El artista guayaquileño Javier Gavilanes, de 43 años, recibió el primer lugar de la edición 58 del Salón de Julio, dedicado a la pintura. El autor presentó la obra ‘Percepciones entrecruzadas’, propuesta en la cual introduce los rastros del polvo de  pintura lijada de casas de la ciudad en pequeños tubos de acrílico.

El jurado, integrado por los chilenos Ricardo Fuentealba, Víctor Hugo Bravo, el boliviano Eduardo Ribera, y Hernán Pacurucu, como director del salón, nombró la obra de Gavilanes como ganadora del certamen de manera unánime.

El autor trabaja este proceso pictórico desde su experiencia en la carpintería, con lo que logra dar una dinámica arqueológica a un proceso pictórico contemporáneo que se asemeja visualmente a la abstracción. El trabajo consta de dos piezas diferenciadas por su intensidad: en los rastros de la pintura de esferas socioeconómicas bajas el paisaje tiene colores fuertes, mientras que en los rastros de los barrios  socioeconómicos altos el paisaje es de color pastel. Aún así, en ambos casos la fuente pictórica parecería similar.

El segundo lugar del certamen fue para el artista lojano Emilio Seraquive, por la obra ‘La gota que derramó el vaso II’. Esta es una versión ampliada de un primer ensayo sobre las temáticas que el autor trabaja respecto a la sociedad y su enfrentamiento con la realidad.

La obra es parte de la serie ‘Veredas frías’, en la cual el artista trata de evidenciar al ser humano contemporáneo, desde su “enajenación del hombre por el hombre y el hábitat. El blanco del formato habla del interior y de la espiritualidad; estamos enajenados por el tiempo, el estrés y los ritmos de vida que manejamos”, dijo Seraquive.

El tercer lugar fue para el guayaquileño Leonardo Moyano, de 25 años, por su propuesta ‘El problema de lo imaginario’. En esta el autor trabaja sobre la idea de la línea imaginaria, una noción sobre el territorio, llevada a un plano particular, como el de una casa en litigio. En el paisaje clásico y oscuro que presenta Moyano hay una evidencia del deterioro del lugar, aún cuando esas líneas de poder están delimitadas.

En los tres casos, las propuestas responden al trabajo que han venido desarrollando los autores: Gavilanes desde la carpintería y su incursión en la pintura, Seraquive desde su crítica social, y Moyano con la práctica del recorrido de la ciudad y la definición de fronteras en un mismo territorio.

De acuerdo al director del Salón de Julio, se recibieron 159 propuestas. Un jurado nacional preseleccionó 26 obras, entre las cuales se entregaron cinco menciones de honor, “al considerar la calidad de las propuestas”, dijo Pacurucu durante la rueda de prensa, realizada en el auditorio del Museo Municipal, donde permanecerá la muestra hasta el próximo 21 de agosto. 

Los artistas cuyas obras recibieron menciones son Alexandra Cedeño, Wilson Paccha, César Augusto Guale, Vicente Terreros y Juan Caguana. La selección de las obras en la 58 edición del certamen encuadra distintas generaciones de la escena plástica local. De acuerdo al chileno Fuentealba, el jurado hizo una revisión de la escena local y la tradición del salón para decidir el nombre de los ganadores.

Según Pacurucu, este ejercicio se evidencia en la diversidad de formas y modos, así como las temáticas que se presentan. Otro de los factores que marca esta edición –y se evidencia en los primeros lugares– son las trayectorias variadas de los artistas. “Gavilanes tiene 43 años. Paccha va por la misma edad. Creo que los salones son para medir tendencias, estéticas, que los autores estén de tú a tú. Siento que esto es un campo de batalla. Cuando llegas no te preguntan cuántos muertos hay detrás”, dijo Pacurucu. (I)