La ‘historia mínima’ como eje narrativo
La llamada, ópera prima del ecuatoriano David Nieto, plantea un encuentro, o quizá, como se dijo en su premiere, “un reencuentro”. Una mujer divorciada, con la plena intención de capitanear aquel barco nombrado como familia, surca el océano y se encarga de mirar lo que le depara el horizonte olvidándose de lo que sucede con sus marineros.
Vale la comparación: la historia de La llamada -proyecto fílmico que se estrena luego de cinco años de preproducción, rodaje y posproducción- evoca cómo los ritmos acelerados de nuestros tiempos, bajo el signo de un ‘éxito’ personal, suprimen aquel contacto estrecho, primigenio, con la familia.
Así, el argumento del filme no hace alarde de un eje dramático nunca contado, más bien se erige como un reflejo de lo que sucede en tres horas de vida de cualquier persona. Aurora (interpretada por Anahi Hoeneisen), una publicista atorada en un vendaval de encargos, debe resolver si asiste a una junta en el colegio de su hijo, Nicolás (Nicolás Andrade), quien es expulsado en su último día de clases.
Es una historia mínima con las características de una modernidad inflada por un ritmo vertiginoso. Algunas de esas características son: una ciudad de tráfico caótico con gente que copa las aceras sin mirar a ningún lado; matizados en ese ir y venir, de un sonido ininteligible, en algunos casos, atados a una llamada de teléfono móvil. Queda el individuo aislado en lo que, desde lejos, se ve como una congregación numerosa de personas aparentemente interrelacionadas.
En este caso se destaca el trabajo actoral en La llamada. Madre e hijo son lo mismo en la película y en la vida real. Hoeneisen lo explicó así: “Por lo general siempre pasamos juntos porque yo trabajo en casa. Para generar ese sentido de lejanía debimos dejar de hablarnos durante el tiempo del rodaje”.
“Vivimos en un tiempo que se hace inmediato ante nosotros, sin realmente saber si lo consumimos o somos consumidos por él”, escribió Nieto, suscitando un sentido no explícito en su película.
“El espíritu de La Llamada es no dejar que el ritmo vertiginoso de la vida moderna se interponga entre las cosas que realmente nos importan, como la familia, mostrando un intento más humano para sobrevivir”, plantea como justificación del filme el director guayaquileño que estudió en la Universidad de Nueva York.
“El filme recibió los fondos del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina) a través de Verónica Cura y Álex Zito de Utópica Cine, dos buenos amigos del productor Paúl Vanegas, de la ecuatoriana Xanadú Films.
Este aporte cubrió gran parte de los costos de la producción y postproducción que en total suman $ 470.000. Noelia Noto y Gabriel Schapiro forman parte del elenco gracias a esta coproducción”, informó el blog Sin itinerario. Ibermedia, el Ministerio de Cultura y del CNCine fueron también patrocinadores de la película.
“La coproducción técnica llegó de Alemania. TamiaTv aportó con los equipos de filmación y de audio en el formato digital SI2k (Silicon Imaging). La llamada es la primera película que se graba en el país con este formato; la misma tecnología con la que Danny Boyle filmó Slumdog Millonaire”, cuenta el mismo blog. El filme se estrena mañana en las salas de cine del país.