La danza, una necesidad de provocación al sistema
Tania Galindo, mexicana de nacimiento, ha llegado al Ecuador para participar en el primer encuentro latinoamericano de danza butoh, lleva veinte años haciendo danza, hace 12 encontró el butoh, y lo califica como un encuentro personal, como un volver a nacer a través de la expresión corporal sin rigurosidades escenográficas.
Además viene investigando desde hace dos años sobre el biodrama, indicando que es una forma de relacionarse con la vida, con la naturaleza, confluyendo esta forma de representación con el butoh a través del rescate de los orígenes latinoamericanos.
¿En la infancia tuviste algún incentivo familiar para incursionar en la danza?
Bueno, cuando era chica me llevaron al gimnasio y al ballet clásico, pero en realidad todo empezó a los 14 años cuando yo entré a unos talleres gratis de danza.
¿Cómo te inclinaste por la danza butoh? ¿Desde hace cuento tiempo la vienes haciendo?
Vengo haciendo danza desde hace veinte años, empecé con la danza contemporánea y después el ballet clásico y hubo un momento en el que me sentí mal haciendo una danza tradicional, ya que tenía que estar en una forma definida, había mucho rigor. Por un tiempo decidí dejar la danza y encontré un laboratorio de expresión corporal, hace más o menos 12 años; luego me vinculé con la danza butoh que es mi momento actual. Conocí al maestro Diego Piñol, él me incentivó.
Él regresó a México y lo encontré cuando estaba abriendo su centro de butoh ritual mexicano y cuando conocí este tipo de danza me quedé sorprendida, y desde el primer momento supe que eso era lo que quería hacer. Con el butoh encontré un espacio que estaba ahí para que pueda expresarme, yo no había podido expresar este tipo de danza antes, y se terminó convirtiendo en una búsqueda y una investigación también de nuestros orígenes; para mí el butoh siempre será una cosa movible, una cosa de búsqueda, que ayuda a un espíritu libre, y me llamó la atención esa conexión con los orígenes; por ejemplo soy una persona urbana y siempre he tenido ganas de volver, de retornar y aprender más de nuestras culturas indígenas. La pregunta era cómo encontrar esa relación, cómo empezar a trabajar y partí del butoh.
¿Qué significa para ti la danza?
Para mí lo es todo, es un universo que tiene que ver con un espacio sagrado, de reflexión, una búsqueda, un momento a solas para vaciarse. Si bien cuando yo voy a hacer una obra me inspiro a partir de cierto tema que yo quiera trabajar, investigo, leo mucho, veo pinturas, todo lo que me pueda llenar respecto a un tema y sobre eso creo una cierta telaraña, me pongo en medio de esa telaraña que está formada por partes; y la literatura es parte de esa telaraña, otro punto es el trabajo a nivel corporal, otro los elementos que uso, y cuando estoy en el escenario estoy en el momento cero.
¿Qué es lo que se representa en tu muestra artística “Serpiente”?
Es una metáfora de la muerte, la vida y la regeneración; esta forma de cambiar de piel, pero también esta inspiración latinoamericana de que hay muchos mitos con la serpiente y está profundamente conectada a la tierra. Y esta serpiente es de plástico, ya que cuando empecé a hacer butoh se expresaba esa necesidad de conectarse con el árbol, con la montaña, entonces cuando volví a la ciudad de México lo que veía era basura y hay un motivo ahí muy importante para mí, que fue tomar lo inorgánico de lo que es la basura, el plástico que parecía que no era usable sino que corresponde a cualquier desecho.
Todos esos recursos permitieron que me preguntara cómo usarlos, cómo integrarlos a la tierra y he sentido siempre que no podemos sacarle más a la tierra, que todo lo que le hemos sacado es lo que tendríamos que estar utilizando, ya que el plástico se vuelve basura cuando ya no le damos ningún uso y por tanto es como una metáfora del estilo de vida que tenemos ahora, como de pronto las cosas no sirven, las desechamos, es como cambiar ese sentido que se tiene de las relaciones con la naturaleza, con nuestra parte originaria. Eso muestro con Serpiente.
¿Cuánto tiempo te ha llevado prepararla?
Me ha llevado seis meses, pero ya llevo cinco años presentando esta pieza, la misma que se ha ido renovando en estos cinco años con las investigaciones que he hecho.
¿Qué representación tiene la música y la corporeidad a la hora de hacer danza?
Personalmente hago una música especial para cada obra. Lo que yo hago por ejemplo es crear un guión anímico y así voy trabajando los diferentes estados, y trabajo en conjunto con el músico; me planteo diferentes preguntas para cada estado y se la doy al músico y la vamos trabajando conjuntamente; y para mí la música es un tesoro, una forma en la que se te abren puertas imaginarias, cuestiones en las que puedes entrar y salir. Y considero que la música no es más que la danza o viceversa, sino que es un conjunto de una expresión que al final se completa a través del público que recibe eso.
El cuerpo es todo un universo. Trabajo mucho los movimientos para que estos vayan haciendo una experimentación a priori antes de tener movimientos definidos; hago una investigación interior para encontrar el lenguaje personal y de ahí empezar a relacionarlo con todo lo demás y eso es parte de esa telaraña que decía, un hilo es el cuerpo, un hilo son las cosas preconcebidas y cuando estoy en un escenario ese momento es único y especial donde se tiene que dejar el cuerpo.
