seguir siendo pirata porque tú (refiriéndose a las productoras internacionales de filmes y otros productos protegidos por derechos de autor) no me das licencias.