Israel despidió a su “traidor” honorífico
“La improbable historia del estado de Israel, de 60 años, manchada y sobreviviente, está entrelazada con la improbable historia de Amos Oz. Es, a la vez, su novelista más distinguido, su defensor más apasionado y su “traidor” más famoso, una palabra que usa sobre sí mismo.
“Amos es el producto de todos los impulsos y dolores contradictorios dentro de la psique israelí”, dice el periodista del medio británico Independiente, David Grossman, en una revisión sobre la vida del escritor Amos Oz, que falleció la semana pasada a los 79 años a causa de un cáncer.
El 31 de diciembre recibió una despedida en un teatro de Tel Aviv.
“Han pasado ya dos días y no sé cómo escoger las palabras, si hablar de mi Amos o del de todos”, dijo el presidente de Israel, Reuvén Rivlin, frente a la abarrotada sala del teatro Tzavta, en la que estaba presente la familia de Oz y un amplio número de políticos, personas de la cultura y público venido de todo el país.
El presidente, con quien fue al colegio durante la infancia, posó las dos manos sobre la caja cubierta con una tela negra y cuatro coronas de flores, donde yacía el cuerpo de Oz, y se puso una kipá negra (solideo) sobre la cabeza, en señal de respeto religioso, diciendo: “Amos no se enfadaría”, aludiendo al laicismo militante del escritor.
Rivlin eligió recordar a su amigo como aquel chico que no jugaba al fútbol, pero hacía visitas a los compañeros que caían enfermos: “Como una vez que tuve gripe, vino a visitarme y durante tres horas me explicó la diferencia entre sionismo político y sionismo místico. Tres horas. Y teníamos 14 años. Él era mucho más maduro. Os podéis imaginar con qué dolor de cabeza volví a la cama...”.
Pero también habló del hombre que no tenía miedo “de que le llamasen traidor”, refiriéndose a las diversas ocasiones en que Oz entró en conflicto con las instituciones israelíes conservadoras.
“Al contrario”, añadió el presidente, “la palabra le parecía un título honorífico”.
Su hija, Fania Salzberg-Oz, dijo que su padre creía en la paz entre israelíes y palestinos “porque pensaba que había progreso y que los seres humanos se podían hacer mejores”. Su resumen de los Diez Mandamientos era “no hagas daño”. De allí que a su funeral hayan asistido la jefa de la oposición Tzipi Livni; el parlamentario Ayman Odeh, de la Lista Árabe Unida; Ehud Barak, exprimer ministro laborista, o la ministra de cultura, Miri Reguev. (I)