“Más que de géneros, el cine vive de sensaciones”
Apoyado por Argentina, el colombo-ecuatoriano Alejandro Landes produjo, en 2007, el documental Cocalero, sobre el presidente boliviano, Evo Morales. Ahora está en etapa de promoción de Porfirio, su primera ficción, retrato de un “aeropirata” real que se interpreta a sí mismo.
Lo que encuentra similar de ambos filmes es que son historias ya analizadas por los medios; y, en ese sentido, Landes intenta una mirada especial, un “nuevo contexto”, a la manera de Andy Warhol y la lata de sopa Campbell... de Evo Morales, por ejemplo, canalizó una lectura íntima y refrescante del hombre que, a esas alturas, ya se había convertido en personaje mediático.
Con Porfirio ha empezado una serie de exhibiciones en festivales, que le permite “evaluar” la reacción de la gente; ver cómo la audiencia se identifica con esa nueva mirada vertida sobre el protagonista.
¿Hay tintes de documental en Porfirio porque el personaje se interpreta a sí mismo?
Mira, el personaje está interpretando un papel con sus amores, desamores, relaciones; los espacios no son suyos. Es decir, está ahí moviéndose en una casa que no es de él, con una novia que solo es su novia en pantalla y no fuera de ella, así que está interpretando completamente el papel. Puede parecer sencillo interpretarse a uno mismo, pero más bien es una de las cosas más difíciles de la vida. Me parece que cuando encasillas las cosas dentro de géneros es muy fácil caer dentro del mismo recalentado de siempre.
Como director, ¿qué hizo para aprovechar el talento de Porfirio?
Hay algo muy actoral en el crimen de Porfirio, porque es el hombre que al no poder caminar decide volar escondiendo explosivos en su pañal y ya había una puesta en escena, un deseo de hacerse sentir; así que lo que hice fue continuar la construcción de este personaje y, finalmente, él hace un papel de muchísimas gamas de emociones... un tipo con un gran deseo de vivir, pero que comete el acto que atenta contra la vida de gente inocente y contra la de suya propia.
¿Qué tal la recepción en los diversos festivales?
El estreno en Cannes fue realmente maravilloso, fue una de las 5 películas latinoamericanas que pudieron estrenarse en el Festival, en mayo. Se ha mostrado en tantos lugares y ha ganado premios como mejor película en la India, en el festival de cine más grande de ese país; en Grecia también, en la Cinematek de Bélgica, en Cuenca, donde ganó a mejor director; luego en Amsterdam y ahora en Colombia, lo cual ha sido particularmente importante, porque es la casa de la película, se rodó ahí, Porfirio es colombiano, los escenarios que vemos en la pantalla son colombianos... Aunque creo que el cine transita por algo universal: las sensaciones y emociones, simplemente.
Se inició como editor de un programa de TV político, ¿cuál es el próximo paso cinematográfico?
Te digo una vez más: a mí no me atraen tanto los géneros como las emociones, las sensaciones. No estoy intentando llenar mi currículo con distintos géneros. En el caso de Porfirio, me impactó esa situación metafórica de cárcel por su confinamiento a la silla de ruedas y el que luego el Estado lo condenara a la cárcel literal. Esa cuestión que yo llamaría cíclica, un círculo narrativo, me interesó... En todo caso, mi cine es de exploración, soy curioso, porque tengo preguntas y no respuestas... La forma de la película, eso sí, me preocupa mucho. En este caso, es muy distinta a la de Cocalero, que incluye una cámara en mano. Porfirio cuenta con una cámara fija, simétrica...
¿Por qué cree -como ha dicho- que las escenas de sexo de Porfirio tienen un tratamiento ajeno a Hollywood?
La juventud aprecia el sexo, pero dentro de un canon de belleza que hace pensar que la única persona que puede tener sexo en pantalla es alguien con el cuerpo de Angelina Jolie o Brad Pitt. Acá vemos muchos cuerpos reales, que a los jóvenes les llegan a parecer hasta sórdidos, pero la gente mayor más bien ha rescatado eso, a pesar de que yo pensé que los jóvenes tendrían la mente más abierta. La noción de belleza con la globalización se vuelve uniforme, así que a mí me interesa una concepción mucho más victoriana, mucho más antigua, con cuerpos reales que muchas veces no vemos y que generan cierto rechazo.
¿Le parece irónico que usted, economista con estudios en literatura y arquitectura, sea ahora un retratista en cine?
Veo las cosas no desde mi punto de vista técnico y me parece que, no sé, soy muy abierto para que ni mi cine ni yo seamos encasillados por mi título de graduación. Evo Morales es un líder cocalero que llegó a presidente, Porfirio es un hombre de pueblo y ahora es actor, incluso Ricardo Darín lo declaró mejor actor en un festival de Francia, el de Biarritz, y le otorgó un premio. Creo que no soy una sola cosa.
¿Cómo se acercó al cine?
Cuando vivíamos en Quito y era chico, mi papá no me dejaba ver televisión, así que veía las películas una y otra vez. Mi primer acercamiento fue en una productora en Los Ángeles, haciendo cosas importantes como servir café. Leía guiones y desde antes estaba escribiendo, pero el primer contacto se dio porque el cine era algo que me gustaba mucho ver. Sentía que era muy especial la experiencia que vivía en ese tiempo en la sala... Aprendí cine haciéndolo, soy autodidacta.
¿Cómo lo marca la cercanía que, por asuntos familiares, tiene con las culturas brasileña, ecuatoriana y colombiana?
Me siento privilegiado y confundido. Creo que de donde más memoria audiovisual tengo es de Quito, donde viví muchos años; y de donde más memoria familiar tengo es de Colombia. Pienso que de alguna manera me interesa mucho Latinoamérica, pero me interesa la gente en particular porque es ahí, en el corazón de lo particular, donde tiende a haber algo universal como pasó con Porfirio, el Aracataca de García Márquez, el Londres de Dickens.
¿Hubiese sido posible filmar la cinta sin coproducción?
Es una película sumamente arriesgada; por lo tanto, fue difícil producirla. Con el primer borrador ganamos el apoyo de Francia para el diseño sonoro y también el de Argentina. Se fueron sumando países y cuando la película se aceptó en Cannes entró RCN para encargarse de la distribución comercial, porque al decirle a alguien que vas a hacer un filme de un cincuentón encerrado en su casa, que no puede caminar, en 35 mm Cinemascope y en zona roja colombiana con un equipo internacional, te tildarían de loco.
¿Los premios lo inspiran para seguir con el cine?
Por supuesto, creo que el cine transita por algo que es lo más importante que tenemos sobre la tierra y es el tiempo. Estoy empezando a escribir, pero todo son sensaciones, todo es nuevo. Los premios ganados han dejado una buena bolsa para poder arrancar y empezar a filmar otra vez, lo que me ilusiona. Quiero filmar.