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Gabriela Calvache: “La historia de Dana me quitaba el sueño”

La mala noche refleja la indiferencia de la comunidad y su hipocresía ante fenómenos sociales complejos como la trata de personas.
La mala noche refleja la indiferencia de la comunidad y su hipocresía ante fenómenos sociales complejos como la trata de personas.
Foto: Cortesía
21 de noviembre de 2019 - 00:00 - Redacción Cultura

Dana Hernández es una mujer alegre, con una figura juvenil, pasados los 40 años. Cada día sale a trabajar y regresa feliz. El pago lo utiliza para enviarle a su mamá y también saldar una deuda que pende sobre su cabeza.

En cambio, Patricia Londoño sufre la enfermedad irreversible de su hija, a quien pasa una manutención en su país natal. En la madurez ha caído en el mundo de las drogas mientras ejerce el que –dicen- es el oficio más antiguo de la humanidad.

La actriz colombiana Nöelle Schönwald protagoniza a Dana y Patricia, quienes son en realidad la misma persona, con su agonía de mostrar una cara amable ante la sociedad mientras se sacrifica por hacer el bien, a costa de su propia vida.

“Realmente yo quería contar la historia de esta mujer, era algo que me quitaba el sueño”, cuenta Gabriela Calvache sobre el guion de su primer filme La mala noche, que aspira al Premio a la mejor película extranjera en los óscares.

Gabriela CalvacheDana, la protagonista, dice que es víctima de un negocio donde las mujeres son secuestradas, violadas y asesinadas. Foto: Cortesía

Calvache se encuentra en Ecuador presentando su ópera prima y en conversatorios sobre la problemática que desvela la cinta, previo al Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, el 25 de noviembre.

El filme visibiliza la trata de personas, que afecta a 21 millones de seres en el mundo, la mayoría mujeres víctimas de la violencia de género y la discriminación.

En Ecuador las estadísticas oficiales alarman. Una de cada cuatro ecuatorianas ha sufrido violencia sexual y seis de cada 10 padece algún tipo de violencia.

Las experiencias de un montón de mujeres sobre abuso sexual y de poder motivaron a la cineasta a abordar un tema que atraviesa a sus congéneres en el país y en Latinoamérica.

A la cineasta le resulta complejo pensar que existan seres humanos de una clase o de otra y objeta la creencia de que las víctimas están enroladas voluntariamente en esta forma de esclavitud moderna, o, peor aún, que sea aceptada al punto de que está ya en el ADN de los ciudadanos en el mundo.

Varias escenas de La mala noche reflejan la indiferencia de la comunidad y su hipocresía ante fenómenos sociales complejos. En una de estas imágenes, una niña llega a la Comisaría a denunciar su rapto y los agentes la ignoran; en otra, el amante de Dana, un médico en ejercicio, la abandona en momentos en que corre peligro.

Calvache opina que este flagelo guarda relación con una cadena de falencias y ausencia de privilegios que hacen a una persona vulnerable, ya sea por la pobreza o por la disfuncionalidad de la familia. Asegura que quienes se ven atrapados en estas redes, entre ellos también hombres, provienen de círculos de violencia y carencias materiales y económicas.

La cineasta ecuatoriana lamenta que exista un comportamiento social incoherente con el discurso que se maneja desde lo público.

Gabriela CalvacheEn el mundo, 21 millones de personas son víctimas de redes delincuenciales, fundamentalmente mujeres que ven violentados sus derechos humanos. Foto: Cortesía

La problemática tampoco es ajena en el cine. En su caso, admite que ha tenido una carrera con logros. Sin embargo, ha enfrentado “un montón de vainas” por el hecho de ser mujer. Por ejemplo, le ha costado tener el apoyo masculino y en algún momento le han preguntado por qué  no se dedica mejor a la producción y no a la dirección. “El simple hecho de ser mujer no te valida como directora”, dice, y añade que “es difícil que los hombres confíen en el talento de las mujeres”.

En su caso tuvo que conseguir un productor extranjero, como Geminiano Pineda (México), a pesar de que ya tenía una obra en concursos internacionales. “Para mí conseguir un productor en Ecuador ha sido imposible, me he tenido que producir a mí misma casi siempre, incluso, se me ha puesto en duda y me han dicho varias veces “por qué no produces en vez de dirigir”, relata.

Asegura que ha visto mucho “endiosamiento” de los hombres en el mundo de las artes y en ocasiones considera que no hay coherencia entre su planteamiento artístico y la práctica cotidiana.

Contrasta, dice, que el porcentaje de películas hechas por hombres circulen más en comparación con las realizadas por mujeres. “Ahí uno se da cuenta quién domina la industria”, asevera.

Cuando es un director se le llama maestro, pero si es una mujer simplemente  por su nombre. “Creo que la coherencia es super importante tanto en la vida como en el cine”, afirma.

Lo importante, añade, es hacer lo que a uno le gusta, respetando a los demás y tratando de que el cambio sea no solo hacia las mujeres sino que los hombres también tengan su revolución.La idea no es pelearse, eso también es patriarcal, sino buscar la igualdad, la paz y que tengamos una voz que sea respetada”, manifiesta. (I)

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