¿Qué has podido ver? ¿Cuál es tu postura con respecto a la danza en Ecuador?
Yo creo que aquí hubo mucha acogida, llevo una semana en Quito y creo que el público responde bien, en butoh por ejemplo hubo muchos aplausos; en realidad me quedé sorprendida, no creí que la gente lo fuera a recibir así y estoy totalmente admirada con el trabajo de Susana Reyes, quien está en la danza durante ya tantos años.
¿Cómo se ve el butoh en México?
Allá hay una muy buena acogida y hay mucha gente que está haciendo butoh. Es impresionante cómo el butoh ha tenido una resonancia entre actores y bailarines, ya que hay una comunidad butohca grande, más o menos con cinco grupos y unas 30 personas que se dedican a este tipo de danza.
¿Qué crees que pasa con la danza a nivel mundial? Al parecer hay gente que no la aprecia como se debe, pero parece más un problema latinoamericano, ¿qué puedes decir?
Yo siento que falta muchísimo apoyo de los gobiernos para impulsar toda la danza, ya que ésta podría permear otros espacios, por ejemplo yo propondría que en las escuelas y colegios se priorizara la expresión corporal en vez de la educación física o a la par porque siento que la educación del cuerpo es una forma de dotar libertad para este tipo de expresiones.
Por ejemplo en Colombia hay un maestro, Álvaro Restrepo, quien a partir de su proyecto “Mi casa es mi cuerpo” ha enseñado a los niños de las favelas, de los sectores pobres, a través del cuerpo sobre los derechos humanos, por ejemplo nadie te toca si tú no quieres o alimentarte bien para que tu cuerpo sea un conjunto, un templo de sanación.
Y hay algo muy importante, y es que la danza podría abordar otros aspectos de la vida cotidiana: la liberación, el encuentro como un desarrollo social.
¿Cómo fue el contacto con la casa de la danza? ¿Cómo fue ese llamado para venir a representar la danza butoh?
Había ido a bailar a Baños y a Guayaquil en otras ocasiones, no había estado en Quito aún, pero todo fue a través de Susana; la conocí en México en un taller y yo estaba realizando en ese tiempo la investigación del butoh en Latinoamérica y le hice una entrevista y a través de lo que logró transmitirme, su vocación por la danza, hemos estado en contacto. Eso fue en el 2006 y desde ese encuentro Susana me convocó.
¿En qué momento profesional, artístico te encuentras actualmente?
Estoy muy abierta a seguir conociendo, por ejemplo, este espacio latinoamericano del butoh, lo que hago es investigar mucho y estoy trabajando en proyectos de desarrollo social que están vinculados al arte como puente de las formas sagradas y las formas de trabajo a través de la danza.
Tengo entendido que eres una investigadora del biodrama, ¿qué significa eso, qué tratas con este proyecto?
El biodrama es un arte que inventó Beatriz Camargo, una artista colombiana que lleva 40 años en las artes escénicas, es una investigadora que ha sacrificado su vida para este proyecto. El biodrama quiere decir la trama que se expresa a través del -bios- con lo que vivo, es decir, es cómo volver a relacionarnos con un árbol, con la montaña, con el agua y en donde llegamos a aprender de nosotros mismos y como también la convivencia del grupo hace posible el tejido.
Entonces el biodrama también recopila varios de los procesos que son diseños de medicinas de culturas Mayas, Maguas, Taoístas. Y partir de eso y de la dramaturgia y de una actuación teatral muy importante se hace esto. Ya en el pasado estuve trabajando seis meses con Beatriz y ahora yo estoy implementándolo y relacionándolo con butoh porque para mí es muy importante conocer las bases latinoamericanas para trabajar a través de esto.
Has hecho ya biodrama, ¿cómo ha reaccionado el público?
El año pasado me gané una beca artística México-Colombia e hicimos una obra que se llama “Con la Lengua en el Cuerpo". Es una pieza escénica, creada a través del tejido entre el butoh y el biodrama en un intento de reconstrucción de la propia memoria corporal y de la recuperación de la integridad de la mujer.
Inspirados en La Malinche, una mujer indígena, y el español Hernán Cortés, que tuvieron un hijo y esta obra era para mí primero hablar del tema de los feminicidios y reconstruir el cuerpo de lo femenino y el cuerpo de la tierra a través de este personaje, y todo esto a través del biodrama.
En este biodrama está mi representación mestiza; yo como mujer que defiende lo que se le hace al cuerpo de la mujer; es como lo que le haces a la tierra por ejemplo y lo que trato es de poner el tema a debatir.
Nunca he hecho obras para que le guste a la gente, puede ser que les guste o no, pero la necesidad ha sido como una provocación directa a este sistema con el que en lo personal no estoy de acuerdo, porque siento que se hace una serie de saqueos a la tierra, porque siento que estamos en deuda con las culturas originarias, porque siento que no está bien, así como vemos la vida con unas diferencias económicas gigantescas.
¿Qué esperas de la danza en un futuro?
Lo que espero es que pueda inundar la vida de todos los seres humanos para ser un puente de mejora de nuestras relaciones, de nuestra sanación, de nuestra recuperación, es decir, poder sentirnos hijos y parte de la tierra a través de la apropiación de la danza como una temática de protesta.