Es periodista y dirige la célebre revista mensual Piauí. Fue discípulo de Eduardo Coutinho
"No creo en los documentales instantáneos, necesitan de tiempo"
Cuando João Moreira Salles llegó a Ecuador, el oficial de inmigración que selló su pasaporte le preguntó, muy simpáticamente, si era la primera vez que visitaba el país. Sí, le respondió el cineasta brasileño. Seguidamente, el uniformado quiso saber si venía por turismo y el director de Santiago, filme que se proyectará este miércoles en la Alianza Francesa de Quito, le contestó que llegaba como invitado del Festival de Cine Documental EDOC. El oficial, sospechosamente entusiasmado, quiso saber si que en ese encuentro habrían películas sobre músicos. “Sabe, a mí me gusta mucho un documental sobre un pianista brasileño, Nelson Freire”, le dijo el oficial y João sonrío.
El pasado jueves inició “oficialmente” el Festival EDOC con una rueda de prensa en la que participaron Manolo Sarmiento, María Campaña y João Moreira Salles, invitado especial de esta XV edición. “Lo más importante de estos festivales es encontrar a ‘alguien’, de quien no tengo idea, que no sé cómo piensa, que quizás no le guste mi trabajo, que tal vez tenga ideas radicalmente opuestas a las mías. Pero lo fundamental es eso, que halles a alguien”, comentó el autor del documental Nelson Freire al recordar el primer “encuentro” que tuvo con el país.
Sarmiento, antes de presentar a su invitado, expresó su solidaridad con los afectados por el terremoto del pasado 16 de abril y con los de las réplicas del 18 mayo, que ocasionaron que la función inaugural del EDOC se posponga para el próximo miércoles, a las 19:00, en el Teatro Capitol.
João Moreira Salles ha transitado por todas las veredas pero se ha estacionado en pocas: es economista aunque no ejerce; ha hecho tantos y tan diversos documentales (sobre política, música, literatura, fútbol y asuntos personales, entre otros) que es considerado uno de los cineastas brasileños más importantes y completos de América Latina; fue amigo íntimo y colaborador del fallecido Eduardo Coutinho, de quien produjo y editó su película póstuma Últimas conversas; y es director de la revista mensual piauí, cuya última portada muestra al actual presidente interino de Brasil, Michel Temer, sonriendo y desnudo con una corona sobre la cabeza.
“Soy un documentalista accidental, no ha sido mi vocación ni algo central en mi vida. Me dediqué al documentalismo, un poco, por causa de mi hermano, Walter Salles, que él sí es un cineasta con vocación. Mis influencias han venido más del periodismo que del cine hasta que conocí a Eduardo Coutinho, quien ha sido mi gran influencia.
Convivir con él me cambió la manera en cómo veo, cómo entiendo el cine no ficcional. Mientras que en el periodismo hay un tipo específico que me interesa y es el periodismo narrativo de los norteamericanos. Está, por ejemplo, el libro de Lillian Ross sobre las películas de John Huston. Para mí era natural que, en algún momento, quisiera hacer periodismo de verdad. Eso pasó en 2006, cuando terminé de filmar Santiago y, a la par, empecé hacer piauí”.
Aunque João, en los últimos años, ha trabajado sostenidamente en el cine documental y el periodismo, está seguro de que son diferentes, a veces radicalmente opuestos, y no los mezcla. Sabe que cuando el documental intenta hacer periodismo fracasa, y viceversa. Es escéptico sobre la posibilidad de hacer documentales que tengan la misión, la intensión de cambiar el mundo. Pero cree que el periodismo puede ser un vehículo importante para retratar grandes crisis, grandes movimientos sociales.
“El documental es algo que necesita tiempo, no se hace en la urgencia. No creo en los documentales instantáneos, pero sí en el periodismo instantáneo porque eso es lo que hace: la urgencia de la hora, del día, de la semana, del mes. Un documental, por ejemplo, sobre la tragedia que provocó el terremoto en Ecuador está bien hacerlo, pero no ahora, no para mañana. El periodismo es bueno para dar información, el documental para dar experiencias. Un documental sobre los terremotos no es aquel que dice ‘pasó en tal día, hubo tantas personas afectadas’. Eso no hace un documental, pero sí el periodismo y muy bien. Explorar y registrar la experiencia de un temblor, la experiencia de las personas que lo vivieron requiere de un documental porque lo hará de la manera más efectiva”, puntualiza. (I)