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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Ishiguro Kazuo, la raíz japonesa que creció en inglés

El autor, en una conferencia de prensa, en Londres, recibió la noticia del Nobel como un honor que espera “aliente las fuerzas de la paz”.
El autor, en una conferencia de prensa, en Londres, recibió la noticia del Nobel como un honor que espera “aliente las fuerzas de la paz”.
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El escritor británico de origen japonés Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954) recibirá el Premio Nobel de Literatura el próximo 10 de diciembre. El autor, quien migró a Gran Bretaña en la infancia con su familia, es el primero en ganar el mayor reconocimiento literario siendo exestudiante de un máster en escritura creativa, el de la Universidad de East Anglia, en que coincidió con Ian McEwan, otro candidato al galardón que otorga la Academia Sueca.

Ambos autores han escrito obras que tuvieron adaptaciones cinematográficas -McEwan es el autor de Expiación, mientras que Ishiguro escribió Los restos del día-, pero el último tiene una relación mayor con el cine y la televisión. En los años ochenta Ishiguro fue guionista en Channel 4 y la BBC para después llegar a la gran pantalla.

La incursión en lo audiovisual es el aspecto que más parece expandir la narrativa del autor, que no alcanza fronteras tan extensas para el estilo como las que pueblan sus dos antecesores en el Nobel: la cronista e historiadora oral Svetlana Alexiévich, y el cantautor y trovador Bob Dylan.

En 1989, el editor Jorge Herralde auguró que ganaría el Nobel luego de que Ishiguro obtuviera el Booker Prize por la obra que el actor Anthony Hopkins leyó para interpretar al mayordomo James Steven, en Los restos... (James Ivory, 1993). El sello Anagrama ha editado todas sus obras en español.

Hace un mes, un grupo de cuatro lectores ecuatorianos eligió Pálida luz en las colinas, la primera novela de Ishiguro, para comentarla. Entre ellos, estaba el bibliotecario y escritor César Chávez, quien considera que la obra tiene la “delicadeza japonesa para describir lo terrible a la vez que un estilo inglés, como las descripciones de atmósferas físicas”, lo cual revela una treta del autor que ha dicho estar más cerca del estilo de los escritores Jane Austen y Charles Dickens que de novelistas asiáticos.

El periodista Francisco Estrella fue quien le recomendó la lectura a sus amigos, los escritores Juan Pablo Castro, Yanko Molina, César Chávez y Edwin Alcaráz.

Chávez -quien trabaja en el Centro Cultural Benjamín Carrión- interpreta la entrega del Nobel 2017 como un reconocimiento a los nuevos narradores ingleses, entre quienes está Martin Amis, Julian Barnes, Graham Swift, Ishiguro y McEwan. Sobre este último, el bibliotecario dice que, “quizá por un problema estilístico, los finales de sus novelas no guardan coherencia con la fuerza de sus historias, son flojos, algo desvaídos, deshilachados”.

De Ishiguro, en cambio, sostiene que cada novela es un mundo distinto, algo que ha llamado la atención de otro escritor ecuatoriano residente en España, Leonardo Valencia. De hecho, hace una década el autor de Un libro flotante escribió su tesis doctoral con el título “El itinerario roto: el principio de digresión en Kazuo Ishiguro” y que defendió en la Universidad Autónoma de Barcelona, en Cataluña.

“Ishiguro está más próximo a Salman Rushdie por ser autores nacidos fuera de Inglaterra pero que terminaron migrando a Londres y escribiendo en inglés”, le escribe Valencia a este diario en una misiva que encabeza con la frase “Kazuo Ishiguro: la novela vigía de nuestro tiempo”.

En otra parte de su texto, Valencia recordará que las novelas iniciales del actual Nobel “son obras de una mesura y claridad deslumbrantes”, lo cual explica el que hayan llegado al cine. Pero esa incursión no le restó legibilidad a otras de sus obras, “sus novelas han entrado en terrenos extraños e inquietantes”, dirá sobre quien publicó El gigante enterrado, su título más reciente, en 2015.

Sobre el territorio narrativo de Ishiguro, Valencia concluye que “todo empezó con Los inconsolables, como si su mundo referencial, volcado al Japón en sus dos primeras novelas, y a Inglaterra, en la mencionada Los restos del día, hubiera optado por regiones menos previsibles donde podría moverse con una mayor libertad frente a las expectativas miméticas de una geografía tópica”.

La memoria, la soledad, la incomprensión, la culpa, todo narrado con una precisión amable, son los temas que recuerdan los lectores de Ishiguro. El escritor catalán Jorge Carrión escribió en una columna publicada en la edición de The New York Times en español que “casi siempre se trata de relatos en que la madurez desengaña los proyectos de la juventud, en clave de género subvertido, apropiado. Como Borges, Alan Moore o Quentin Tarantino (...), Ishiguro trabaja a partir de géneros codificados, cuyas claves él traduce al ishiguriano, ese idioma que convierte en arte la incomunicación, los gestos, los sobredichos, el vacío que envuelve a los seres humanos”.

En su más reciente novela, El gigante..., Ishiguro hace un retrato de la dura Inglaterra medieval, donde una pareja anciana emprende un viaje por carretera, esperando reunirse con su hijo adulto, al que no han visto en años. La obra de corte fantástico explora la relación entre la memoria y el olvido, entre la historia y el presente, pero con reglas distintas a las de sus otros 7 libros.

Su diversidad es amplia. La novela Nunca me abandones introduce un frío trasfondo de ciencia ficción a la obra del autor de padres japoneses que sonríe en el país del Brexit. En la colección de relatos cortos titulada Nocturnos. Cinco historias de música y crepúsculo, las melodías juegan un papel importante en la descripción de las relaciones entre personajes, lo cual muestra que el arte sonoro es especialidad del artista que crea escenas casi fílmicas.

En Quito, en las antípodas de los lugares que Kazuo Ishiguro puebla -de forma real y ficticia-, el escritor Óscar Vela también se confiesa lector de Nunca me abandones, Cuando fuimos huérfanos y Los inconsolables también han ocupado sus horas. Toda la obra del Nobel ha sido traducida añ español. (I)

SUS OBRAS

Pálida luz en las colinas (1982)
El autor cuenta la historia de Etsuko, una mujer japonesa de 50 años, que tras el suicidio de su hija rememora su vida.

Un artista del mundo flotante (1986)
La obra transcurre entre 1948 y 1950, un período especial para Ono, un anciano artista que empieza a recordar su carrera.

Los restos del día (1989)
Obra ganadora del premio Booker. En 1993 James Ivory llevó esta historia al cine con Anthony Hopkins y Emma Thompson.

Los inconsolables (1995)
Narra la historia de Ryder, un reconocido pianista que llega a una ciudad de Europa.

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