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El Telégrafo
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Lo-fi: baja calidad y virtud: el arte entre los años viejos

Una vecina de Violenta, que trabaja años viejos hace 15 años mira la obra de Luis Chenche, ‘Planimetría cromática. En ella el artista recoge paredes caídas.
Una vecina de Violenta, que trabaja años viejos hace 15 años mira la obra de Luis Chenche, ‘Planimetría cromática. En ella el artista recoge paredes caídas.
Fotos: José Morán / El TELÉGRAFO
23 de diciembre de 2017 - 00:00

Música con percusión o en loop suena alrededor de Violenta, la galería de arte al sur de Guayaquil. Al fondo musical se suma el ruido de la ciudad, los vendedores ambulantes que aún se escuchan y los motores que se detienen ante un anuncio apocalíptico pegado a la pared que da a la calle: “A tirar, a tirar que el mundo se va a acabar”.

Lo más curioso de la advertencia para aquellos que transitan por la calle Villavicencio, paralela a la Seis de Marzo en la que se venden, hacen y deshacen años viejos, es que las letras son de globos dorados. En las noches, una luz intermitente más que iluminar, las señala. “¿Qué van a poner?¿un chongo?”, pregunta un transeúnte. La gente del sector, los vendedores de comida y los fabricantes de años viejos ya saben que no se trata de nada de eso.

El ‘Archivo Vargas’, una obra en la que Juan Carlos Vargas usa fotos que encuentra en la calle y da con algunas casualidades históricas.  

Los vecinos de Violenta tienen claro que aquella antigua bodega de letreros de neón, en la que no pasaba nada, ahora exhibe obras de arte. Como el anuncio de la artista guayaquileña Gabriela Chérrez a la entrada, lo que hacen aquí es para mirar, reír, pensar y, sobre todo, señalar.

La última exposición del año en la galería está curada por el historiador de arte Rodolfo Kronfle, movido, dice, por un capricho curatorial. Su intuición reunió a nueve artistas cuyos procesos de producción no distan demasiado del entorno de Violenta, su modalidad kitsch, con grandes años viejos y hasta grafitis del salvador cristiano, casas descascaradas y, a veces, en abandono.

“Las obras reunidas echan mano de lo provisional, lo desechado, lo temporal y, a su vez, potencian las fallas técnicas, acogiendo los efectos de la improvisación. El resultado es un arte discreto, sencillo y sin pretensión”, dice Kronfle Chambers.

La obra de la artista guayaquileña Gabriela Chérrez da la bienvenida a la muestra de Violenta. Su trabajo pone el cuerpo como una reacción política. Los curiosos no dejan de fotografiarla y hacer memes.  

De esta unión se origina el nombre de la muestra Lo-fi: baja calidad y virtud. El término surge de la expresión low-fidelity, que significa de baja fidelidad y se utiliza en el mundo de la música como descripción de expresiones formales opuestas a los productos de alta gama, a lo perfectamente pulido y acabado.

En esta muestra se evidencia cómo muchos de los artistas contemporáneos trabajan a través de esta especie de ética con la cual parecen redescubrir el valor de lo olvidado. La muestra abre con el Archivo Vargas, una serie de cuadros apilados desde el piso con fotos incrustadas.

En la versión actualizada (pues la primera se presentó en la extinta galería NoMínimo), Juan Carlos Vargas reúne nuevos hallazgos de sus recorridos por la ciudad, como la postal que intercambia el tenista Pancho Segura  con su padre, en un viaje a España. Vargas encontró la correspondencia luego de que la casa en la que vivió Segura, en Quito y Cuenca, se quemara y los archivos quedaran a la deriva.

El archivo fotográfico dialoga con la ‘Planimetría cromática’ del artista Luis Chenche, quien utiliza los catálogos de pintura comercial para encuadrar en ellos los restos de paredes viejas, caídas con el tiempo.

Le sigue la propuesta de David Orbea, quien encuentra abstracción geométrica en cajas halladas en la calle.

Frente a estas obras está la sordidez de la escena que construye Roberto Noboa en ‘La mujer del rifle’, los restos de los pájaros fotografiados en rollo de Eduardo Jaime, el juego de las formas que utiliza Ilich Castillo y las huellas de pelusa de ropa sucia convertidas en una pintura abstracta en la pieza de Leandro Pesantes. (I)  

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