Así definió el músico y compositor colombiano Carlos Vives lo que en la actualidad sucede en el mundo de la música: "Sin radios no hay disco; sin televisión no hay industria". Y precisamente una discusión con términos parecidos se plantea dentro del país. Intérpretes, compositores y pocos empresarios de esta rama discuten, unidos en una especie de gremio, lo que para ellos es urgente: plantar los cimientos de una industria musical ecuatoriana que piense en un producto no solo de identidad nacional sino como una mercancía cultural.  

Un estudio revela “el valor” de la mencionada urgencia. Las radios que operan en el país (de su grueso de  programación el 91% corresponde a música que proviene del extranjero). Una de las aristas discutidas tiene que ver con la circulación de la música hecha en Ecuador.

Tiempo atrás, así como analiza Troi Alvarado, presidente de la Sociedad de Autores, Compositores e Intérpretes del Ecuador, la difusión estuvo a cargo de las disqueras nacionales que promovían en las radios -entre algunos medios de comunicación masiva- las propuestas de éxitos musicales nacionales. Con la caída a pique de estas disqueras, el compositor o intérprete ecuatoriano quedó, por así decirlo, huérfano de promotor.

Así la radio, por el tiempo que dedica a la programación de música, quedó -siguiendo su lógica empresarial- como quien decide qué programar y qué no.

Esa realidad fue diagnosticada por un sondeo -que sigue en construcción- contratado por el Ministerio de Cultura y que reveló que de las 1.170 emisoras de radio que operan en el país el 9% dedica su franja musical a las producciones ecuatorianas. Ese es un sondeo preliminar hasta mayo de 2012 que concluirá, según Javier López, director de Industria y Emprendimientos Fonográficos de dicha cartera de Estado, en agosto de este año. Una de las ideas es que exista un -por así decirlo- mapa de lo que sucede con la música en el país.

Este proyecto tiene origen en una  búsqueda de espacio de los músicos nacionales. Y estos cuestionamientos también se reforzaron con un -discutido aún- 1 x 1 planteado en el proyecto de Ley de Comunicación, en el artículo 108. En él se establece que por cada tema que suene en las radios que provenga del extranjero uno debe ser ecuatoriano.

Que el estudio denote que uno de cada diez temas pautados en las radios sea nacional da muestras de que no se  cumple tampoco con una norma vigente: la Ley de Defensa Profesional del Artista, aprobada en 1979 y modificada en 2005. Allí, en el artículo 38, se menciona: "La televisión y la radio deberán promocionar la música nacional frente a la extranjera, en las proporciones de un 10% TV y un 30% radio".

El dato del 9% captado por la música producida en el país proviene de un monitoreo realizado por Sarime (Sociedad de Artistas, Intérpretes y Músicos Ejecutantes del Ecuador) reproducido por el estudio antes mencionado, articulado por la empresa ForumConsultor.

Estados Unidos, Puerto Rico, Colombia y México conforman el mayor rubro de la música extranjera que se programa en las radios; llegan al 54%. Estos países tienen una característica común, cada uno tiene industrias culturales fuertes. Y en ello está la clave para algunos músicos y para López. "Los contenidos simbólicos fuertes tienen un sustento económico detrás, y político delante. Así ha sido a lo largo de la historia de la humanidad", sostiene. Tan solo en Colombia la industria cultural está por encima del café en los ingresos para el Producto Interno Bruto (PIB).

Con ello apuntala que la música puede ir más allá del divertimento y puede generar ingresos no solo para el artista, sino para el país.

Los músicos e intérpretes ecuatorianos y extranjeros que producen dentro del país se han unido al debate. De hecho, el pasado 6 de junio se desarrolló el Taller de Industria Fonográfica, en Quito. Y allí se reunieron parte de los músicos que de forma virtual promueven en Facebook (a través de Grupo I, con 7.873 miembros) el mismo debate: generar una industria redituable de música hecha en el país. Una industria que hoy, en muchas ocasiones, encuentra los roles de intérprete, promotor musical y productor aunados en una sola persona. 

En dicho grupo, donde hay 517 músicos firmantes, se leen posturas como: "Los actores culturales musicales debemos hacer la mejor música posible, según nuestro gusto y criterio", propuesto por Andrés Sacoto. O esto: "Es necesario tener unos medios críticos y propositivos que programen música con calidad y contenido", propuesto por Diego Minda, del grupo de música tropical La MalaMaña.