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El Telégrafo
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Patricio Palomeque es el artífice de paisajes poéticos y sonoros

El taller de Patricio Palomeque, donde también vive, está ubicado en el Centro Histórico de Cuenca.
El taller de Patricio Palomeque, donde también vive, está ubicado en el Centro Histórico de Cuenca.
Fotos: Fernando Machado / EL TELÉGRAFO
05 de enero de 2018 - 00:00 - Fausto Rivera Yánez

Los últimos trabajos  del artista cuencano Patricio Palomeque (1962) se derivan de dos territorios que, a ratos, resultan infranqueables, pero que en su obra se traducen en composiciones poéticas cargadas de una melancolía sobrecogedora: la ciudad que habita y la literatura.

En su casa ubicada en el Centro Histórico de Cuenca, sobre la calle Benigno Malo, donde  también funciona su taller/galería que es custodiado por su gato Pacha, se observan diversos cuadros de colores planos (blanco y negro) y con efectos fotográficos que definen la relación del artista con la ciudad: una búsqueda por distanciarse de la imagen arquetípica de Cuenca para representarla desde sus zonas más ambiguas, lúgubres.

En una obra de 2013, el artista, basado en una fotografía actual de la Catedral de Cuenca, repite cinco veces sobre el cuadro el poema ‘Catedral Salvaje’, de su coterráneo César Dávila Andrade. El texto funciona como el pixel que le da cuerpo a ese paisaje que se avizora fragmentado.

 Con la obra, anécdotas y biografía de César Dávila Andrade, el artista ha hecho pinturas, videos y fotografías.   “Yo recupero su mito y poesía; es una forma de entrar a esta actitud de una persona que irrumpió la estructura típica cuencana”, dice Patricio, un motociclista apasionado  que hasta la adolescencia vivió en Esmeraldas y después se afincó en Cuenca.

Palomeque viene originalmente de la pintura y de la instalación, pero desde hace más de una década su trabajo se ha concentrado en la fotografía y lo audiovisual. En una obra de 2013 titulada ‘El ahogado’, e inspirada en un poema homónimo del poeta cuencano Cristóbal Zapata, se presenta una serie de cuatro fotogramas impresos sobre acero inoxidable, que fueron filmados a través de una cámara sumergida en el río Tomebamba. Este trabajo viene acompañado de un video en el que se observa el ‘ahogo’ de quien está filmando y su mirada atropellada de la ciudad y del río.

El poema de Zapata dialoga con una anécdota sobre una noche de borrachera entre Efraín Jara Idrovo -el Cuchucho- y César Dávila Andrade -el Fakir-, quienes se amanecieron  bebiendo en la Cruz del Vado y luego cruzaron corriendo el Tomebamba. “El poema de Zapata es muy bello y crítico -dice Patricio-, y da cuenta de este río que, simbólicamente, representaría todas las ansias, toda la mentalidad cuencana que baja por ese desaguadero. Entonces está este río que es como nuestra postal, pero también es nuestro desaguador que oculta cosas”.

En 2016, en el Museo de Arte Moderno de Cuenca y en la galería No Mínimo de Guayaquil, el artista presentó la muestra La línea de sombra, en la que hace una revisión de su ciudad a partir de fotografías traducidas en pinturas de colegios nocturnos del Centro Histórico de Cuenca. Esta obra estaba acompañada de una torre de MP4 con audios grabados durante los recreos de los estudiantes, como si fuera un coro de murmullos que componían otro paisaje, pero sonoro.

“Diríase que en los últimos años Palomeque se ha convertido, al mismo tiempo, en una suerte de voyeur y cronista secreto de la urbe, particularmente de esa parte de la ciudad que constituye su hábitat cotidiano: el Centro Histórico”, escribe Cristóbal Zapata en un artículo de 2015 (‘El heterocosmos de Patricio Palomeque’) publicado en la revista Diners.

La insistencia del artista por asir el espacio que lo contiene se manifiesta en otra obra que, a diferencia del resto, recoge sus tránsitos diarios. Palomeque pinta, a partir de fotografías, veredas que marcan su recorrido cotidiano, que va desde el Parque Calderón hasta su casa. Sobre estos cuadros, el artista proyecta en dos líneas los versos de Catedral salvaje.

“Esa idea obsesiva de mostrar un poema para mí es como la génesis y apocalipsis  de un entorno, de un gran paisaje”, reflexiona Patricio mientras me muestra una serie de cuatro cuadros en diversas gamas de grises y retratados en distintas perspectivas en el parque Calderón. Esta obra opera como homenaje al artista cuencano Carlos Beltrán, quien en los años cincuenta pintó la serie Cuatro Esquinas.

Una de las obras más significativas de Patricio es Develamientos (2014), en la que cuestiona la figura de Abdón Calderón, cuya escultura en Cuenca lo representa como un ser heroico e inmutable. Se destaca, a su vez, el videoarte que presentó en la última edición de ‘Pacific Standard Time: LA/LA. Latin American & Latino Art in LA’ y que se titula El afilador, en el que el artista graba el proceso de desintegración de un cuchillo Tramontina.

Otro videoarte que usa la figura del cuchillo como símbolo de una masculinidad frágil y solitaria es Deshielo. Aquí, Palomeque, quien parte del poema El peruano perfecto, de  Mario Montalbetti,  filma la disolución de un bloque de hielo que contiene un cuchillo en el centro. La obra del artista cuencano está entrelazada con citas y diálogos.

Libro de dibujos
Editado por Cristóbal Zapata y ganador de los últimos Fondos Concursables, el libro El Yo repetido reúne los dibujos que Patricio Palomeque ha hecho desde 1990 hasta el anterior año. El trabajo está dividido en tres secciones: Circo, en alusión a lo lúdico;    Yo repetido, en referencia a la otredad y la autorrepresentación; y Pieles, que se refiere a lo erótico y lo amatorio. Esta última sección viene con un poema inédito de Roy Sigüenza, que dice: “El cuerpo borra / las manos que lo amaron. / Con la sustancia vil de su sangre / mancha el camino”.  (I)

Documental

→En el último Encuentro sobre Lliteratura Ecuatoriana y Latinoamericana ‘Alfonso Carrasco Vintimilla’, Patricio Palomeque presentó el primer corte de su documental (o ensayo cinematográfico) La suma de los círculos, basado en Catedral salvaje.

33 fragmentos del poema de César Dávila Andrade son leídos por 33 personajes en el documental.

→Este trabajo fue filmado en blanco y negro, siguiendo la misma estética que el artista ha usado en los últimos años, y utiliza 33 distintas locaciones de Cuenca. Aún se encuentra en proceso. 

En El ahogado (2013), basado en un poema homónimo del poeta cuencano Cristóbal Zapata, se presenta una serie de cuatro fotogramas impresos sobre acero inoxidable, que fueron filmados a través de una cámara sumergida en el río Tomebamba.

Serie de cuatro cuadros en diversas gamas de grises y retratados en distintas perspectivas en el parque Calderón.

 

Develamientos (2014), obra que cuestiona la figura de Abdón Calderón, cuya escultura lo representa como un ser inmutable.

 Palomeque pinta, a partir de fotografías, veredas que marcan su recorrido cotidiano, que va desde el parque Calderón hasta su casa.

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