La afluencia récord de público obliga a repensar los grandes museos
Casi 10 millones de visitantes al año en el Museo del Louvre, 7 millones en el British Museum, 6,2 millones en el Met de Nueva York: los grandes museos registran una afluencia récord y este éxito los obliga a repensar su futuro.
"El Gran Louvre se imaginó para cinco millones de personas, y hace tres años consecutivos que recibimos más de nueve millones", señala Jean-Luc Martinez, presidente de este museo de 404 salas, uno de los más visitados del mundo.
Acaba de lanzar el "Proyecto Pirámide" para mejorar de aquí a mediados de 2016 la experiencia de los visitantes: boletería, colas, guardarropa, todo se va a revisar. "Si no cuidamos al visitante, cómo quieren que vaya bien el encuentro con las obras de arte?", dijo Martínez a la AFP.
Hacer frente al aumento de visitantes es también la preocupación de Glenn Lowry, director del museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
Por eso, diez años después de una primera extensión que le permitió duplicar la frecuentación (a 3 millones de visitantes), el MoMA quiere agrandarse todavía más destruyendo un edificio colindante.
La misma preocupación existe en Versalles, que va a abrir un nuevo espacio de 2.700 m2 para acoger a una parte de los 10 millones de visitantes que van cada año al palacio y el parque.
Algunos museos, conscientes de ser ahora atracciones turísticas, cuidan también su oferta de restauración y desarrollan tiendas de diseño como la pionera del MoMA.
Nuevos públicos
Otra opción ha sido extender los horarios de apertura.
Desde 2013, el MoMA y el Met están abiertos los siete días de la semana. El gobierno francés pidió al Louvre, a Versalles y al museo de Orsay que los imitaran.
Para el máximo responsable del Louvre, "el problema no es hacer más, sino mejor".
Guy Cogeval, presidente del museo de Orsay (3,5 millones de visitantes), coincide: "La gestión de los flujos fue una de mis grandes preocupaciones, tratamos de repartir a los visitantes" entre las diferentes secciones.
Como consecuencia de la globalización, además de más numeroso, el público es también mucho más ecléctico.
Terminó también el tiempo en que los museos eran un coto reservado para aficionados cultos. "Todavía estamos lejos de haber sacado todas las conclusiones de esta diversificación", considera Alain Seban, quien dirigió el Centro Pompidou de París en los ocho últimos años.
El 70% de los visitantes del Louvre son extranjeros, como el 80% de los de Versalles. "Esto implica otra manera de recibirlos, tratando de entender lo que vienen a buscar", señala Catherine Pégard, presidenta del palacio-museo.
"Ahora pensamos mucho más en la composición del público y en lo que espera de la National Gallery", coincide Susan Foister, responsable de relaciones públicas en el museo londinense, que recibió más de seis millones de visitantes en 2013.
Este nuevo público no tiene las mismas referencias intelectuales que el de antaño.
Los turistas, generalmente en grupo o en familia, llegados de países lejanos, siguen a menudo un recorrido jalonado por tres o cuatro paradas ineludibles: "La Gioconda", la "Venus de Milo", "Las Señoritas de Avignon", "La Venus del Espejo", la habitación del Rey en Versalles, etc.
El público, que no suele ir a más de un gran museo por año, también ha rejuvenecido: el 30% de los visitantes del museo de Orsay tiene menos de 26 años, y el 50% de los del Louvre menos de 30.
Recorridos individualizados
¿Cómo dirigirse a estos visitantes? "Hay que partir de la base de que la gente no sabe nada", estima Jean-Luc Martinez. Explicar lo que parece obvio, multiplicar las lenguas de traducción, adaptar los textos a los diferentes países. Un trabajo alimentado por lo aprendido en las antenas creadas en Francia o en el extranjero.
Varios museos apuestan también por lo digital. La mayoría propone información que se puede descargar antes de la visita.
El Centro Pompidou, en el que dos de cada tres visitantes posee un teléfono inteligente, lanzará una aplicación en la que propondrá un recorrido individualizado tras completar un breve test.
En el futuro habrá una relación cada vez más personalizada con el público, inspirándose en las prácticas de la distribución, anticipa Alain Seban.
Internet también permite prolongar la experiencia después de la visita. La web del Met recibió más de 26 millones de visitas el año pasado y la de la National Gallery más de seis millones.
"Sería paradójico presentar la frecuentación como un problema", resume Jean-Luc Martinez. "La misión de un museo es permitir que el público más amplio posible pueda venir a ver las colecciones".