La Feria de Arte de Madrid mira hacia el futuro
No solo es ARCO. Las ferias de arte que se celebran esta semana en Madrid se multiplicaron hasta cambiar de nombre. A partir de ahora se denomina Semana del Arte de Madrid porque cuatro certámenes, además de ARCO, se unieron para crear músculo a un negocio que mueve cerca de 40.000 millones de euros a nivel planetario, según el informe de referencia del sector que anualmente publica The European Fine Art Foundation (Tefaf).
En las cinco exposiciones diseminadas por la ciudad se concentran decenas de galeristas europeos y latinoamericanos, procedencia privilegiada en ARCO con 30 galeristas, la mayoría de Brasil, de las 211 que integran el novedoso programa general.
Otra de las tradiciones rotas este año es la de invitar a un país o a una ciudad.
El foco geográfico ha sido reemplazado por otro temático, ‘El futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer’, que cuenta con la participación de 20 galerías y artistas que trataron el tema en el pasado, desde Salvador Dalí hasta Julius Koller; visiones distópicas con Lili Reynaud Dewar y Maryam Jafri, y planteando un marco para abordar el arte del mañana con creadores como Teresa Solar Abboud y Eva Fábregas.
Esta reflexión se extiende a exposiciones en el Museo Thyssen-Bornemisza, el espectacular centro experimental Matadero y el Centro de Arte 2 de Mayo. En cualquier caso estas preocupaciones contrastan con la filosofía de un evento que se caracteriza siempre por su desmesurado optimismo pese al impacto por la recesión económica en España.
Sin embargo, esta trigésimo séptima edición de ARCO sigue atrapando las miradas de los grandes negocios del arte y eclipsando a las otras ferias paralelamente que este año aspiran a recibir el sol. Una de ellas es JustMad, la feria de arte emergente que presenta 33 galeristas bajo la bandera de contar “con más mujeres que hombres en el número de artistas representados”.
Entre los destacados se encuentran Isabel Muñoz, Tamara Arroyo y Elina Brotherus. Pero si de jóvenes va la cosa, ahí están los nuevos certámenes Hybrid y Urbanity que este año se disputan el reino del arte alternativo. El primero de ellos defiende la “hibridación” de lenguajes, espacios y colectivos.
El segundo incorpora al circuito comercial artistas procedentes del arte urbano, todos ellos autores de cinco grandes murales que se pintaron en Madrid en 2017.
Finalmente se unieron al programa completo dos ferias contrastadas. Drawing Room, que ofrece colecciones de papeles y grafías que exigen al visitante máxima atención para un disfrute completo. Y Art Madrid, que recupera su carácter popular para convertirse en el gran zoco de las más variadas tendencias y generaciones.
El ejemplo es la retrospectiva que surge de la unión de pinturas de Joan Miró con obras de Picasso, Alexander Calder, Chillida, Oteiza, Eduardo Arroyo o Tàpies. Un lujo experimental.
Pese a la variedad de exposiciones lograda con la unificación de certámenes en esta semana, la feria española se halla lejos de las grandes del sector, como Art Basel, con sus respectivas franquicias, la londinense Frieze o la parisina FIAC, que mantienen una suerte de oligopolio ante el que ARCO y sus cuatro nuevas hermanas madrileñas solo les queda doblegarse.
La Semana de Arte de Madrid combate sus limitaciones con un mensaje que acentúa el lado positivo del mercado, incluidas sus repercusiones sociales.
Por ejemplo, esta edición ha colocado el acento en la paridad sexual de los grandes implicados.
Aunque su finalidad sigue siendo vender, que para eso hay cerca de 300 coleccionistas y 200 profesionales del sector merodeando por las cinco ferias del programa general, el panorama español que descubre es un tanto descorazonador: solo el 40% de las galerías invitadas es nacional y la mitad está ubicada en Madrid o Barcelona.
Las protestas de artistas y galeristas minoritarios se han sentido desde el primer día. (I)