“Me gusta estar llegando a los 50 así, tan potente”
Fito Páez está de cumpleaños, y un nuevo halo lo envuelve ahora que llega a los 50: Este año publica una novela de 321 páginas, mientras prepara, además, 3 nuevos discos. Es un movido medio siglo para un artista que al cabo de unos meses llegará a las 25 producciones discográficas.
Dentro de esa aura polifacética -es además guionista y director de cine-, incursiona ahora en la novela, con una obra de 321 páginas, que ha escrito durante los últimos 3 años.
El cantante, creador de grandes éxitos musicales como “Circo Beat”, “Llueve sobre mojado” y “Dar es dar”, conversó con Página 12 en una entrevista que, por motivo de sus 50 años, pone su carrera en retrospectiva: sus maestros; su novela (“La puta que habla”), y sus temas, que según el rosarino, nunca se cansará de interpretar. “Qué canción está harto de tocar”, le preguntó Gloria Guerrero, de Página 12, mientras citaba “Mariposa Tecnicolor” y “Yo vengo a ofrecer mi corazón”.
“No tengo ninguna canción que me reviente. Amo lo que hice”, respondía Fito, que contaba además que alguna vez había leído un reportaje donde un escritor consagrado despreciaba sus creaciones en la juventud. Ahí, decía Páez “hay algo espantoso: ‘Lo que no me aprueba la historia no está correcto’”.
Considerado como uno de los personajes más influyentes del rock en Argentina, a los 14 años, el ya miope joven Fito dejó el aprendizaje formal del piano clásico cuando la lectura de las partituras se le volvieron muy complejas: Solía aprenderse de memoria los movimientos de los dedos de su profesor para reproducirlos.
Fue entonces que empezó a entrar en la movida underground de la música en su país. Era la década de los 80, y en su ciudad natal, Rosario, se empezaba a formar un movimiento que mezclaba el rock con el tango y el folklore: la trova rosarina.
No mucho después, el aún joven Fito, tocaba en piano canciones de Sui Géneris con compañeros de secundaria, para llegar al cabo de unos pocos años a estar bajo la tutela del propio Charly García.
Y cuenta que sus primeras producciones (“Del 63” y “Giros”, en la primera mitad de los 80), dejan ver cierto enfrentamiento con Charly, en un forcejeo al que Páez resume así: “Ok, toco ‘Taquicardia’, manejo el rock y te toco todo, García, pero además pongo mi herencia tanguera y folklórica, y no la voy a dejar”, lo que, según el rosarino, era casi faltarle el respeto “a la aristocracia musical porteña”.
Pero el tiempo pasó, y las figuras igual. Con Luis Alberto Spinetta grabó “La la lá” en 1986. Era su cuarto disco en 3 años. Iba tomando ese ritmo vertiginoso que ha terminado en 25 discos, 4 películas (entre guionista y director), más de 40 videoclips de sus canciones y la novela que corona ahora un trayecto que ha corrido desde varios frentes.
La obra, trata, esencialmente, de los temas que más le apasionan al autor: el amor y la pasión, que no son iguales, aclara, y dice que ha disfrutado mucho el proceso de descubrir la trama, “ver cómo crecen las hojas, cómo juntar las servilletas con la compu... Fue muy emocionante, tanto como hacer música”.
Y es que, con el tiempo, uno aprende a darle dimensión a las emociones, asegura este cantautor que reivindica la expresión en el arte popular antes que la afinación de la voz. “Es tanto el caudal de lo que quiero contar, hacer o decir, que eso es lo que gana”.
El autor de “Y dale alegría a mi corazón”, tema de cancha que lo dejó sorprendido cuando la hinchada xeneize lo cantó en la Bombonera, cuenta que le gusta llegar a los 50 “así, tan potente”, en una nueva etapa en la que relajado, solo piensa “¿Qué hay que hacer hoy?”.