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El Telégrafo
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Pantaleón y las visitadoras- Mario Vargas Llosa

Pantaleón y las visitadoras- Mario Vargas Llosa
18 de abril de 2014 - 00:00 - Juan Carlos Moreno

Me invitan a entrar a ese juego de la memoria, que es buscar el libro más significativo de mi vida. Y eso hago. Corrían los años 1976 o 77, en plena transición española, de la dictadura a la democracia. En el colegio, me pidieron la lectura y resumen ante clase, de un libro a tu elección. Escogí “Pantaleón y las Visitadoras”, tal vez, porque estaba muy en boga en aquellos días la literatura latinoamericana, tal vez, porque trataba de prostitutas y era aliciente en la mente calenturienta de un adolescente en un país liberándose de las telarañas de la represión sexual del nacional-catolicismo del petulantísimo general Franco, o simplemente porque se me antojaba trasgresor para mi espíritu cínico y rebelde. Lo cierto es que me encontré con un texto que difería estrepitosamente con la típica narrativa de los relatos folletines del Dumas, Hugo o Verne a los que había cogido afición. Se podría decir que fue un reto enfrentarme a esos diálogos yuxtapuestos, confusos en principio y luego naturales, y dispersar la narración entre medios ajenos a lo habitual como el correo epistolar, la radio y la prensa. Mi exposición ante el aula fue de aturrullado mejor olvido. Y en la actualidad, Vargas Llosa, no está entre mis autores predilectos, quizás por su aspecto conservador, de erudito relamido. Pero si reconozco que fue punta de lanza hacía otros autores latinoamericanos en mis lecturas más fructíferas. Y comprender, desde mi perspectiva actual, la gran importancia innovadora, onírica y social de aquellos textos, ya históricos, con su huella en el desarrollo conceptual del arte con el que convivimos, por suerte.

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