Las cofradías de Yare son reconocidas por la Unesco
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) aceptó como patrimonio inmaterial de la humanidad la fiesta popular venezolana conocida como “Los diablos danzantes de Yare”, cuatro años después de que el Gobierno de ese país presentara los requisitos necesarios.
Las cofradías de diablos danzantes son: Naiguatá (Vargas); Puerto Cabello y Patanemo (Carabobo); Turiamo, Cata, Cuyagua, Ocumare de la Costa y Chuao (Aragua); Tinaquillo (Cojedes) y San Rafael de Orituco (Guárico). Esta es la primera manifestación de Venezuela en ser reconocida con esa distinción.
El presidente Hugo Chávez, al conocer esta noticia el pasado jueves, manifestó: “Cada una de estas diabladas constituye una expresión profunda de la venezolanidad y nos hace sentir orgullosos de nuestra condición de pueblo multiétnico y pluricultural”.
La embajadora de Venezuela en Ecuador, María de Lourdes Urbaneja, manifestó que esta es una festividad que se desarrolla el noveno jueves después del jueves santo. “Es una manifestación cultural que tiene más de 400 años de vida, que se practica con más fuerza en la costa venezolana”.
Detalles de la fiesta
Es una tradición que llegó al país llanero con los españoles, pero sufrió transformaciones con el pasar de los años, dadas las mezclas producidas entre el mundo indígena y afro, explicó Urbaneja.
En la danza ritual de los diablos danzantes los participantes visten trajes rojos, capas y máscaras de apariencia grotesca; adornos, como cruces, escapularios, rosarios y demás amuletos.
Los diablos danzan al son del repique de la caja (un tambor típico) y las maracas, mientras recorren las calles del pueblo para luego arrodillarse todos frente a la iglesia, donde permanecen postrados en señal de respeto al Santísimo mientras el sacerdote los bendice.
En esta festividad folclórica se rinde devoción al Santísimo Sacramento. La celebración comienza el martes, cuando se cantan fulías, se recitan décimas y se rezan rosarios y salves hasta el amanecer. El jueves de Corpus, luego de una lucha entre los diablos y la custodia, finalmente los primeros se rinden ante el Santísimo, representando la victoria del bien sobre el mal.
Es un baile netamente masculino. Las mujeres son las acompañantes y proveen de agua, comida y cuidan a los niños. No bailan por las calles, sino frente a un altar -por una promesa-. También usan máscaras, que han conseguido prestadas de alguna casa. Usan pañuelos en la cabeza, visten faldas rojas y cotas blancas, salvo la “capataz”, que viste totalmente de rojo y sin máscara.