“Estaba dispuesto a escribir otra película conmigo. Queríamos hacer algo sobre Juana de Arco. Me dijo que estaba de acuerdo, siempre y cuando la convirtiéramos en lesbiana”, le dijo al diario Libération la cineasta Valérie Donzelli al enterarse de la muerte del guionista.

Con un director aún más célebre, François Truffaut, Gruault ejercía un método más peculiar a la hora de definir una película. El guionista estrella de la Nouvelle Vague escribía una primera versión, que el cineasta anotaba y le devolvía para que volviera a trabajar en ella, una y otra vez en un proceso que podía durar años.

“François me dejaba libertad y tiempo para escribir. Nos llamábamos por teléfono y nos veíamos para cenar, pero hablábamos muy poco de cine. Puede parecer extraño, pero fue en el momento en que empecé a trabajar con Alain Resnais cuando François decidió que deberíamos vernos más a menudo”, explicó en una entrevista el escritor, quien definía a Truffaut como “un ser lleno de paradojas, con mucho humor y un fondo de tristeza”.

Con Resnais, otro cineasta francés que acuñó historias clásicas a la historia de la gran pantalla, Gruault rodó 3 películas: Mi tío de América, La vida es una novela y El amor ha muerto. Además, colaboró con Jean-Luc Godard, en Los carabineros; André Téchiné, en Las hermanas Brontë; Chantal Akerman en Golden Eighties; e incluso con los hermanos Dardenne al darles una mano con el guión de su segundo largometraje: Je pense à vous.

El contador de historias tras la claqueta nació en Fontenay-sous-Bois, en las afueras de París. Jean Gruault era un cómico con alguna experiencia sobre las tablas cuando conoció al núcleo duro de la Nouvelle Vague, con Truffaut a la cabeza, quien le introdujo a Roberto Rossellini. Junto a Jacques Rivette escribió Paris nous appartient (1958), una de las primeras películas del movimiento, y Vanina Vanini (1961) para Roberto Rossellini.

Su hija, Isabelle Gruault, fue quien dio la triste noticia de su muerte, el 8 de junio pasado, a través de la red social Twitter.

El guionista francés Jean Gruault falleció a los 90 años dejando un legado de incalculable valor para la historia del cine europeo, un héroe (in)visible del séptimo arte. (I)